sábado, 3 de septiembre de 2011

Caminos Separados Cap 27

Capítulo 27

Noche blanca


Aquella noche fue inolvidable, no hablamos en ningún momento sobre planes contra los Vulturis ni nada por el estilo, simplemente olvidamos ese molesto tema por un momento. Hablamos en cambio, sobre Emmett y sus innumerables hazañas en el último tiempo, hablamos también sobre Alice y Jasper, cómo se habían conocido, y qué los había llevado a buscar a Carlisle.


- No recuerdo nada antes de mi conversión, pero jamás me sorprendí de tener visiones del futuro, por eso creo que tal vez las tenía incluso antes de ser vampiro, no lo se, pero recuerdo que lo primero que vi en mi mente fue a Jasper- contó Alice, mientras lo miraba con amor, él le sonrió- sabía que debía encontrarme con él, pero no sabía muy bien en que momento pasaría, hasta que finalmente llegó, yo le sonreí y le dije ”por qué tardaste tanto, te he estado esperando”- recordó riendo- y él me contestó como todo un caballero…

- “Mis disculpas señorita”- terminó la frase Jasper, besándola en la frente.

- Eso es muy romántico- dijo Esme con mirada soñadora.

- Eso no es romántico, es ridículo- dijo Emmett explotando de risa, mientras Alice le daba un palmazo en la cabeza.

- Mira quién habla sobre ridiculeces- intervino Edward- ¿Quieres que te recuerde lo ridículo que te viste cuando recién despertaste? - preguntó levantándose de la mesa rápidamente, para que Emmett no pudiera alcanzarlo- cuando preguntabas por tu “ángel salvador”- dijo Edward riendo mientras corría por la sala donde todos reían.

- ¡Eso si fue muy romántico! - dijo Rosalie en defensa de su novio.

- Basta chicos, van a destrozar los muebles- dijo Esme cuando Emmett por fin alcanzó a Edward y comenzaron a luchar entre la mesita de centro y uno de los sillones del costado, mientras todos reían y Jasper apostaba con Rosalie sobre quién ganaría.


Eran alrededor de las 5 de la madrugada y yo debía regresar a mi realidad. Si tal solo hubiera alguna forma de retrasar el amanecer. Me despedí de cada uno de los integrantes de la casa con mucho cariño. Alice me dijo que si no me molestaba, iría a visitarme a Volterra en alguna de mis solitarias y aburridas noches, a lo que accedí alegremente.

Emmett me deseó suerte y agregó un cometario respecto a que me compadecía, ya que sabía de primera mano lo que era tener que estar en un bosque para poder tener algo de privacidad. Me sentí completamente avergonzada al recordar las fogosas noches que había tenido con Edward en medio del bosque y Rosalie también parecía estar pensado algo similar y se veía bastante avergonzada por aquella revelación, por lo que le propinó otro golpe en la cabeza a Emmett mientras este se reía de su chiste.

Carlisle me dijo que podía volver cuando quisiera, que era completamente bienvenida en aquel lugar. Cuando me despedí de Jasper me dijo calmadamente y con mucha seguridad “descuida, lo solucionaremos” y durante ese momento sentí que realmente sería tan fácil como él lo hacía parecer, le sonreí agradecida.

Le di una última mirada a aquel lugar tan agradable, antes de comenzar el trayecto de vuelta a Italia junto con Edward, quién me acompañó hasta el límite de Volterra, desde donde seguí mi camino hacia el castillo.


Los días pasaron y realmente sentía que íbamos por buen camino hacia mi libertad, Edward me visitaba algunas noches y otras venía Alice, lo que me alegraba mucho ya que cada vez nos hacíamos más amigas. Había veces en que venían ambos y cazábamos juntos toda la noche. Alice no era nueva en esto, hacía un par de años que había descubierto, por su propia cuenta, que no necesitaba sangre humana para vivir, lo que explicaba el color de sus ojos, y desde entonces que había aparecido Carlisle en sus visiones. Era divertidísimo cazar los tres juntos, nos complementábamos a la perfección y yo cada vez mejoraba más mi técnica.


Incluso una vez vino Jasper a visitarme junto con Edward y Alice, y nos quedamos toda la noche planeando tácticas de combate, que era en lo que él más se manejaba. Descubrí, para mi sorpresa, que Jasper era quién entrenaba a los neófitos de María, en las guerras civiles del sur de Norteamérica. Él la había dejado, luego de darse cuenta que no era la forma de vida que deseaba tener por el resto de la eternidad.

Así que allí estábamos, cuatro integrantes de un clan formado por vampiros de incomprendidas ideologías, que habían decidido cambiar de vida, tratando de enfrentarse al más poderoso y respetado clan de todos los tiempos, los Vulturis.

Veíamos entre todos a qué vampiros debía enfrentarse cada uno, o en qué momento era más adecuado enfrentarnos a ellos. Analizábamos las debilidades y las fortalezas de cada integrante de la guardia para saber por donde atacar.


Antes de que me diera cuenta el verano se me vino encima. En Volterra era un tradición cada año realizar la conocida “noche blanca” que se celebraba con una masiva fiesta en el Palazzo dei Priori la noche del 21 de junio, como bienvenida a la nueva estación. Trágicamente, de aquella alegre fiesta se seleccionaba lo que sería nuestra cena, pero aquellas inadvertidas desapariciones, generalmente turistas, no afectaban la asistencia del año siguiente. Toda la ciudad asistía siempre a la célebre fiesta del solsticio de verano.

Heidi, que era generalmente la cara visible en lo que al castillo se refería, era la encargada de organizar y contratar al personal de servicio que se encargaba, a su vez, de la decoración, el banquete, invitaciones y otros detalles. Sin embargo, ya que todos vivíamos allí, cada uno de los miembros de la guardia se encargaba de supervisar alguna sección.

Aro amaba las fiestas y siempre exigía que todo fuera absolutamente perfecto en este tipo de celebraciones, además del hecho de que debíamos pasar desapercibidos en la ciudad y debíamos evitar escándalos o chismes que dieran de que hablar. Esto era esencialmente importante, ya que era la única vez del año en que estábamos rodeados de tantos humanos a los que no podíamos matar, tanto la recepcionista y los mozos como todos el resto de los invitados debían seguir con vida al día siguiente por lo que teníamos que procurar comportarnos en extremo cuidadosos para no llamar la atención.

La fiesta era de gala, en ella todos usábamos antifaces y con ayuda de la iluminación nuestros ojos quedaban camuflados a los ojos humanos, mas no para los de nuestra clase. Aro encargaba atuendos exclusivos desde Paris para cada miembro de la guardia y las usuales capas oscuras quedaban guardadas por una noche en la que todos lucíamos finas telas en los más exquisitos diseños y la más completa elegancia.


Aquél año me encomendaron vigilar la ornamentación. Salí al balcón que daba vista a los terrenos de la parte posterior del castillo, para asegurarme que la decoración y la iluminación de los jardines estaban en orden, ya que como el motivo de la fiesta era el solsticio de verano, era lógico que la gente saliera a los vergeles a disfrutar de la calida noche. Me quede allí un momento disfrutando del refrescante aire veraniego que llegaba hasta el balcón donde me encontraba. Extrañaba tanto a Edward, todo el asunto de la fiesta me tenía ocupada día y noche y no había podido reunirme con él desde hacía casi una semana.

Llevaba puesto un ajustado vestido color aguamarina que llegaba a la altura de las rodillas y una entallada chaqueta del mismo tono con un fino cinturón negro a la altura de la cintura. Tenía el cabello recogido en un rodete dejando mi cuello despejado y un adornado sombrero reposaba en mi cabeza inclinado hacia delante, ocultando mis ojos para poder hablar tranquilamente con los empleados sin asustarlos.


- Señorita Isabella- dijo uno de los encargados- los arreglos florales para el gran salón estarán llegando al rededor de las 6 de la tarde.

- De acuerdo- contesté fríamente.

- En cuento al jardín, ya esta todo listo- dijo señalando los terrenos detalladamente arreglados.

- Me doy cuenta.

- Si no me necesita para nada más volveré a mis labores -dijo inclinando la cabeza, a lo que yo asentí.

Tenía tres horas antes de que me necesitaran otra vez. Tiempo más que suficiente para una última caza antes de la fiesta, iba a estar expuesta a una cantidad considerable de personas y debía manejar mi autocontrol al límite, era mejor no correr riesgos.


Salí apresuradamente del castillo en dirección a los bosques, me quité los tacones, el sombrero y los guantes de encaje, y los deje junto a un árbol hasta que volviera. Luego me adentré entre los espesos árboles que invadían el bosque en busca de mi presa. Ya había adquirido bastante práctica, en una hora y media ya me había alimentado de 3 ciervos y un jabalí sin derramar una sola gota de sangre y sin recibir un solo rasguño. Mi vestido seguía estando impecable, solo unos cuantos mechones, que caían por mi cara, eran la prueba de mi agitada caza. Volví a ponerme mis zapatos y el resto de los accesorios y comencé a caminar tranquilamente hacia el castillo, mientras arreglaba un poco mi desarmado peinado.


Entré al palacio caminando entre los funcionarios que corrían de un lado para otro arreglando todos los detalles. Subí hasta mi habitación para darme una ducha y vestirme. Sobre mi cama estaba el maravilloso vestido que Aro me había comprado, los exclusivos tacones y el hermoso antifaz. Me bañé y me vestí con calma, me peine cuidadosamente y finalmente me ajusté el antifaz.


- Isabella los invitados llegarán en cualquier momento, necesito que estés abajo con el resto de la guardia- dijo Heidi después de golpear mi puerta.


Por el tono de su voz, Aro debía estar desquitándose con ella por el más ínfimo error.

Bajé hasta el recibidor a reunirme con los demás que lucían increíblemente elegantes en sus majestuosos atuendos.


- Mi querida Isabella, deslumbrante como siempre- dijo Aro al verme llegar.

- No es necesario que te hagas esperar tanto para llamar nuestra atención- dijo Cayo de manera antipática, pero lo ignoré.

- Espero que esta noche todo salga perfecto- dijo Marco- Heidi cuento con que reservarás a los más apetitosos invitados para nuestra cena.

- Descuide maestro, eso ya lo tengo cubierto- Dijo Heidi con una macabra sonrisa haciendo una leve reverencia.

- Entonces, todos a sus respectivas posiciones mientras los invitados van llegando, no quiero nada fuera de lugar- dijo Aro- y por supuesto…que disfruten la fiesta- finalizó abriendo los brazos invitándonos a seguir con el itinerario estrictamente establecido.


Volví a subir por las escaleras hasta la habitación redonda donde estaban los tronos de Aro, Cayo y Marco. Caminé hasta el final de la habitación donde unas enromes cortinas color carmín cubrían la muralla, las hice a un lado para acceder a un corredor lleno de altos pilares que desembocaba en un amplio balcón interior con vista al gran salón de baile, donde se realizaría la fiesta. Desde aquél balcón los tres milenarios vampiros solían vigilar a los frágiles humanos mientras ellos disfrutaban de la fiesta. El balcón tenía escaleras por ambos lados, que bajaban hasta la pista de baile, y era ese el lugar donde yo debía quedarme hasta que llegaran todos los invitados.


El salón estaba bellísimo, lleno de flores y luces, no tardó en llenarse de alegres personas, vestidas con sus mejores trajes, para la única fiesta en el año realizada en aquel legendario palacio. Los mozos se repartían para atender a los invitados, trayendo copas con lo más finos tragos y las más exquisitas comidas en charolas de plata fina. La música en vivo a cargo de una completa orquesta completaba el ambiente de feliz celebración. La gente reía, brindaba y bebía disfrutando del ostentoso banquete que ofrecíamos.

Sentí a Aro, Cayo y Marco entrar en el balcón tras de mi y admirar con regocijo a la concurrencia, venían flanqueados por Sulpica y Athendora que reían alegremente mientras conversaban entre ellas sin prestarle mucha atención al resto de las personas en el lugar. Me disponía a realizar una reverencia y marcharme cuando llegó una muchacha del personal.


- Me han enviado con este exclusivo vino para los señores- dijo ofreciendo las copas que llevaba en su bandeja, las cuales estaba llenas de un liquido carmesí que reconocí de inmediato.

No quería beber, sabía que era sangre humana y había estado evitándola por completo durante prácticamente tres meses, no quería retroceder lodo lo que tanto me había costado avanzar.

- ¡Isabella, querida, un brindis!- dijo Aro a mis espaldas ofreciéndome una copa.


Me giré pensando rápidamente en alguna excusa para disculparme. Lo miré a los ojos, pero no pude decir una sola palabra. Ya que en ese mismo instante la copa cayó de su mano y se estrelló en el piso de mármol rompiéndose en mil pedazos, el líquido se esparció por el suelo, inundando la habitación del fresco y dulce olor a sangre...


*Nota de la autora: Chicas, con el dolor de mi alma debo decirles que esta historia está llegando a su fin... sólamente quedan 2 cap más y el epílogo, espero que hayan disfrutado leyendo tanto como yo disfruté escribiendola ^^ así que aquí les dejo las fechas de publicaciones:

- Martes 6: Cap 28

- Sabado 10: Cap 29 (final)

- Martes 13: Epílogo

5 comentarios:

  1. Me encantó el capítulo, la historia cada vez mejor, pero lamentablemente a punto de terminar :( Ahora esperar ansiosa el martes para leer el próximo !! :)

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  2. me da una pena terrible que acabe,pero estoy segura de que vendran otras historias increibles.
    que habra pasado con aro?
    que nervios...voy a por el proximo.

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  3. que gran sufrimiento para mi Bella solo espero que pueda controlarse maldito Aro lo odio!!! saber que culmina me llena de dolor amiga pero a la vez se que me dejaras con la boca abierta y estupefacta con algo nuevo te quiero felicidades!!!

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  4. Estúpido Aro. ¿Acaso habrá descubierto a Bella de que no ha estado tomando sangre humana? Después de todo, los vulturis no son tan tontos. Ya se me hacía raro que No sospecharan nada.

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    Respuestas
    1. Aro confiaba plenamente a que había entrenado lo suficiente mente bien a Bella como para que no los traicionara, pero como tu dices, no son nada de tontos...

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