jueves, 19 de enero de 2012

El visitante nocturno Cap 17

Capitulo 17
La marca del vampiro


El lunes llegué temprano a clases, había tenido una noche completamente tranquila, a pesar de que Edward no había dormido conmigo. Me estaba acostumbrando a dormir entre sus fuertes pero suaves brazos, sin embargo, luego del incidente del día viernes y de la cena del sábado no le había quedado mucho tiempo para alimentarse con el resto de su familia, por lo que el domingo tuve que prescindir de su compañía para que él pudiera saciar su implacable sed. Y eso estaba bien, debía darle algo de espacio, algo de tiempo para sus cosas de vampiros. Aun así extrañé enormemente sus besos antes de dormir.

Lamentablemente para mí, el tiempo había vuelto a estar tan frío como era lo usual en Forks, pero yo ya estaba acostumbrada a esto, los días de sol nunca duraban mucho tiempo. Y aquél día las nubes se habían encargado de cubrir cada pedacito de cielo por donde pudiera colarse algún rayito de sol. El instituto estaba compuesto por una serie de edificios fríos donde el viento corría en toda su extensión provocando escalofríos a todo quien se cruzaba en su camino.

Me ajusté bien el abrigo para que no me llegara la brisa directamente al cuello, ya que considerando mi suerte, en vez de coger un resfriado normal como todo el mundo, tal vez me diera pulmonía o algo así.

Me senté en mi asiento regular, justo al final de la sala, y en poco tiempo llegó Ángela quitándose su gorro y guantes ya que el salón estaba calefaccionado.


- Hola Bella- saludo alzando la mano- qué frío de locos ¿verdad?

- Tenía la esperanza de que el sol durara al menos un día más- dije soltando un suspiro.

- ¿Qué tal estuvo tu fin de semana?- preguntó.

- Interesante- dije limitándome a sonreír.

- ¿Y qué tal las cosas con Edward?

- Bastante bien, el sábado fue a cenar a mi casa y Charlie fue completamente agradable.

- Eso es genial Bella- dijo animadamente.

- Hola chicas- saludó una decaída Jessica.

- Hola Jess ¿estás bien?- preguntó Ángela.

- No, pase una noche espantosa- dijo señalando sus evidentes ojeras.

- ¿Estás resfriada?- pregunté.

- Si, creo que es un virus que anda dando vuelta o algo así- dijo tosiendo débilmente- y como si eso fuera poco tuve pesadillas prácticamente toda la noche.

- Que lastima Jessica.

- Lo único bueno es que mamá me compró esta maravillosa bufanda la semana pasada- dijo alardeando de su perfecto complemento de llamativos colores- no había tenido oportunidad de usarla antes, y ahora al menos distraerá la atención de mi horrible cara.

- No estás tan mal Jessica- dijo Ángela tratando de hacerla sentir mejor.

- Pero aquí dentro moriré de calor si me la dejo, y ahora nada llamará la atención más que mi cara de enferma- dijo haciendo un puchero resignada y quitándose la chaqueta y la bufanda.


Pero Jessica se equivocaba, ya que al menos a mi, hubo algo que me llamó la atención muchísimo más que su colorida bufanda. De hecho, más que llamar mi atención lo que vi me dejó paralizada. Y es que cuando Jessica se descubrió el cuello dejó a la vista dos pequeñas marcas enrojecidas, parecían heridas circulares apenas cicatrizadas.


- Jessica…- dije con apenas un hilo de voz- ¿Qué te pasó en el cuello?- pregunté aunque me temí que ya sabía la respuesta.

- ¿Aquí?- preguntó señalando las heridas- No lo sé, un insecto supongo, aparecieron esta mañana.


Era ridículo que me sorprendiera tanto, después de todo yo sabía lo que él era, probablemente esto había pasado muchas veces antes sin que yo siquiera lo notara, pero jamás me había puesto a pensar de qué personas se alimentaba Edward. En ese momento sentí una oleada de dolor en mi pecho y no sabía bien por qué. Sólo podía imaginar a Edward entrando en mitad de la noche en la habitación de Jessica mientras ella dormía, al igual que lo había hecho conmigo tantas veces.

“¿Y sueles visitar a la gente desconocida entrando por sus ventanas en medio de la noche?” había preguntado yo en nuestro primer encuentro” Si, regularmente” había sido su vaga respuesta. Ahora tenía una clara aproximación de lo que eso significaba.


- El maldito bicho me dejó marcas en el cuello y las piernas- prosiguió ella indicando la parte superior de su muslo.

- ¿En las piernas también?- pregunté con un chillido.

- Si, creo que voy a llenar de insecticida mi habitación desde ahora.


El profesor entró en la sala y las conversaciones cesaron, Jessica se giró en su asiento para quedar mirando al frente, pero yo no pude escuchar nada de lo que el profesor habló durante toda la hora. Mi respiración se había vuelto errática debido a la opresión que sentía en el pecho, tenía un nudo en la garganta y necesitaba pestañear constantemente para mantener a raya las lágrimas que se iban formando.


De todas las personas que había en el pueblo, por qué Edward tenía que beber la sangre de Jessica, sabía que ella era mi compañera y que se había mostrado descaradamente interesada en él cuando lo conoció. Me sentía completamente confundida, no podía ir a reclamarle a Edward que hubiera bebido de Jessica ya que él debía alimentarse, era su naturaleza, pero no podía evitar sentirme engañada. Y la imagen de Edward mordiendo su cuello y sus piernas me torturó durante todo el día.


Cuando me fui a la cama esa noche no pude contener por más tiempo las lágrimas que habían amenazado con derramarse por mis mejillas desde que había visto las marcas de Jessica. Así que dejé salir todo el dolor que sentía, me encogí en mi cama abrazando mis rodillas mientras sofocaba los sollozos. ¿Estaría Edward con Jessica nuevamente o habría ido a visitar a alguien más? No quería ni imaginar a quién tendría entre sus brazos en ese preciso instante. Sabía que debería sentirme agradecida de que él no quisiera beber mi sangre, pero al mismo tiempo, pensar que él no me deseaba de esa forma me hacía sentir completamente despreciada. ¿Encontraría Edward tan deseable a Jessica como ella lo encontraba a él? Al menos en cuanto a su sangre la respuesta era si.


Y justo cuando pensé que no podría sentirme peor, mi mundo se vino abajo a la mañana siguiente, tal vez fue debido a que aquel día estaba más pendiente que cualquier otro, pero mientras caminaba desde mi camioneta hasta el salón de clases fui mirando detalladamente a cada una de las personas con las que me cruzaba y me di cuenta que muchas chicas se veían pálidas y decaídas aquél día. Podría haberlo atribuido a la ola de resfriados que estaba azotando al instituto, pero no todas las chicas llevaban bufandas como Jessica, por lo que pude ver las marcas en sus marchitos cuellos confirmando mis más temidas sospechas.
Odiaba haber descubierto este lado de Edward, casi prefería seguir en la segura e indolora ignorancia en la que había estado hasta este lunes. Por que ahora era conciente de lo que hacía Edward cuando no estaba conmigo y no me gustaba en lo absoluto. Mi perfecto novio se pasaba las noches visitando a todas las chicas del instituto embriagándose con su sangre.

No podía entender que no lo hubiera visto venir, nunca le había preguntado que hacía el resto de la semana ni nada al respecto de su dieta y ahora estaba pagando las consecuencias de mi exceso de confianza. Me había sentido alguien especial cuando supe que Edward me visitaba cada viernes sólo para verme dormir y nunca se me pasó por la mente que el resto de los días probablemente visitaba a otras chichas.


El resto de las noches de la semana fueron igual de malas que la primera. Lloraba desconsoladamente rogando que la mañana jamás llegara ya que no quería descubrir al día siguiente con quién él había pasado la noche. Ahora que había salido de mi ceguera nada pasaba inadvertido ante mis ojos.


Y todas las malas noches me pasaron la cuenta, cuando el viernes llegó mi rostro se veía tan demacrado como si el mismo Edward hubiese bebido mi sangre. Pero no había sido así. Edward había mordido aquella semana a todas mis compañeras de Ingles, a la mitad de las de Biología y a dos de gimnasia. Eso sin contar al resto de las alumnas cuyas heridas quedaban ocultas por la ropa. Pero al parecer mi sangre no le era suficientemente interesante.


Cuando llegué a casa por la tarde arrojé mi bolso al piso sin ningún cuidado y me fui directo a la cocina, no tenía ánimos de nada así que preparé una sopa aun sabiendo que eso no haría nada feliz a Charlie, pero ya no daba más. Me fui hasta mi habitación excusándome de la cena y me metí en la cama tapándome la cara con el cobertor. Apenas respondí cuando mi padre vino a despedirse. Sólo reaccioné cuando sentí mi ventana abrirse lentamente, entonces me incorporé de inmediato para encontrarme con su perfecto rostro apenas a centímetros del mío, Edward me miraba sonriente.


- ¿Cómo está mi bella durmiente?- preguntó acercándose para besarme pero desvié el rostro.

Él me miró extrañado

- Lo siento ¿te desperté?- dijo afligido.

- No, no es eso.

- ¿Te encuentras bien? Te ves agotada Bella.

- Edward necesito hablar contigo- dije sin mirarlo a los ojos ya que necesitaba mantener mi concentración.

- ¿Que sucede?- preguntó notablemente extrañado.

- Edward, puede que no signifique nada y soy conciente de que tú necesitas alimentarte y todo eso, pero ¿es necesario que te alimentes de Jessica?

- ¿Qué?

- Y no es sólo ella. La verdad es que no creo que pueda soportar saber que visitas a todas y cada una de mis compañeras de clases. Quiero decir que podrías beber de mí si quisieras, no tienes que ir de casa en casa con todas las chicas del instituto, amenos que eso sea lo que realmente quieras.

- ¿Bella, de qué estás hablando?- preguntó entre divertido y enredado.

- Edward, sé que fuiste donde Jessica el domingo.

- Bella escúchame bien- dijo suavemente tomando mi cara entre sus manos- No te había dicho esto antes, porque no lo creí necesario pero dadas las circunstancias creo que será mejor aclarar las cosas.

-Ya sé que no tengo derecho a restringirte ni nada…

- Bella, escúchame- insistió él- … Mi familia y yo no bebemos sangre humana.

- ¿Qué?- ahora era mi turno de sorprenderme.

- Que desde hace muchos años tomamos la decisión de no morder más a los humanos, salvo algunas excepciones, y desde entonces sólo bebemos sangre animal- explicó.

- ¿Pero por qué?- pregunté sin entender nada.

- Este es nuestro pueblo, aquí nacimos y crecimos, la gente que hoy vive en este lugar son nietos o tataranietos de personas que conocimos personalmente. No queremos terminar convirtiendo a nadie ni mucho menos matarlas, por lo que decidimos buscar una fuente alternativa de sustento alimenticio.

- ¿Y los hermanos Hale?

- Ellos adoptaron nuestra costumbre cuando se nos unieron, pero como llevan menos tiempo les cuesta más controlarse frente los humanos, aun así no han vuelto a morder a nadie.

- ¿Entonces no visitaste a Jessica el domingo?- pregunté bastante aliviada.

- Claro que no- dijo dedicándome una sonrisa.

- ¿Y tampoco al resto de mis compañeras?- dije algo avergonzada por mi escena de celos.

- No hay nadie que me interese visitar más que a ti- respondió besando suavemente mis labios.


Yo sonreí contra su boca, rodeé instintivamente su cuello con mis brazos enredando mis manos en sus cabellos y perdiéndome en el sabor de sus labios, Edward tuvo que separarme suavemente para hacerme volver a la tierra.


- ¿Por qué creíste que estaba visitando a tus compañeras?- quiso saber.

- Es que Jessica tenía unas marcas en el cuello, ella dijo que había sido algún tipo de insecto, pero yo pensé que eran marcas como las que dejaría un vampiro- expliqué.

Entonces el rostro de Edward se endureció de pronto preocupándome.

- ¿Que sucede?- pregunté

- ¿Bella, todas tus compañeras tenían dichas marcas en el cuello?- preguntó.

- Si, la mayoría- contesté tratando de seguir el hilo de sus pensamientos.

- Bella, ninguno de nosotros ha estado mordiendo a los humanos, pero todas tus compañeras han aparecido con marcas…Eso solo puede significar una cosa- dijo lentamente y yo me tapé la boca comprendiendo al fin- Al parecer tenemos un nuevo clan de vampiros en Forks.

2 comentarios:

  1. oli 1313, estoy a la espera de los proximos caps :D

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  2. Oh, bueno. Yo que Bella no me sentiría menospreciada... Bueno, si triste... Y confundida. ¿No deberían estar muertas ya si fuera así? Bueno, que bueno que Edward le explicó.

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