Capítulo 2
Kimberly
Carlisle
Después de salir de la habitación mi mente se llenó automáticamente de cientos de interrogantes relacionados con la muchacha ¿Por qué se adentró en el bosque? ¿Quién la habría traído aquí? Sentía que necesitaba averiguar más sobre ella ya que me tenía muy intrigado.
Alisté mis cosas para irme a casa, me despedí de todos los doctores y subí a mi carro. Mientras manejaba revise mi móvil y vi una llamada perdida de Alice que me causó curiosidad, quizás Alice había visto a Kimberly ¿Qué habría visto? A pesar de mi curiosidad no quise llamarla, preferí esperar a verla en persona. En el camino empecé a divagar sobre las cosas que habían pasado hoy día y por sobre todo en Kimberly y me dije en mi mente “Me gustaría tener una hija como Kimberly” Me sorprendí ante este deseo, yo tenía muchos hijos, pero después de todo Alice, Edward, Jasper, Rosalie, Emmett y Renesmee estaban grandes y cada uno hacía su propia vida. Pensé que sería hermoso tener una hija como ella, alguien a quien pudiera ver crecer, ayudarla en sus tareas escolares y todo lo demás. Cuando me di cuenta ya había llegado a mí casa, estacioné el auto y caminé tranquilamente hacia el interior de la hermosa casa en la que vivíamos aun con la imagen de Kimberly como mi hija rondando mi mente. Cuando atravesé la puerta mi esposa me recibió con un tierno beso mientras mis hijos decían en coro: “hola papa” No había nada que quisiera más que a mi familia, ellos eran mi todo, les dediqué una sonrisa a cada uno.
- Carlisle pareces preocupado- dijo Rosalie luego de examinar mi rostro, nada se le escapaba.
- Si, la verdad es que estoy un poco preocupado - concordé yo.
- ¿Por qué?- preguntó Edward.
- Es que hoy a ultimas horas de la noche entró a urgencias una adolescente de 14 años, cuando me enteré de esto fui a verla y la verdad es que me partió el corazón, es solo una niña y se encontraba completamente vendada y llena de magulladuras – dije apenado recordando la imagen de la pequeña.
- Pobrecita- dijo Esme llevándose una mano al pecho- ¿Y cómo está?- preguntó como siempre tan cariñosa.
- Bien, gracias al cielo se está poniendo mejor – contesté para calmarla.
- ¿Y cómo se llama? - preguntó Rosalie interesada.
- Kimberly - respondí.
No hubo muchas conversaciones después, o quizás no fui conciente de ellos por que mi cabeza estaba en otra parte, pero cuando finalmente todos se fueron a sus respectivas habitaciones yo aun no podía quitar la imagen de Kimberly de mi mente.
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