viernes, 13 de mayo de 2011

Caminos Separados Cap 1

Capítulo 1

¿Quién dijo que la vida no puede ser perfecta?


Mi nombre es Isabella Swan, tengo 15 años. Vivo en Chicago, Illinois junto a mi padre Charlie y mi madre Rene, hace un año que estoy de novia con Edward Masen, el ser mas perfecto que podría existir. En cuanto termine la secundaria, nos casaremos y nos mudaremos al campo, donde podremos formar nuestra familia, hemos tenido mucho tiempo para planearlo.

Edward, mi novio, está en segundo año de medicina, vive con su madre Elizabeth, en realidad, él es mucho más que mi novio, es la razón de mi vida, no podría imaginarme con otra persona. Desde pequeña le he pretendido. Aun me cuesta creer lo afortunada fui al ser escogida, de entre tantas muchachas, por el amor de mi vida. Fue hace un año, en mi presentación en sociedad, me sorprendió mucho que más de un joven estuviera interesado en mi, excepto por el joven Mike Newton, que siempre hacía notar que yo le gustaba. Pero mi padre simpatizó con Edward al instante, es sabido que tiene una muy buena situación, sin embargo, a mi padre le importo mas la fama que tiene de ser alguien muy respetuoso. Edward es todo un caballero, en realidad, el es todo lo que una chica podría soñar. Cada día doy gracias de tenerlo a mi lado, me cuesta creer que me ame tanto como yo a él, sin embargo él se encarga de demostrármelo cada día.


- Aun no me decido por tu regalo, debe ser algo muy especial, algo único, tal ves podría encargar algo desde Europa, ¿que te gustaría?- Edward llevaba días planeando mi cumpleaños numero 16, para el que aun faltaban 2 meses.

- Edward, te he dicho que no quiero nada muy ostentoso, el hecho de tenerte a mi lado ese día, es el regalo mas grande de todos- le dije con una sonrisa en mi rostro, sabía que no lo convencería, pero no perdía nada intentándolo.

- Es lo mismo que pienso todos los días cuando veo esos maravillosos ojos- me miró tan intensamente que me hizo tiritar, luego besó mis manos. Siempre tenía ese efecto sobre mí, pero creo que nunca podría acostumbrarme, es como si pudiera tocar mi alma con solo una mirada, una mirada con esos ojos esmeralda que tanto adoraba- pero eso no quita que te merezcas un regalo fabuloso el día de tu cumpleaños – dijo finalmente con una sonrisa juguetona, como para alivianar el ambiente, ya que nos habíamos quedado mirando el uno al otro y nuestras miradas se volvían mas intensas cada vez.

Edward me acompañó hasta la puerta, habíamos estado paseando por el vecindario, como acostumbrábamos cada tarde, luego de tomar el té con su madre.

- Mi padre habrá permitido que realices una fiesta para mí, pero eso no quiere decir que me agrade la idea, sabes que soy muy torpe y lo más probable es que termine avergonzándote frente a todas tus amistades- dije mientras entrábamos al recibidor.

- Mi querida Bella, sabes que jamás dejaría que te avergonzaras, además estaré a tu lado siempre, no dejaré que nada te pase- sonrió como sólo él sabia hacerlo, esa sonrisa torcida que me volvía loca. A veces me avergonzaba de mis propios pensamientos, no podía esperar para ser su esposa.


Luego de saludar a mis padres, me abrazó fuertemente y me besó en la frente como solía hacerlo, un beso dulce y tierno, justo como es él. Lo miré irse hasta que su sombra no se vio más, entonces subí a mi habitación donde Emily, mi aya, me ayudo a acostarme. Soñé con él, como lo hacia casi todas las noches, según me cuenta mi aya, ya que me escucha hablar en sueños.

Al día siguiente me desperté muy temprano en la mañana, aun no amanecía, me preparé para ir a la escuela. Me pasé el día tratando de poner atención a mis clases, pero Edward era dueño de todos mis pensamientos. A finalizar el día, las religiosas nos guiaron a todas las chicas ordenadamente hacia la gran reja de la entrada.


-Bella, esperan por ti- dijo Ángela bajito, para que sólo yo oyera, con una voz que dejaba notar lo emocionada que esto la ponía.


Ángela había sido mi amiga desde muy pequeña, era muy sensata y no se preocupaba de andar chismeando como las demás chicas, eso me gustaba mucho de ella, era muy intuitiva sin embargo no le gustaba indagar en los problemas de los demás si sabia que no eran de su incumbencia. Ella supo desde el principio que me gustaba Edward y a pesar de que yo trataba de no hacerme muchas ilusiones, ella siempre me alentó, y fue quien se puso más feliz cundo le conté de nuestro noviazgo.

Edward me estaba esperando en su elegante automóvil en la entrada del establecimiento, sentí como la sonrisa se extendía por mi rostro al reconocerlo.


-¿Acaso puedo ser más afortunada?- le dije y ella rió de felicidad.


Iba vestido con un chaquetón largo de cuello alto, abierto, una fina camisa bajo el chaleco semi abotonado y su corbata de pañuelo. Estaba apoyado en el capot de su automóvil, mirando el reloj de bolsillo que sostenía en una mano mientras la otra reposaba en el bolsillo de su pantalón, y esperaba mi llegada.


Me despedí de Ángela y empecé a caminar hacia él, levantó la mirada y cuando sus ojos se encontraron con los míos todo el rostro se le ilumino, era simplemente hermoso, con su gorro de copa levemente inclinado hacia un lado, sus cabellos dorados se notaban alborotados en el lado que el gorro no cubría totalmente. Adoraba tocar esos cabellos, lo hacia cada vez que podía, era como una manía tratar de ordenarlos, lo cual al parecer es imposible. Su piel siempre tersa y blanca con un leve rubor por el frío en las mejillas, me hacían querer besarlas para entregarles un poco de calor. Obviamente no iba a hacerlo en público, no se vería bien en una mujer tan joven como yo, sin embargo eso no me impedía soñar. Edward era muy respetuoso conmigo, a veces demasiado, eran pocas las ocasiones que había tenido podido besar sus labios, y las veces que pasaba, era como tocar el cielo. Normalmente me besa en la frente, en las mejillas o en las manos, lo que no significa que no me quite un suspiro cada ves que sus labios tocan mi piel.


Tomó mis manos cuando estuve lo suficientemente cerca y las llevó a su rostro para besarlas. Sentí como el rubor subía a mis mejillas, el siempre me hacia sonrojar incluso con tan sólo mirarme. Me ayudó a subir al auto y luego subió él junto a mí. El chofer nos condujo hacia el centro de la ciudad, durante el transcurso del viaje su mano nunca soltó la mía, su pulgar dibujaba círculos en la palma de mi mano. No hablamos mucho, ya que fuimos mirando el paisaje, los árboles y campos que se veían de vez en cuando, iba sonriendo todo el tiempo porque sabía que Edward fingía ver el paisaje por mi ventana cuando en realidad me miraba a mí.

Ya en el centro caminamos por la plaza central entre los árboles de un verde casi tan magnifico como los ojos de Edward. El día estaba precioso, el sol brillaba en lo alto pero el calor no era abrasador, ya que, corría una leve brisa que refrescaba el ambiente.

Fuimos bromeando y riendo hasta una banca en el centro de la plaza, justo frente a la gran pileta. Los niños corrían de aquí para allá y sus risas se oían ir y venir.

En un momento de silencio lo miré a los ojos y estiré el brazo para acariciar su cabello que estaba aun más alborotado por la brisa, luego mi mano bajo hasta su mejilla y él puso su mano sobre la mía, se sentía tan bien.


- No tienes idea de cuánto te quiero Isabella Swan- sus palabras estaban cargadas de ternura.

- Solo sé que si me quieres tanto como yo a ti, seria mucho más de lo que podría merecer- dije con toda honestidad.

- Tú mereces eso y mucho más.

- No imagino la vida sin ti Edward- el solo hecho de imaginarlo me ponía la piel de gallina. Es que ahora que conocía el amor perfecto no podría encontrar nada que pudiera superarlo, si no es Edward nada mas podrá llenarme, él lo es todo.

- Yo jamás podría tener una vida sin ti Bella, porque si no estas, ya no seria vida- dijo con voz tan seria que me dejó sin palabras, sólo pude mirarlo a los ojos.

Me tomó la cara entre sus tiernas manos y la acercó a su rostro, cuando estuvimos separados por apenas unos centímetros me susurro a los labios.

- Te amo mi Bella- entonces presionó sus labios a los míos.


Su sabor era indescriptible, sus labios se amoldaban a los míos como si estuvieran hechos para estar unidos y se movían lentos como si temieran hacerme daño y aunque fuera suave, era tan apasionado que mis mejillas estaban encendidas y sentía calor en toda la cara.

Cuando nuestros labios se separaron sentía la cara roja, pero esta vez no me importó, era como si no hubiera nadie mas, sólo Edward y yo. Él tenia su frente apoyada en la mía, y sonreía de tal manera que me hacia sonreír a mi también, no había nadie que me hiciera tan feliz. Me miró con una mirada cómplice, vio hacia el lado por si alguien nos había observado y de improviso beso nuevamente mis labios, esta vez fue un beso fugaz, no me lo esperaba por lo que ambos reímos tiernamente. Sus ojos pasaban de mis ojos a mi boca como si realmente la deseara, pero se contuvo de besarme por tercera vez y simplemente acaricio mis rosadas mejillas.


Luego nos quedamos mirando el recorrido de los pájaros por el cielo, su brazo apretaba mi cintura junto a su costado, y mi cabeza descansaba placidamente en su hombro, hasta eso encajaban a la perfección.

Cuando la temperatura comenzó a bajar, caminamos de vuelta al coche que nos llevó a la casa de Edward, al llegar su madre salió a recibirnos.


- Edward querido, ¿dónde han estado?- dijo la señora Elizabeth mientras saludaba su único hijo- Mi querida Bella, pasa, debes estar congelándote, la temperatura comienza a bajar y no queremos que te resfríes- me dio un abrazo y abrió la puerta para que entráramos todos.

- Estuvimos paseando en la plaza, madre, se nos hizo un poco tarde, pero vinimos a acompañarte para el té- Edward ayudo a su madre a subir los escalones que daban a la puerta principal.


Su madre era una mujer muy dulce, actualmente ayudaba como voluntaria en el hospital, cuidando enfermos en lo que podía. Ella enviudó cuando Edward apenas era un niño. Edward padre, era un exitoso abogado, les dejó una gran fortuna y la Sra. Masen de ahí en adelante solo se preocupo por el bienestar y la crianza de su único hijo. Edward le estaba muy agradecido, por lo que siempre trataba de hacerla feliz hasta en los pequeños detalles como por ejemplo, acompañarla a tomar el té cada tarde.

-Pasemos a la salita, ya esta todo listo- dijo la Sra. Masen, y nos condujo por el corredor hasta la salita, tenía un gran bowindow que daba hacia la calle, con largas cortinas a ambos lados y cojines donde la Sra. Elizabeth se sentaba a bordar por las tardes.

Sobre una pequeña mesa redonda en una esquina de la habitación, había un par de finas tasas de té y pequeñas porciones de pasteles azucarados, mermeladas, leche y azúcar.

Junto a la mesa había dos delicadas sillas con cojines bordados seguramente por la misma madre de Edward.

La Sra. Masen y yo tomamos asiento junto a la mesa, Edward por su parte se sentó en un gran sillón de un solo cuerpo con un alto respaldo, que se ubicaba en la esquina contraria junto a un mesón en el cual reposaba un equipo de radio de los más modernos. Abrió un libro que descansaba sobre el mueble y comenzó a leer donde indicaba el marcador de paginas.


- Entonces Bella querida, le he dicho a Edward que debe invitar a la fiesta a sus superiores de la facultad de medicina, el director de la escuela estará encantado de asistir y conocer a la prometida del alumno mas aplicado de la facultad- dijo la madre de Edward con el orgullo a flor de piel- Además debemos enviarles invitaciones a los antiguos colegas de tu padre, sabes que les encantan las fiestas y siempre están felices de visitarnos- esta vez habló dirigiéndose a Edward, quien asintió sin quitar los ojos del libro.

- En cuanto al banquete, mi madre ha dicho que se hará cargo, ella conoce a los mejores reposteros, además ese mismo día ella y yo vendremos aquí temprano para ayudar en el orden, la organización y la recepción de los invitados- Me sentía a gusto de poder ayudar en lo que pudiera, ya era bastante de su parte que ofreciera hacer la fiesta en su casa, me sentía en deuda con ella.


Luego nos sumergimos en una conversación sobre el vestido que usaría, los guantes, el sombrero, los zapatos, la señora Elizabeth tenia tan buen gusto y siempre estaba feliz de ayudarme con lo que fuera. Me hacia regalos cada vez que me pillaba desprevenida, normalmente me negaba, pero siempre se salía con la suya, y finalmente me convencía de aceptar sus regalos, que por lo general era alguna fina prenda de importación.

Lo más importante de esta fiesta, no era sólo que fuera mi cumpleaños, sino que Edward iba a hacer público y oficial nuestro compromiso. Esa era la razón por la que finalmente accedí a que realizara la fiesta. Habrían importantes invitados como también amigas mías de la escuela. Me ponía muy nerviosa de sólo pensar en aquel día, pero aun faltan un par de meses, no hay razón para torturarme antes de tiempo.


-Aguarda aquí, debo mostrarte algo que vas a adorar- me dijo con mucho entusiasmo la madre de Edward.

La Sra. Elizabeth estaba muy feliz con lo del compromiso, ella adoraba ver que su hijo haubiera encontrado una buena mujer para que fuera su esposa, ya que ella se encontraba mayor y quería que su hijo quedara en buenas manos cuando ella no pudiera protegerlo más.

Un par de minutos después bajó las escaleras trayendo consigo un pequeño cofre de nácar, cuando llegó lo puso sobre la mesa.

-Debes probártelo, así sabremos como te queda, ya que en el caso de que haya que mandarlo a ajustar, debemos hacerlo con tiempo- habló casi para si misma como perdida en sus pensamientos.


Yo me quedé helada, sabia perfectamente que iba a comprometerme con Edward pero no habíamos hablado nunca sobre el anillo, de hecho, casi había olvidado la importancia del añillo en el asunto, pero ahora estaba frente a mí en un pequeño cofre y tuve temor de abrirlo.

Entonces sentí unas tibias manos posarse sobre mis hombros, miré hacia arriba y me encontré con un sonriente Edward al que los ojos le brillaban de felicidad, se arrodilló junto a mí, tomó el cofre en sus manos y lo abrió frente a mis ojos, rebelando su contenido.

Una bellísima pieza de joyería, un anillo antiquísimo de oro envejecido y diamantes incrustados, Edward lo tomó en sus manos y dejo el cofre sobre la mesa, tomó mi mano izquierda y deslizo el hermosísimo anillo por mi dedo anular.

Encajaba perfecto, no pude hacer más que sonreír mientras sentía que mis ojos se humedecían de lágrimas, Edward besó mi mano, luego se puso de pie, tomo mi mentón con su mano y me beso en los labios, mientras su madre aplaudía de felicidad.

¿Quién dijo que la vida no puede ser perfecta?


13 comentarios:

  1. Este es el primer cápitulo, el segundo se subirá la proxima semana el día viernes también. Espero que les haya gustado :D

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  2. Es hermoso!
    Me pondre al dia rapidito(ya que acabo de conocer tu blog)y te comento los capis :)

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  3. precioso es muy lindo leer algo de otra epoca me encanta!!!

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  4. No tengo palabras para describir lo que me pareció el capítulo,la que mas se le acerca:fantástico,me encanta la idea que has tenido,es alucinante,ya me quedé enganchada de esta historia,dios quien lo habría imaginado?aunque sabes que?con este comienzo me has dado muchísimas ideas para hacer otro fic,aunque creo que será el final de este fic,te contare mi idea antes de llegar mas lejos,para que despues me digas si me he acercado o no jejeje sinceramente tienes pluma de escritora y yo también me estoy empezando a animar,por cierto me encanta las fotos de la derecha,son geniales.Muchos besos y felicitaciones,espero que disfrutes del comentario y ya te escribiré más!

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  5. Sinn comentarios....Es hermosisimo el capitulo...me encanta

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  6. es hermoso y muy tierno este capítulo!!! me encanta Edward!!! pero no todo es color de rosa :/ y supongo que algo pasará u.u en fin seguire leyendo....
    por cierto me encantan las imagenes !!!

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  7. Bueno, primero que nada quiero que sepas que yo ya voy en el capitulo 10(Si ya se, que mala onda, 10 capitulos y apenas me acabo de volver seguidora, pero sinceramente no me enganchó la historia hasta el capitulo cuatro y cinco), no soy tan nueva leyendo, solo me regresé al capi uno para comentar algo en gral. Creo que este es el segundo mejor fan fic que he leído (El primero es Letras de medianoche de Alexa Cullen)
    Y la verdad el tuyo en parte me gusta más porque no te atienes tanto a lo escrito por meyer. Solo pienso que para que Bella fuera de veras Bella, tendría que ser un poquitin más necia XD digo, ya se que en ese entonces las cosas eran diferentes y además Charlie y Renne no estaban separados, por tanto no digo que Bella tenga que tener problemas con el compromiso, pero si que tuviera un poquito más de caracter. A proposito, me encantan tu imagenes, son geniales, en especial la de hasta arriba, me fascina ese dibujo. ¿Donde editas tus imagenes? de edición de imagenes no se mucho, pero me gustaría aprender como le haces para que te queden tan padres.

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    1. ¿Sabes como encontré tu blog? Buscando a ver si el palazzo dei priori era real o puro cuento de Meyer
      (Lo se, que tonto) pero pues, piensalo. Gracias a que no soy muy buena en geografía y además soy media desconfiada, halle tu blog, y además obtuviste otra seguidora. Las cosas que pasan gracias a nuestros defectos y tonterías.

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    2. Hola! gracias por tus comentarios de verdad son halagadores ^^ Gracias por seguirme y tomare en cuenta tus criticas para futuras historias ^^ Las imágenes las edito con photoshop.
      Lo curioso, es que la semana que viene se cumple un año desde que termine este fanfic, y justo hoy me puse a leer unos capítulos para rememorar y fue muy agradable y nostálgico. Me sorprendió ver la cantidad de comentarios nuevos que tenia!
      Le tengo demasiado cariño a esta historia (fue la primera que escribí)
      Y encuentro muy divertido la forma en que encontraste mi blog ^^ son como cosas del destino jaja

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  8. Oye, que curioso, no me había fijado. Lo publicaste el trece de mayo. :D digo, ya se que en photoshop editas la imagenes :D pero que programa usas, digo lunita :D

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    1. Bueno, ya sé cual usas, es el photoshop S6. Esque en ese entonces casi no sabía nada de programas :P

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