Ayer 10 de Enero fue el cumpleaños de Alex, quien interpreta al temperamental Paul de la tribu quileute en la saga crepúsculo, solía ser el "Beta" de la manada de Sam antes de que Jacob se uniera a ella, y en su pequeña venganza personal se imprima de la hermana de este en el último libro (en realidad no fue venganza aunque viniendo de Paul no me sorprendería) También tuvo el privilegio de ser abofeteado por nuestra queridísima Kristen Stewart en New Moon ^^ Alex Meraz además de interpretar aun sexy hombre-lobo en una de las sagas más exitosas de la historia, es también practicante de las artes marciales y un excelente pintor con sólo 27 años :)
El lado de la cama que había ocupado Edward durante toda la noche estaba vacío cuando me desperté por la mañana, no me sorprendí esta vez, pero aun así no pude evitar desanimarme por este hecho. La luz del sol se colaba por la ventana despertando cada una de las células de mi cuerpo, entrando por mis poros y revitalizándome por completo, pero esta maravillosa sensación que siempre me había fascinado, era algo que jamás podría compartir con él. Por primera vez fui realmente conciente de nuestras claras diferencias, de la gran brecha que nos separaba y de lo complejo de nuestra situación. Él era un vampiro, yo era una humana. Mi sangre siempre sería una peligrosa tentación, sin importar su admirable autocontrol. Y estaba total e irrevocablemente enamorada de él.
Había sobrevivido a la noche y eso era más que reconfortante, sin embargo, ahora que tenía pleno conocimiento de que ellos andaban por las calles cada noche no creía que fuera capaz de volver a dormir, realmente estos vampiros me ponían los pelos de punta. No todos ellos evidentemente. La verdad era que a pesar del horrible nombre del hermano de Edward, él no era muy diferente de su hermana, podría haberlo puesto incluso dentro de mi clasificación de personas agradables. Y los padres tenían una actitud que contrastaba completamente con su naturaleza y su modo de vida, es decir, ellos eran bebedores de sangre de personas inocentes, sin embargo, eran las personas más amables que hubiera conocido, casi rayando en lo anormal, claro que era difícil pedir que un vampiro se mantuviera dentro de los márgenes de normalidad en algún aspecto de la vida. De cualquier forma, ser alguien anormalmente amable nunca podría considerarse algo malo. Pero otra cosa bien diferente eran los hermanos Hale, no era sólo sus nombres lo que los hacía tan espantosos, era sus personalidades. En todo el tiempo en que estuve encerrada en ese espantoso ataúd pude sentir el ambiente cargado de una tensión sobrecogedora, me sentí como un pequeño ratón escondido en su agujero rogando que los enormes gatos no notaran su presencia, me sentí como una presa que en cualquier momento iba a ser cazada.
Pero con Edward no era así, nunca había sido así, ni siquiera desde el primer momento en que lo vi, él siempre había sido alguien diferente pero nunca alguien atemorizante, exceptuando el momento en que pensé que era un ladrón o un psicópata. Yo podía aceptar sus diferencias y lidiar con ellas, pero estas diferencias ibas ligadas a un mundo al que yo no pertenecía.
Traté de no darle mas vueltas al asunto, le di una mirada al reloj de mi mesita de noche y me llevé una gran sorpresa cuando me di cuenta que era más de medio día, me extrañó que Charlie no me hubiera despertado para ir donde los Black. Salí de mi habitación y encontré a papá viendo la televisión relajadamente en la sala.
- ¿No iremos donde Jacob hoy?- pregunté confundida.
- Ah. No, los llamé para cancelar- contestó sin despegar los ojos del televisor- Pero los invité a cenar esta noche, espero que no te importe.
- ¿Planean atacar a Edward entre todos? - pregunté irónicamente.
- No es una mala idea- dijo soltando una risa seca.
- Papá, él es importante- dije casi como una suplica.
- No voy a avergonzarte frente a él- dijo mirándome al fin, parecía casi resignado- Es sólo que todo esto del nuevo novio es algo nuevo para mi, creí que necesitaría apoyo.
Asentí sin decir nada, al menos había desistido en su intento de intimidarlo hasta que saliera corriendo por la puerta, eso me daba alguna esperanza de que la cena fuera menos funesta.
El almuerzo fue incómodamente silencioso, cada ruido proveniente de la calle , ya fuera de un auto o del mismo viento, conseguía que Charlie echara una mirada sospechosa hacia la puerta, como si esperara que Edward fuera a aparecer con siete horas de antelación y a plena luz del sol, como si eso fuera posible. Parecía que la cena de esta noche realmente lo tenía nervioso, y eso que no era él quien iba a pasarse toda una velada tratando de disimular las inusuales tendencias vampíricas de su novio.
- Bueno, yo voy a estar en la cocina, voy a empezar a arreglar todo- dije más entrada la tarde.
- Claro, claro- dijo él echando una mirada a su reloj de pulsera- yo voy a salir para hacer algunas compras- agregó poniéndose de pie.
Me puse manos a la obra de inmediato, amaba cocinar porque me mantenía distraída y eso era justo lo que necesitaba ahora. Lo bueno sería que al menos más personas podrían disfrutar de mi cocina además de Charlie y de mí. Puse en el horno unos bollos de canela rellenos con chocolate, los favoritos de Charlie, necesitaba mantenerlo contento para que todo fuera más agradable. Dejé descongelando un enorme salmón para la cena, esto me daría un punto extra, y mientras tanto preparé ensalada de batatas y otras raíces.
- Bella, ya volví – anunció Charlie luego de cerrar la puerta- traje algunas cosas.
Me asomé por la puerta de la cocina y lo vi con varias bolsas del supermercado, Charlie odiaba hacer las compras. Me di cuenta de que realmente se estaba esforzando y sentí remordimiento por haber pensado que quería armar una escena frente a Edward para espantarlo.
- Vaya, gracias- dije con una tímida sonrisa.
- Bueno, no es nada muy importante- dijo restándole importancia.
- Compraste merenguitos- dije sorprendida- los favoritos de Jacob.
- Es que no sabía cuales eran los favoritos de Edward.
- Descuida, está bien, a Edward no le gustan mucho las cosas dulces- dije restándole importancia y luego agregué en mi mente “o cualquier otro tipo de alimento”.
- Bueno, supongo que al menos Jake los disfrutará.
- Ya lo creo que lo hará- dije riendo.
El timbre sonó y unas voces conocidas me indicaron que Billy y Jake estaban aquí, yo estaba terminando de ordenar todo en la mesa por lo que Charlie les abrió y los invitó a pasar.
- Huele delicioso- dijo Billy al entrar- eso no puede ser nada más que pescado al estilo Swan.
- Espero que esté a la altura del de Harry Clearwater- dije riendo.
- Bueno habrá que probarlo para saber- contestó con una gran sonrisa.
- ¡Merenguitos!- dijo Jake llegando a mi lado y metiéndose dos a la boca antes de que pudiera detenerlo.
- Calma muchacho, no quiero ningún ahogado hoy- dijo Charlie.
- Bella, eres la mejor- dijo Jake con la boca llena.
- Agradécele a Charlie, él los compró.
- Jefe Swan, usted si tiene buen gusto- dijo haciendo una reverencia.
- Traga antes de hablar, Jake, que mala costumbre la tuya- dijo Billy.
- Y Jake, trata de dejar algo para los demás- dije bromeando- Yo voy a subir a cambiarme de ropa, no te metas a mi cocina ¿de acuerdo?- dije con una mirada amenazadora.
Estaba terminando de vestirme cuando escuché el timbre de la puerta así que bajé a toda prisa. Edward acababa de entrar en la sala, Alice probablemente le había advertido que no podía venir con su ropa usual, era la primera vez que lo veía vistiendo ropa normal, ropa de esta época. Pero estaba tan pulcramente arreglado y su actitud era siempre tan educada que me sentí completamente fuera de lugar en mi propia casa y sentí deseos de volver a mi cuarto para tratar de encontrar algo más apropiado que estuviera a su altura, era imposible que alguien se viera tan bien con unos jeans y una camisa. Corrección era imposible que alguien normal se viera tan bien así, pero Edward no era alguien normal, de hecho su belleza era algo completamente sublime.
- Bella- dijo dedicándome una calida sonrisa- te ves adorable esta noche.
Y parecía que realmente lo pensaba, por la forma en que me miraba.
- Hola Edward- dije sonriéndole y volviendo a sentir las mariposas que me atacaban cada vez que estaba cerca de él.
No importaba que tan diferentes fuéramos, yo lo quería a él y sólo a él, sin importar lo complicado que esto pudiera ser. El resto de los saludos fueron tan extraños como la situación misma, demasiado educados por parte de Edward, demasiado incómodos por parte de los demás. Luego de eso nos sentamos a comer. Jacob no dejo que nade más probara los merenguitos que Charlie había comprado.
- Por dios Jacob, ten algo de compostura- dijo Billy, probablemente abrumado por la actitud de Edward, tan contrastante con la de su hijo.
- Lo siento, ¿tu quieres alguno?- dijo ofreciendo a Edward el ultimo que quedaba, justo antes de echárselo a la boca.
- No, muchas gracias- dijo Edward sonriendo ante la imagen.
- Estupendo- contestó devorándoselo.
- Pobre de ti que no quieras comer mi salmón por haberte acabado todo eso- dije yo riendo.
- Bella, créeme eso no va a pasar- dijo Billy riendo.
- Entonces Edward, ¿estás en la universidad?- preguntó Charlie dando por terminado el tema de la comida.
- Bueno, en realidad tomo clases en casa, con un profesor particular- dijo mirándome para confirmar que no se había equivocado en las respuestas prediseñadas que habíamos preparado.
- Vaya, eso es poco común estos días- dijo Billy.
- De seguro es más entretenido que tener que ir a la escuela todos los días- dijo Jacob- ¿Puedo tener yo una profesora particular?
- Olvídalo- dijo Billy y la expresión de Jacob hizo que todos se rieran a carcajadas.
- Descuida Jacob, no te pierdes de mucho, estar siempre encerrado en casa puede resultar muy monótono después de varios años- comentó Edward- A mi por ejemplo me encantaría poder asistir al instituto de Forks.
- Si ya lo creo que si- dijo este lanzando una mirada en mi dirección.
- Eres el primer chico que escucho decir que le gustaría ir a la escuela, no estarás tratando de quedar bien conmigo ¿o si muchacho? - preguntó mi padre.
- En lo absoluto seños Swan, es sólo que me parece muy interesante poder interactuar con todas las personas que van a la escuela.
- Lo dices como si no salieras nunca de tu casa.
- Bueno no salgo tanto como me gustaría.
- Yo opino que eso es mejor, hoy en día ya no hay muchos chicos que se queden en casa, todos se van de parranda cada fin de semana sin ningún límite.
- ¿Cómo tú? - pregunté yo causando que Billy estallara de la risa.
- Charlie no engañas a nadie con tu postura de padre modelo - dijo el padre de Jacob.
- Mira quién lo dice- respondió Charlie algo avergonzado.
- Pues Jacob no se ha quejado de mí hasta ahora.
- Eso es porque ha estado toda la cena con la boca repleta de comida- argumentó Charlie.
Jacob trató de defenderse, pero justo se había echado a la boca un gran trozo de salmón y sus inútiles intentos hicieron que todos, incluido Edward, se carcajearan.
La cena siguió de manera muy relajada, disipando mis miedos y superando todas mis expectativas. En realidad había sido una gran idea invitar a Billy y Jake. Cuando nadie miraba, Edward me pasaba su comida al plato y yo la pasaba al de Jacob, quien no parecía notar que su plato jamás se acababa. Cuando el reloj marcó las 10 de la noche Edward anunció que debía marcharse para llegar a su casa a una hora prudente.
- Vendré a visitarte más tarde- susurró en mi oído cuando se despidió de mi.
Charlie parecía haber superado finalmente su trauma inicial por el primer novio de su única hija, se veía relajado he incluso reconoció que Edward era un buen chico, Billy ayudó en eso y Jake volvió a ser mi amigo tal y como yo lo recordaba, exceptuando una que otra mirada que me lanzaba cuando algo no le parecía bien, su comportamiento fue de lo más normal, algo que aprecié infinitamente.
Al final del día no podía creer que me hubiera preocupado tanto por algo que fluyó de manera natural, casi como si todos los presentes fuéramos humanos.Y como nadie irrumpió el comedor con una estaca, pude concluir satisfecha que la cena había sido un completo éxito.
Miré alrededor buscando alguna respuesta a sus tensas expresiones, pero nadie me explicó nada. Sin embargo, tenía claro que no era nada bueno, eso se sentía en el ambiente, no había que ser súper sensorial para darse cuenta.
- Edward, será mejor que te lleves a Bella- dijo Carlisle con tono aprensivo.
- Ya están adentro, no puede salir sin toparse con ellos- dijo Esme mirando la escalera por la que ya se oían los pasos.
- Que se esconda en tu féretro- dijo Emmett. Y creí que estaba bromeando nuevamente, pero al parecer no era así esta vez.
Edward me miró con culpabilidad, me tomó en brazos y me llevó rápidamente por el pasillo sin darme tiempo de hacer preguntas. Al final del corredor había una sala más amplia, con siete ataúdes puestos uno al lado del otro. Edward abrió rápidamente el último de estos y tomándome en brazos me metió en él.
- Bella, quédate aquí en silencio, me desharé de ellos como pueda y volveré a buscarte. No te asustes, todo saldrá bien- dijo antes de cerrar la tapa sobre mi.
La oscuridad me envolvió y el miedo también. Jamás habría imaginado esta situación, si había algo peor que visitar los padres de tu novio vampiro en un cementerio, eso era terminar encerrada en un ataúd tratando de esconderse de otro par de sanguinarios vampiros.
Traté de mantenerme en silencio, pero mi respiración estaba increíblemente acelerada por el miedo. No veía nada a mí alrededor y comencé a sentir una creciente claustrofobia. El ataúd olía a humedad, el acolchado de las paredes estaba ligeramente apolillado y el aire se sentía viciado. Sentí los ojos humedecidos por el miedo y mi barbilla comenzó a temblar cuando escuché susvoces.
- Pero si no es mi adorable Rosalie, la más despiadada de todas- saludó cariñosamente Emmett a su novia.
- No hay nadie más despiadada que yo - contestó una suave pero tétrica voz de mujer, seguido de una risa infernal y un estruendoso beso. Se me puso la piel de gallina.
- Cariño, volviste antes- oí decir a Alice con su dulce voz.
- No había nada muy interesante de lo que alimentarse- dijo la voz de un hombre.
- Tal vez sea por el frío, pero todos parecen haberse escondido- dijo la mujer arrastrando las palabras.
- ¿Y ustedes qué hacían mientras no estábamos?- dijo el hombre que parecía ser Jasper el terrible.
- ¿Nosotros? - dijo Emmett- Nada, absolutamente nada, de hecho el aburrimiento me estaba matando.
- ¿Que tal si jugamos algo?- dijo Alice- Tal vez una partida de ajedrez.
- Tal vez Rose y Jasper quieren ir a darse otra vuelta, en vez de quedarse aquí toda la noche jugando ajedrez- dijo Edward- ¿no crees Alice?
- Tienes razón, no sé en qué estaba pensando- contestó ella captando la indirecta.
- La verdad es que estoy muriendo de sed- dijo la mujer llamada Rosalie.
- Lo ves- dijo Edward.
Traté de pensar positivo cuando escuché que se irían nuevamente, no aguantaba ni un minuto más en ese ataúd. Pero para mi desgracia, nunca he sido alguien con mucha suerte.
- Espera un momento- dijo el novio de Alice poniéndome alerta de inmediato, traté de escuchar lo mejor posible a través del ataúd de madera.
- ¿Que sucede?- preguntó Carlisle tratando de parecer casual, pero la preocupación tiño sus palabras.
- ¿No huelen eso?- respondió el otro vampiro lentamente. En ese segundo dejé de respirar.
- ¿Oler? Yo no huelo nada- dijo Emmett olfateando ruidosamente- ¿Tu hueles algo Edward?
- ¡Pff! Claro que no ¿Qué podría oler aquí además de nuestros parientes?- dijo él notablemente nervioso.
- Sangre… - contestó la mujer llamada Rosalie.
- Sangre increíblemente dulce- agregó Jasper.
- Cariño, no es por ofender tus habilidades olfatorias- dijo Alice- pero estás muerto de hambre, tal vez te lo estás imaginando.
- Yo no me estoy imaginando nada- dijo Jasper ofendido.
- Y yo tampoco- concordó Rosalie con determinación- Y viene de por aquí- agregó mientras caminaba por el pasillo en mi dirección.
- ¡Noo!- dijo Edward alterado- Probablemente fue alguien que pasó por afuera del cementerio, quizás fue Sam.
- Por favor, Sam no huele así- dijo Rosalie soltando una carcajada.
- Es cierto, él huele a jabón y a abuelito- dijo Jasper.
- Si, el aroma que hay aquí es completamente diferente- dijo Rosalie.
- Y completamente delicioso- prosiguió Jasper.
- Y completamente de afuera- dijo Edward- No es posible que él olor venga de aquí, sean razonables.
- Es probable que tengas razón- aceptó Jasper.
- Que tal si vamos todos a ver- dijo Alice con su usual tono entusiasta.
- De acuerdo, vamos todos- dijo Emmett.
- ¿Vienes Edward?- preguntó Jasper.
- No, vayan ustedes- contestó distraídamente- la verdad es que me alimenté temprano y creo que me iré a dormir.
- Pero es muy temprano- protestó Rosalie.
- …una siesta- se corrigió Edward.
- Está bien, allá tú- respondió ella.
- Pero antes de irnos esperemos que Edward se vaya a acostar- dijo Emmett divertido.
- Mmm claro, no hay problema Emmett…- dijo Edward incomodo y escuché sus pasos dirigirse hacia mi.
Entonces sentí la puerta del ataúd abrirse apenas y Edward entró tratando de no revelar mi presencia en él. Se puso un dedo en los labios para indicarme que debía seguir en silencio y cerró la tapa detrás de si. Quedamos completamente apretados allí adentro, nuestras caras estaban apenas a centímetros de distancia y nuestros cuerpos estaban aplastados uno sobre el otro tratando de ocupar todo el espacio disponible. Y a pesar de que aun tiritaba del miedo, debía admitir que tener a Edward conmigo en aquel espacio tan reducido mejoraba considerablemente el panorama, al menos me sentía protegida.
Fuera, en el pasillo aun se oían las voces del resto de los vampiros preparándose para salir, Alice decidió que debía cambiar su atuendo antes de dejar el mausoleo y Emmett lanzaba comentarios poco disimulados sobre la gran siesta que Edward debía estar teniendo en este momento.
- Recuerden no quedarse hasta muy tarde afuera- escuché decir a Esme.
- Descuida mamá, volveremos antes de las luces del alba- la calmó Alice.
- Y no molesten al cuidador- dijo el señor Cullen.
- No lo molestaremos…mucho- dijo Emmett.
- Hablo en serio Emmett- dijo el padre de Edward.
- Descuide, yo controlaré a Emmett- dijo Rosalie.
- Gracias Rosie- dijo Esme.
- Dulces sueños Edward- gritó Alice.
- Si, Edward. Y si te falta espacio para tu “siesta” puedes usar mi ataúd- agregó Emmett.
- ¿De qué hablas?- preguntó Rosalie.
- Nada amor- contestó- Es sólo que Edward se mueve mucho al dormir.
- No pierdan más tiempo- dijo Carlisle- váyanse ya.
Y al fin sentí el glorioso sonido de los pasos de seis vampiros en dirección al primer piso y el chirriante crujido de la reja de metal al cerrarse al mismo tiempo que una oleada de alivio me invadía el cuerpo.
- Bella lo siento tanto- dijo Edward en un susurro.
- Por suerte ya se han ido- dije yo algo más calmada.
- Ven aquí -dijo él acunándome en sus brazos, lo que no era muy sencillo por el estrecho espacio- todo está bien ahora.
Apoyé mi cara en su cuello mientras me dejaba calmar por su voz. Él besó mi pelo y acarició mis brazos. Levanté la cara para mirarlo a los ojos, pero apenas podía distinguirlo en la oscuridad. Lo que si distinguí fueron sus labios cuando los apretó contra los míos.
- ¿Podrás perdonarme?- preguntó con angustia en la voz.
- No fue culpa tuya que llegaran tus sicóticos cuñados.
Sentí que la puerta del ataúd volvía a abrirse y la tenue luz me dejó ciega por un par de segundos. Me apreté más a Edward, asustada de que fuese Rosalie o Jasper al darse cuenta que afuera no había nadie. Pero al mirar sobre su hombro me encontré con la intrigantemente amable cara de la señora Cullen.
- Querida, los hermanos Hale ya se han ido del cementerio, no hay moros en la costa.
- Gracias al cielo- dije tratando de ponerme de pie.
- Pobrecilla- dijo Carlisle- debes haber estado muerta de miedo- por favor acepta nuestras sinceras disculpas.
- No se preocupen, estoy bien- dije más por cortesía que por sinceridad.
- Sólo espero que no tomes una imagen equivocada de ellos- dijo Esme- No son malas personas, es sólo que no tiene tanto control como nosotros.
- Ven - dijo Edward ayudándome a ponerme de pie- te llevaré a casa.
Me despedí rápidamente de los padres de Edward, pero no me comprometí a venir a visitarlos otra vez, la verdad era que eso estaba completamente fuera de mis planes.
Una vez en mi casa la ligera calma, que me había tranquilizado momentáneamente, se esfumó por completo. En algún lugar allá afuera andaban sueltos cuatro vampiros sedientos de sangre, buscando a alguien a quien morder. Imaginaba la ventana abriéndose en mitad de la noche y a un vampiro atacándome mientras dormía. Todos estos pensamientos lograron traer de vuelta los temblores a mi cuerpo, y Edward lo advirtió de inmediato ya que me tenía abrazada.
- Bella, jamás debí haberte llevado al mausoleo, fue la peor idea de todas las que he tenido en los últimos cien años- decía carcomido por la culpabilidad.
- No fue tu culpa- logré decir tratando de apaciguar su severa autocrítica.
- No debería haber puesto en riesgo tu vida asumiendo que ellos estarían alimentándose, fui un estúpido- se recriminó.
- Pero no tenías cómo saber que volverían antes de lo esperado- traté de justificarlo, me sentía terrible por su culpabilidad pero no podía ocultar el miedo que sentía y él lo notaba.
- Debería haber tomado en cuenta la opción- dijo completamente mortificado.
- Solo espero que la cena de mañana con mi padre sea menos catastrófica- dije como broma tratando de distraerlo.
- Eso sólo sería posible si tu tío fuera Sam Uley y tu padre cocinara un cargamento de ajos- contesto más relajado.
- La que cocina en esta casa soy yo, y de cualquier forma no estarás obligado a comer, podemos inventar una excusa. En cuento a Sam, papá jamás lo dejaría entrar a la casa así que no debes preocuparte por él- dije sonriendo.
- Entonces no correré ningún peligro.
- Edward… ¿Crees que ellos estén por allí afuera aun?- pregunté luego de un momento en silencio y sin poder disimular el terror en mi voz.
- Tranquila Bella, ellos no se acercarán a tu casa- contestó con convicción.
- ¿Cómo puedes saberlo? Ellos ni siquiera saben que yo soy…Que nosotros…Ellos no saben de mi- dije incapaz de utilizar la palabra “novia” en voz alta, ya que en estricto rigor, él no me había pedido ser su novia oficialmente.
- Pero ellos nunca vienen a este lado del pueblo- aseguró.
- ¿Estás seguro?- insistí preocupada.
- Bella, me quedaré contigo toda la noche para que no tengas miedo, no dejaré que nada te asuste, velaré tus sueños hasta el amanecer de ser necesario- dijo mirándome fijamente a los ojos y luego besó mi frente.
Me metí bajo las mantas de mi cama y Edward se acostó junto a mí, me abrazó por la espalda con sus fuertes brazos. Y mientras tarareaba una canción para mi, iba dejando suaves besos por mi cuello y mis hombros. Pero ahora yo estaba mucho más conciente que la ultima vez que había dormido junto a él, y al parecer mi cuerpo también, al menos mil mariposas revolotearon en mi estomago cuando sus labios rozaron mi piel. Era imposible tratar de dormir, así que me giré quedando de cara él y lo besé con toda la intensidad que me fue posible.
Siempre dicen: Mejor tarde que nunca! Y eso se aplica muy bien en esta ocasión, ya que resulta que sufrí un colapso mental o algo por el estilo creo yo, porque no publiqué nada el día 14 de diciembre! Y en esa fecha precisamente, mi queridísimo Jackson estaba celebrando su cumpleaños numero 27! Pero aquí está un pequeño homenaje a uno de los vampiros más sexy de la saga crepúsculo! nuestro hermoso Mayor whitlock, alias Jasper Hale. Pero ante todo, un excelente músico, cantante y actor, Jackson Rathbone.
Aun no saben cómo decorar su árbol de navidad?? Bueno, aquí les dejo algunas simples, pero lindas ideas para que tengan una navidad con todo el estilo twilight ^^
Partiendo con una imagen de la casa de los Swan en navidad escena exclusiva de Breaking Dawn part 2
Hoy, en la maravillosa víspera de navidad, está de cumpleaños nuestra adorada Stephenie Meyer!! autora de una de las sagas mas exitosas de la historia! Gracias a ella podemos tener todas en nuestras respectivas repisas al menos 7 de los más maravillosos libros, todos de esta increíble escritora ^^ De todo corazón le deseo un muy feliz cumpleaños y una prospera navidad ♥
El aire estaba tan frió cuando salimos por la puerta de entrada, que salía de mi boca en forma de vaho. Pero el escalofrío que recorría mi cuerpo no se debía únicamente al frío, la verdad es que estaba aterrada. Ya era bastante estresante saber que iba a conocer a los padres de Edward, como para además agregar el pequeño detalle de que ellos, al igual que el resto de su familia, eran vampiros y que íbamos a estar reunidos en un mausoleo en medio de un tétrico cementerio.
Caminé hacia mi camioneta pensando que tendría que conducir hasta allá, pero Edward me detuvo tomando mi mano.
- ¿Te molestaría ti te llevara yo?
- ¿Quieres conducir tu? - pregunté ofreciéndole las llaves.
- No, los vampiros no habituamos andar en automóvil, salvo algunas excepciones. Como por ejemplo, en una cita con la humana más adorable de toda la ciudad- dijo bromeando.
- Entonces ¿cómo se mueven los vampiros?…No vas a convertirte en murciélago ¿o si?- pregunté mirándolo con precaución.
- ¿Murciélago? No, pero qué cosas dices- contestó riendo- Bella eres tan graciosa.
Pero yo en realidad no lo había dicho como broma. Después de todo, siendo un vampiro que no se refleja en los espejos, no puede salir a la luz del día y le teme a ajos y a estacas. Habría sido algo completamente esperable que se transformara en murciélago para movilizarse en los oscuros cielos de la noche, como hacían los vampiros en las películas.
- Entonces ¿cómo iremos?- pregunté.
- Corriendo- dijo con una sonrisa.
- ¿Corriendo?- repetí alarmada- No es que no me guste el ejercicio físico, pero la verdad no soy muy buena para eso, soy realmente torpe- dije tratado de justificarme.
- Tranquila, Bella, dije que yo iba a llevarte, así que tú no tendrás que correr, ven- dijo y ágilmente me subió a su espalda tomándome completamente por sorpresa.
- ¿Y esto es seguro?
- Claro que si, jamás me ha pasado nada- dijo de forma entusiasta.
Estuve apunto de protestar, pero entonces Edward se echó a correr, y no era precisamente una paseo bajo la luz de la luna. Edward corría tan rápido que apenas era conciente de los lugares por los que íbamos pasando, los árboles se veían como una borrosa mancha a mí alrededor y lo único que pude hacer fue afirmarme fuertemente de él y cerrar los ojos para no marearme.
- Bella ya puedes abrir los ojos- dijo suavemente, y noté que nos habíamos detenido. Abrí los ojos me encontré en un oscuro lugar que no pude reconocer.
- ¿Dónde estamos?- pregunté.
- En el límite posterior del cementerio- dijo indicando un muro por el que sobresalían algunos mausoleos y cruces.
- ¿Por qué vinimos por aquí?- dije tratando de imaginar cómo íbamos a pasar el muro que nos separaba del cementerio.
- Porque la entrada principal está cerrada a esta hora y además nos habríamos encontrado con Sam.
- ¿Y cómo vamos a entrar? - pregunté temiendo la respuesta.
- Tu sólo afírmate bien- dijo dando un ágil salto hacia el muro, quedando completamente de pie sobre él, luego se lanzó hacia el tupido pasto que crecía desmesuradamente cubriendo el piso del cementerio- Ya puedes bajar Bella.
Me solté de su espalda y cuando mis pies tocaron el piso noté que mis piernas tiritaban ligeramente.
- ¿Estás bien?- preguntó algo preocupado.
- Perfectamente- respondí no muy convencida.
- Ven- dijo tomando mi mano- es por aquí, sígueme.
Caminamos entre viejas lápidas, que sobresalían de la tierra entre la vegetación que dominaba el lugar. Algunas estaban tan viejas que no se leía prácticamente nada de lo que decían y no se podía saber a quién pertenecían. Otras se habían derrumbado dándole un aspecto incluso más tétrico. Había figuras de altos ángeles decorando el lugar y daba la impresión de que cada uno de ellos te observaba al pasar. Finalmente llegamos frente a un gran y llamativo mausoleo de arquitectura gótica que estaba ligeramente oculto entre varios pinos y arbustos. Era de mármol blanco y tenia una reja en la entrada de color negro sobre la cual se leía claramente “Mausoleo Cullen”. Sobre esta frase había gran escudo que reconocí de inmediato, porque era el mismo escudo del broche que Edward usaba en su traje. Supuse que era el escudo de su familia.
- Esa es mi casa- dijo mirándome con una sonrisa. Y comenzó a caminar en su dirección, pero se detuvo en seco antes de llegar.
- ¿Qué ocurre?- pregunté.
- Espera- dijo haciendo un gesto para que guardara silencio- Creo que anda alguien.
Miré alrededor tratando de ver lo que Edward estaba viendo o escuchando, pero la oscuridad no dejaba que viera mas allá de dos os tres filas de lápidas. Entonces Edward tiró de mí y me llevó atrás de una lápida, donde ambos nos agachamos. Yo no dejaba de mirar a uno y otro lado tratando de descubrir el peligro, pero allí no había nada más que árboles y más lapidas. Miré a Edward confundida, pero él estaba demasiado concentrado espiando por un lado de la loza de piedra, así que lo imité.
Lentamente de entre la neblina salió un hombre, a pesar de que sólo lo había visto un par de veces en mi vida, sabía perfectamente quién era: Sam Uley, el chiflado cuidador del cementerio. Ahora sabía que no estaba tan chiflado como todos decían, sin embargo, no pude evitar sentir aprensión cuando lo reconocí. Caminaba levemente agachando mirando constantemente a su espalda para comprobar que seguía solo, llevaba un collar de ajos colgando del cuello, y una gran cruz de plata en una mano izquierda que tiritaba sin cesar, en la otra mano llevaba una linterna con la que iba inspeccionando cada lápida. Sin duda alguna, quien lo viera pensaría que era alguien mentalmente inestable a quién su solitario trabajo lo había consumido.
Edward me cogió del brazo y me volvió a esconder tras la lápida justo cuando la luz de la linterna nos alumbró. Contuve la respiración temerosa de revelar nuestra posición con cualquier descuido, y miré a Edward fijamente a los ojos, esperando una señal cuando pudiéramos salir de allí.
- ¡Sam!- dijo una voz femenina- te he estado buscando- dijo en tono de reproche.
- Sólo estaba revisando- dijo Sam algo apenado.
- Sabes que no me gusta que salgas sólo en la noche, y menos a esta parte del cementerio- agregó la mujer.
- Es que creí haber escuchado algo- dijo Sam testarudo.
- Vamos a la casa, por favor- dijo la mujer lacónicamente.
- Emily, algún día tendrás que creerme, esos chupa sangre andan por ahí.
- Si te creo Sam, pero ya es muy tarde vamos a la casa por favor, tienes que tratar de dormir en vez de estar buscando vampiros.
- Algún día vas a creerme- repitió Sam, y los pasos indicaron que ambos se alejaban.
Cuando ya no se escuchó nada más, Edward volvió a asomarse sobre la lápida y me dio la mano para ayudarme a ponerme de pie. Cuando me levanté vi que la luz de la linterna de Sam ya no se distinguía entre la neblina. Entonces retomamos el camino a su mausoleo.
Edward sacó una llave de uno de los bolsillos internos de su antigua chaqueta y abrió la oxidada reja. Dentro todo estaba oscuro, pero Edward me tomó fuertemente de las manos y me guió entre las sombras hasta la parte posterior de la que parecía una pequeña casita de mármol blanco. Al final había una disimulada escalera de piedra en el piso. Bajamos con sumo cuidado y llegamos a un piso subterráneo que era mucho más amplio que el superior, por suerte estaba iluminado con unas antorchas a ambos lados de la pared, pero la vista que proporcionaba no era muy alentadora, en las paredes estaban enmohecidas y había una especie de repisas con ataúdes de mármol, eran al menos 20. Sentí como el frío me recorría el cuerpo haciéndome tiritar.
- Creí que eran sólo siete vampiros- dije.
- Esos no son vampiros, son sólo parientes, pero están muertos, no te preocupes- dijo tratando de calmarme pero no sabía si en realidad eso podría calmar a alguien.
- ¿Acaso he escuchado correctamente?- dijo una tintineante voz al fondo del pasillo- ¡Bella!- dijo Alice cuando las antorchas iluminaron su menuda figura.
- Alice- dije aliviada de ver un rostro conocido en un lugar que me era completamente ajeno e intimidante.
- Que lindo es verte de nuevo- dijo dándome un fuerte abrazo- espero que no hayan tenido problemas en llegar.
- Sam andaba rondando pero su esposa se lo ha llevado- contestó Edward.
- Oh ese tipo, no nos deja tranquilos- dijo Alice haciendo una mueca disgustada.
- ¿Dónde está mamá y papá?- preguntó Edward.
- Salieron a cenar, pero deben estar por volver- contestó con naturalidad.
- ¿A cenar?- pregunté con el estomago revuelto de sólo pensar el tipo de cena que estarían teniendo.
- Si, no queríamos algún incidente- me contestó ella.
- Incidente sería que yo me convirtiera en la cena…- dije con un hilo de voz.
- Jajaja Bella, eres tan graciosa- contestó ella riendo alegremente- Tienes que conocer a Emmett- dijo emocionada corriendo por el pasillo. Miré a Edward asustada, pero el me sonrió para animarme.
- Buenas noches- dijo un corpulento hombre al final del pasillo, su cuerpo aun estaba cubierto por las sombras, pero era realmente enorme, no necesité ver sus colmillos para sentirme completamente asustada.
- Ella es Bella- me presento Alice- Él es nuestro hermano mayor, Emmett el brutal- agregó logrado asustarme aun más.
- Así que tu eres la famosa humana de Edward, es un placer-dijo acercándose a mi para tomar mi mano y besarla sin despegar sus ojos negros de mí.
Cuando las antorchas lo iluminaron pude verlo completamente, tenía el cabello oscuro al igual que Alice, y su rostro era igual de pálido que el de sus hermanos, pero era mucho más anguloso, y su expresión era bastante mas intimidante a pesar de la sonrisa que se podía ver en su labios. Vestía un blusón color crema abierto a la altura del pecho. Unos pantalones de color negro y una capa en el mismo tono que llegaba hasta el suelo.
- Debo decir que tienes buen gusto- dijo Emmett mirando a Edward- al menos algo que hayas aprendido de mi- dijo en tono de broma y luego volvió a mirarme- Entonces ¿qué grupo sanguíneo eres?- preguntó aun sin soltar mi mano. A mi se me secó la boca y abrí los ojos desmesuradamente.
- ¡Emmett!- dijo Alice mientras Edward le daba un golpe en la cabeza- No le hagas caso Bella, está bromeando.
- Lo siento, no pude resistirme- dijo Emmett riendo con ganas- ¡Debiste ver tu cara!
- Eso no fue nada gracioso- lo retó Edward.
- Asustaste a la pobre Bella- dijo Alice abrazándome.
- Lo siento Bella- repitió Emmett- Es que no tenemos visitas muy a menudo, visitas humanas.
- Y no volveremos a tener si la sigues asustando así- dijo Alice frunciendo el ceño.
- Pero ya dije que lo sentía, no creo que se haya asustando tanto, ¿verdad Bella? - preguntó mirándome.
- Estoy bien- mentí.
- Lo ven- dijo Emmett sonriendo- ella tiene mucho más sentido del humor que ustedes dos, par de decrépitos.
En ese momento se escuchó la reja del piso superior chirriar suavemente, un escalofrío me recorrió cuando sentí pasos a mi espalda, eso sólo significaba una cosa, los vampiros habían vuelto de cenar.
- Familia, hemos regresado- dijo una aterciopelada voz. Me giré lentamente y quedé frente a dos vampiros que me miraban con sumo interés.
- ¿Pero si no es Bella, la humana?- dijo la mujer. Probablemente la madre de Edward, vestía un vestido igual de fastuoso que Alice, y su pelo color caramelo estaba recogido en un moño dejando algunos bucles sueltos junto a su hermosa cara en forma de corazón- Soy Esme, la madre de Edward- dijo confirmando mis sospechas.
- Mucho gusto- dije tímidamente. Y antes de que pudiera pestañar, la tuve frente a mí dándome un afectuoso abrazo.
- Mi nombre es Carlisle Cullen- dijo el hombre de platinados cabellos peinados pulcramente hacia atrás. Vestía un elegante traje similar al de Edward y una capa similar a la de Emmett- Eres bienvenida en nuestra humilde morada, Bella, espero que los chicos te hayan tratado como es debido.
- Emmett no se ha portado muy bien- dijo Alice en tono acusatorio.
- No es cierto- alegó Emmett.
- Debes disculparnos, Bella- dijo Esme- es que hace tanto que no teníamos contacto con un humano, con uno vivo quiero decir.
- Esme, cielo- dijo Carlisle acercándose a mi, peligrosamente- ¿escuchas su hermoso palpitar? Es como música para mis oídos- agregó haciéndome retroceder un paso.
- Tranquila Bella- dijo Edward tomando mi mano- son completamente inofensivos.
- Pobrecilla- dijo Carlisle cuando reparó en mi expresión atemorizada- debo haberte asustado. Verás, es que yo cuando estaba vivo era un reconocido médico, pero una vez que me convertí tuve que dejar de ejercer mi adorada profesión. Pero el latir de tu corazón me traer nostálgicos recuerdo de mis días como doctor.
- Lo siento- dije algo incomoda.
- No te disculpes- dijo sonriéndome- siempre es agradable recordar esos tiempos.
Estos vampiros eran intimidantemente educados, me hacían sentir completamente fuera de lugar, como si fuera yo la que estuviera en un tiempo equivocado. Entonces volví a escuchar la reja de entrada abrirse, pero esta vez el ambiente a mí alrededor se puso notablemente tenso. Miré a Edward y su expresión no me calmó en lo absoluto.
- Oh, no- dijo mirando a sus padres- Son Jasper y Rosalie- agregó con enigmática expresión.
Me desperté sin abrir los ojos, no quería dejar ir el maravilloso sueño que había tenido, en el fondo de mi corazón esperaba fervientemente que hubiese sido real. Con mis manos busqué entre las sabanas las respuestas a mis interrogantes, tal vez unas frías manos, algo que me confirmara que él sí había estado conmigo, en mi cama. Que habían sido reales los besos que me había dado, olvidando sus aprensiones. Y que en realidad me había quedado dormida en sus firmes brazos, mientras él besaba mi cuello suavemente.
Pero mis manos sólo encontraron el frío espacio vacío que había junto a mí. Abrí los ojos, resignada a dejar ir mi fantasía, examiné detalladamente mi habitación, iluminada por la grisácea luz que se colaba por la ventana, y comprobé con desanimo que estaba evidentemente vacía. Enterré mi cara en la almohada conteniendo las ganas de llorar.
Como deseaba que ese sueño hubiese sido real, que él en realidad hubiese aparecido aquí en mitad de la noche doblegado por sus sentimientos hacia mí, olvidando los argumentos de su razonablemente complicada conciencia. Pero para mi desgracia, esos argumentos parecían estar ganando la partida, y yo estaba perdiendo a mi visitante nocturno, convirtiéndolo en simplemente un sueño inalcanzable.
- Bella, yo ya me voy a la estación de policías- dijo mi padre por la puerta- deberías levantarte si quieres llegar a tu clase.
Dejé de divagar sobre lo desdichada que era, y me obligué a regresar a la realidad, donde tenía un instituto al que asistir. Me levanté casi aplastada completamente por la desilusión, cuando reparé en una nota en mi mesita de noche. La tomé entre mis manos y leí rápidamente su contenido, pero hizo falta leerla dos veces más para al fin convencerme de lo que decía.
“No sabes cuánto lamento no haber podido quedarme más tiempo junto a ti. No puedo esperar a que sea viernes para volverte a ver, mi dulce Bella. Con amor Edward”
No lo había imaginado, no había sido todo parte de un fantasioso sueño. Había sido real, tan real como esta pequeña pero significativa nota en mis manos. Y de pronto caí en la cuenta de que Edward no podía salir de día, por eso no había estado a mi lado al despertar. Era tan evidente ahora, que me costaba creer que no lo hubiera descifrado desde un principio.
Corrí al cuarto de baño animada por mi reciente descubrimiento y salí de mi casa a toda prisa para ir al instituto.
En el camino, mi mente aun reproducía nuestro último encuentro una y otra vez, mientras una boba sonrisa se grababa en mi rostro. Llevé las yemas de mis dedos hasta mis labios, recordando la forma en que Edward los había besado, y un escalofrío me recorrió el cuerpo.
Al menos las primeras clases no las tenía con Jessica, así que me permití seguir fantaseando con el recuerdo mientras podía, ya que para la hora de almuerzo no tendría escapatoria.
- ¡Bella quiero detalles! Sucios detalles- dijo Jessica, antes incluso de saludarme.
- Hola Jess, ¿Cómo estás? Yo estoy bien, gracias por preguntar- dije irónicamente.
- Vamos a lo importante- dijo haciendo una ademán para olvidarse las formalidades.
- No sé de qué hablas- dije haciéndome la desentendida.
- Bella, no te hagas la loca- dijo perdiendo la paciencia- Todo el mundo los vio besarse.
- ¿Todo el mundo?- pregunté enrojeciendo.
- Estaban en medio de la pista- dijo como si eso lo explicara todo- Tal vez no todo el mundo, pero Lauren los vio, ella me contó a mi, y bueno, yo le conté a algunas personas.
- ¿A quién le contaste? ¿Y porqué?
- Sólo a algunas personas, pero no puedes culparme, estaba emocionada por mi mejor amiga. No todos los días besas al chico más guapo del planeta.
- Pero…
- Entonces ¿besa bien?- preguntó interrumpiéndome.
- Increíble- contesté son poder contenerme.
- Que envidia Bella- dijo frunciendo el ceño y por un momento creí que en realidad estaba celosa- ¿Se verán otra vez?
- Si, creo que si.
- Qué emoción. Pero tienes que contarme más de él.¿De dónde es? ¿Va a la universidad? Tal vez mi primo lo conozca. ¿Te acuerdas de Justin?
- En realidad, él tiene profesores particulares, sus padres son algo anticuados- dije tratando de que no notara lo nerviosa que me ponía al mentir.
- ¿Y vive cerca de aquí?- preguntó tratando de indagar más sobre él.
- Relativamente…en las afueras del pueblo- dije pensando en la ubicación del cementerio.
- ¿Y cómo es que lo conociste?
- Bueno, esa en realidad es una larga historia. Tal vez te la cuente algún día, pero ahora vamos a llegar tarde a clases- dije saliendo del comedor.
- Aburrido- dijo mientras caminábamos hacia nuestra clase de biología.
- Sólo estoy siendo una amiga responsable- me justifiqué.
- Hablando de amigos. ¿Jacob no te dijo nada? ¿No te hizo una escena o algo?
- ¿Por qué iba a hacerme una escena? - pregunté sin entender.
-¿Es que no lo viste en la fiesta? ¡Se puso celosísimo!
- Sólo estaba siendo sobre protector- aclaré.
- Bella, de verdad a veces me pregunto cómo es que te va tan bien en clases. ¡Los celos se le salían por los poros! De hecho cuando te fuiste a besuquear con Edward al jardín, Jacob se fue de la fiesta hecho una furia.
- ¿De verdad?- pregunté tratando de no sentirme ofendida por el indiscreto comentario sobre Edward y yo besuqueándonos.
- La verdad es que ni siquiera se despidió- comentó ofendida.
- Vaya…- dije sin comprender del todo su reacción.
El resto del día más personas se acercaron para preguntarme sobre el atractivo vampiro de la fiesta. Gente incluso, con la que jamás había hablando antes, lo que fue toda una sorpresa.
Y al día siguiente hubo más sorpresas para mí. Acababa de llegar a mi casa después de clases cuando sonó el timbre de la entrada.
-¿Jacob? - dije cuando abrí la puerta.
- ¿Cómo estás Bella?- dijo con una tímida sonrisa
- De maravilla, ¿pero tú que haces aquí?- dije dándole un abrazo y entrando con él hasta la sala.
- ¿Que acaso un amigo no puede venir a visitar a su mejor amiga entre semana?
- Claro que si, es sólo que jamás lo haces…Y además creí que estabas molesto conmigo- dije recordando lo que me había dicho Jessica.
- ¿Por qué creíste eso?
- Jessica dijo que te fuiste de la fiesta hecho una furia, después de…bueno dijo que te veías muy enojado- dije mirando mis pies.
- Ah eso- dijo sin negarlo- no es nada.
- ¿Entonces no estás enojado? - pregunté mirándolo a los ojos con una sonrisa.
- Sabes que no me enojaría contigo- dijo con una gran sonrisa.
- Que bueno- dije volviendo a abrazarlo. Pero cuando me separé, sentí como si no quisiera dejarme ir.
- Así que tú y Cullen ¿eh? - dijo algo incomodo- ¿va en serio entonces?
- Yo espero que si.
- No creo que eso me agrade mucho…
- Vamos Jake, dijiste que no ibas a comportarte como Charlie.
- No es eso, es sólo que él te mira como si fueras algo de comer- comentó a regañadientes.
- No es cierto.
- Si lo es, los observé el otro día…- insistió, pero lo interrumpí.
- Jake, no estoy segura de querer tener esta conversación- dije categóricamente.
- Descuida, te dije que no estaba molesto contigo.
- Y tampoco tendrías por qué molestarte. Porque somos amigos ¿verdad?
- Así eso, somos amigos- coincidió no muy animado.
- Buenos amigos- insistí mirándolo seriamente.
- Muy buenos amigos, y así estamos bien- dijo con una pequeña sonrisa.
- Exacto- dije feliz.
- Pero sabes que siempre voy a protegerte.
- Si Jake, lo tengo presente- dije dándole un amistoso golpe en el brazo.
Jacob se quedó el resto de la tarde haciéndome compañía, incluso me ayudó a prepararle la cena a Charlie, hasta que se hizo tarde y tuvo que marcharse. Me alegró haber aclarado las cosas con él. Si es que era cierto que Jacob se había puesto celoso, por lo menos lo estaba tomando con mucha madurez. No quería que las cosas entre nosotros se pusiera tensas, incomodas o retorcidas. Quería tener a mi amigo como antes, sin que interfiriera el hecho de haber basado a un vampiro.
Después de eso, el resto de la semana fue bastante agradable, sentía que la sonrisa se había grabado en mi cara con tinta indeleble desde que había leído la carta de Edward.
Por eso cuando el día viernes llegó preparé un suculenta cena para Charlie únicamente porque estaba extremadamente feliz.
- Entonces Bella, estaba pensando…- dijo Charlie luego de un momento de completo silencio, en el que parecía estar escogiendo palabras con extremo cuidado- deberías invitar a este muchacho, Edward, mañana a almorzar- finalizó.
- ¿Por qué?- dije con desconfianza.
- Por que tengo que conocerlo mejor ¿no te parece?
- Pero papá no creo que pueda venir a almorzar- dije algo complicada.
- ¿Por qué no?- inquirió.
-Porque él tiene clases con su profesor particular y además no vive cerca de aquí. Creo que será mejor invitarlo a cenar.
- Está bien, entonces lo quiero a las 7 aquí.
- Mejor que sea a las 8- dije calculando la hora en que el cielo estaría completamente oscuro.
- ¿Por qué a las 8?
- Es que vive lejos ya te dije.
- Está bien, a las 8. Pero ni un minuto más- dijo tajantemente.
- De acuerdo.
- Bien, será mejor que me vaya- comentó.
- Si deberías irte ya- dije retirando los platos- no querrás llegar tarde.
- Que duermas bien- dijo despidiéndose de mí- y nada de invitar gente mientras no estoy- agregó con mirada ceñuda.
- Cómo se te ocurre – dije enrojeciendo ligeramente, pero Charlie ya había cerrado la puerta.
Corrí escaleras arriba, y no tuve que esperar nada, ya que apenas abrí la puerta lo vi al otro lado de la ventana mirándome con sus intensos ojos y su hipnótica sonrisa.
Abrí la ventana y nos quedamos mirando tímidamente por un par de segundos sin saber qué decir.
- Hola- dije finalmente, apoyando mis manos en el marco de la ventana y quedando frente a él.
- Buenas noches- respondió y volvimos a quedar en silencio mientras nos sonreíamos y mis mejillas se encendían.
Entoncesllevó una mano hasta mi rostro y se acercó para besarme, yo rodeé su cuello con mis brazos atrayéndolo más hacia mí y obligándolo a entrar en la habitación.
- También yo te extrañé- dijo en un susurro junto a mi boca cuando dejamos de besarnos- Y espero que no estés muy cansada, porque si no te molesta tengo una propuesta para esta noche.
- ¿Que cosa?- pregunté con curiosidad.
- Quiero presentarte a mis padres- contestó sonriendo.
- ¿Viniste con tus padres?- dije mirando la ventana esperando verlos allí.
- No, en realidad había pensando que vinieras conmigo a mi casa.