miércoles, 17 de agosto de 2011

Caminos Separados Cap 23

Capitulo 23

Eligiendo el camino


Mientras Heidi traía a los forasteros que Aro le había pedido, yo fui a mi habitación a tratar de calmarme. Hoy no podía negarme a cenar con ellos, Aro ya me lo había advertido, no sabía como iba a reaccionar cuando oliera la sangre humana, o peor, no sabía que pasaría cuando la probara. Sin Edward a mi lado, iba a ser mucho más difícil pensar en toda esta nueva ideología, y no pensar como lo había hecho toda mi vida. Corrección, toda mi vida desde que era un vampiro, antes yo era igual que cualquier persona común y corriente.


Recordé vagamente como era ser humana, frágil, indefensa, todo lo contrario a lo que era ahora. Recordé el día que llegué a este castillo. Las imágenes estaban borrosas, pero aun estaban ahí, sólo que jamás pensaba en eso. Recordé lo horrible que fue ver a todos los vampiros atacando a la gente a mí alrededor, mientras los oía gritar y suplicar por sus vidas, como intentaban inútilmente escapar de la inminente muerte que les esperaba.


Una sensación extraña me invadió el cuerpo, nauseas, casi podría decir que un escalofrío me recorría por completo, pero eso era completamente imposible. Me compadecí de los foráneos que Heidi encontrara por la ciudad, sabía que no se podrían resistir a su belleza, y no imaginarían nunca lo que les espera. Pero una vez que hayan pescado el anzuelo no habrá forma de salvarse, yo lo sabía bien.


Mientras daba vueltas por la habitación cual león enjaulado, el olor me llegó de improviso, no necesitaba ser avisada, era demasiado evidente que ya estaban aquí. Pero aun así Heidi dio dos suaves golpes en mi puerta antes de abrir y asomarse sin esperar respuesta.


- La cena esta servida- dijo antes de salir, nuevamente sin esperar respuesta de mi parte.


Me debatí entre ir o quedarme en mi habitación como una adolescente castigada. Pero eso enfadaría a Aro, no le gustaba que lo hicieran esperar, así que dejé de torturarme mentalmente y partí.


En el salón estaba un grupo de unas 10 personas, se veían como un rebaño de ovejas asustadas. Traté de no prestarles demasiada atención, si no había manera de evitar lo que se vendría prefería verlos de la forma menos humana posible. No quería fijarme en cuantos niños había allí o cuanta parejas, cuantos eran jóvenes y cuantos eran ya adultos. Por muy cruel que ahora me parecía, debía alimentarme, mañana tendría un arduo día y necesitaría la fuerza que solo la sangre humana seria capaza de darme, solo esperaba poder con la situación.


Sentí a alguien aproximarse por detrás mió, pero sabía perfectamente de quién se trataba.

- La de celeste es mía- susurró Demetri en mi oído, antes de que pudiera apartarme.

- Como tú quieras- dije sin prestarle atención.


Estaba algo impaciente, quería que todo terminara ya. Entonces, precedidos por sus esposas, entraron Aro, Cayo y Marco desde el salón que estaba tras las largas cortinas rojas que colgaban tras los tres tronos. Caminaron relajados como si no percibieran lo tenso que estaba el ambiente. Prácticamente yo sentía que era una más del montón de turistas por lo nerviosa que estaba, rogaba que nadie notara la clara diferencia que había en mi comportamiento comparado a como era yo usualmente a la hora de comer.

Y luego de que todo me pareciera extremadamente lento en la espera, de un momento a otro, todo me pareció demasiado acelerado. Félix cerró las enormes puertas del salón y todos se abalanzaron sobre las presas. Yo me quedé paralizada, al igual que aquel fatídico día hace tantos años atrás, observando todo a mí alrededor.


Aro estaba mordiendo el cuello de una joven y hermosísima mujer, Cayo estaba atacando a un niño de unos 12 años, Marco mordía la muñeca de otra mujer de unos 35. Heidi estaba sentada a horcajadas sobre un fornido hombre mientras le mordía el cuello. Félix estaba atacando a un hombre que intentaba en vano oponer resistencia, a él siempre le gustaban los retos. Demetri estaba en lo suyo con una joven de unos 18 años, delgada, con pálida piel y cabello castaño oscuro similar al mío, llevaba un vestido celeste ajustado en la cintura que caía hasta las rodillas y tacones del mismo color. Por su cuello escurría una gota de sangre que terminaba en el borde de su escote. Tenía los ojos cerrados, pero imaginé que estos podría ser de un color chocolate profundo como los que yo tenía cuando era humana, sin embargo, nunca lo sabría ya que la mujer jamás los volvería a abrir. Talvez imaginé eso simplemente por la sensación de dejavu que me proporcionaba la escena ante mis ojos, probablemente ese habría sido mi final. El resto de la gente gritaba y corría por toda la habitación pero rápidamente eran atrapados por el resto de los vampiros.


De pronto, un golpe a la altura de las piernas me sacó bruscamente de mis pensamientos.

- Señora ayúdeme por favor- dijo un aterrorizado niño de unos 6 años, aforrándose de mi vestido y escondiendo la cara en él.


Lo miré sorprendida y cuando él me devolvió la mirada con unos ojos azules, se separó de inmediato asustado por el color de los míos. Rompió a llorar desconsoladamente y miró atrás a un par de cuerpos inertes que yacían en el suelo. Supuse que eran sus padres ya que el pequeño tenía el cabello rojizo al igual que la mujer, y rizado al igual que el hombre que estaba junto a ella. Sin pensarlo lo tomé por lo hombros y lo abracé para que no mirara la horripilante imagen que había detrás de él. Me arrodillé mientras lo arrullaba para tratar de calmarlo, su cara estaba en mi hombro y mi boca quedó justo a la altura de su cuello, olía delicioso.


Sentí su acelerado corazón golpetear su pecho y la sangre que este bombeaba por todo su cuerpo, luego su respiración se fue calmando mientras yo le daba suaves palmaditas en su espada, parecía que se había quedado dormido o tal vez se había desmayado por el impacto. El olor era increíblemente potente, me tenía mareada, entonces sin pensarlo deslicé mis labios por su cuello y suavemente perforé su tersa piel con mis afilados dientes, la sangre entró de inmediato a mi boca, tibia, dulce y me gustó más de lo que esperaba. El niño no hizo ni el menor de los movimientos. Parecía que seguía dormido, pero pasado un momento, yo sabía que ya no era así.


Cuando terminé con el pequeño los demás ya habían matado al resto de los turistas. Aro, Cayo y Marco parecían felices y satisfechos, yo me sentía fatal y aun no podía soltar el cuerpo del pequeño niño que tenía entré mis brazos.

- Félix encárgate de los cuerpos - dijo Aro sin siquiera mirarlo y salió seguido por Cayo, Marco y las esposas de los dos primeros.

- Yo te ayudo - dije tratando de sonar despreocupada y tomé los cuerpos de los padres del pequeño niño, Félix se encogió de hombros y comenzó a hacer lo mismo con el resto de los cuerpos

- Yo estaré en mi habitación- dijo Heidi marchándose.

- ¿Quieres que te haga compañía?- dijo Demetri con tono sugerente mientras caminaba detrás de ella.

- Olvídalo Demetri, tengo mejores opciones- contestó ella mirándolo con desprecio y lanzando una carcajada antes de perderse de vista.


Bajamos hasta uno de los pisos subterráneos donde no había más que una gran caldera en el centro de la habitación. Félix encendió el fuego y comenzó a lanzar los cuerpos uno a uno a las ardientes llamas. Yo aun tenía al pequeño y sus padres en brazos y mis manos estaban fuertemente aferradas a ellos mientras observaba, como había hecho muchas veces antes, cómo los cuerpos eran consumidos por el fuego.


- Puedes irte, yo termino con esto- dije mirando el fuego. No fue una sugerencia.

- De acuerdo, nos vemos luego- dijo Félix y se marchó sin cuestionar nada. A veces no era muy astuto, pero me alegraba de ello ahora.


Esperé a que ya no se oyeran los pasos de Félix y cerré la rejilla de la caldera. Subí las escaleras hasta un piso intermedio, me detuve a escuchar, no había nadie cerca. Luego, en vez de seguir en dirección al castillo, doblé hacia el lado contrario, a unas escaleras que ascendían hasta los jardines posteriores del castillo. Seguí sin detenerme por un laberinto de pinos que cruzaba todo el patio hasta el muro del fondo. Mirando constantemente alrededor, algo paranoica, a pesar de que podía oír perfectamente que me encontraba sola. Cuando llegué al final abrí una pequeña puerta que había en la muralla, estaba casi completamente cubierta por las enredaderas que tapizaban el resto del muro. Salí por ella a un terreno vacío, sabía que más allá estaba el cementerio así que aceleré el paso, antes de que alguien me viera cargando tres cadáveres.


En un par se segundos pude ver una pared por la que sobresalían cruces y mausoleos. Salté sin dificultad el muro, me encontraba en el fondo del cementerio general. Donde estaban los sepulcros más antiguos y los menos visitados.

El cielo no estaba completamente oscuro, pero sabía que nadie me vería ahí, así que busqué un lugar que pareciera adecuado y comencé a cavar, con mis propias manos, en la húmeda tierra. No tardé mucho en tener una fosa apropiada para un sepulcro. Entonces deposite los tres cuerpos con mucho cuidado, los padres y su pequeño hijo en medio. Los observé un momento, se veían tan tranquilos, nadie imaginaría el horrible final que habían tenido, en el que yo misma había participado. Miré por última vez al pequeño de rojizos cabellos.


- Lo siento- dije en voz baja y comencé a cubrirlos con la tierra.


Me quedé toda la noche junto a su sepulcro, en silencio, pensando en todas las formas en que esto se podría haber evitado, pero cada una era menos posible que la anterior. Me torturé pensando en lo feliz que habría sido sus vidas si nos se hubieran topado, sin siquiera saberlo, con una tropa de vampiros sanguinarios.

¿Cómo era posible que antes, nada de esto me hubiera importado? ¿En que momento me había vuelto tan insensible? No tenía respuestas para ninguna de mis interrogantes, pero si tenía algo claro, sin importar cuanto me costara, debía parar con esto. Llegué a esa conclusión cuando el cielo comenzaba a aclarar, el sol saldría en un par de minutos. Me levanté del suelo y comencé la marcha de regreso hacia el castillo, debía partir a Luisiana.


*Nota de la autora: Primero debo decir que me costó mucho tener que escribir este capítulo, no fue nada agradable la verdad, pero asi es como tenía que ser =/ sé que este cap es cortito (el próximo también va a ser cortito) pero luego vienen otros más largos! paciencia que aun viene lo mejor! :D No olviden comentar! son mi inspiración ^^ Kisses&Bites ♥

6 comentarios:

  1. oh no,es horriblle.pobre gente,y pobre niño.
    pero se que bella lograra controlarse.
    a luisiana?que quiere hacer alli?
    supongo que en el proximo lo sabre,y si,ha sido corto,pero sustancioso.
    a mi me ha encantado,besos y buen miercoles.

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  2. OMG! cuático :( Pero estubo buenísimo igual que todos, espero por el próximo capitulo para saber qué resultará de todo esto!!

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  3. siempre me dejas con la boca abierta eres increíble el cap fue muy triste demasiado pero como tu dices así debía ser y lo acepto lo bueno es que bella reacciono al fin!!! quiero mas!!

    cariños!!!♥♥♥

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  4. Me dejas alucinada cada vez que leo más de tu historia, es fantástica!!Y tengo que decir que imagen tan preciosa has puesto del niño y de Bella, ella protegiéndolo, espero subas pronto el siguiente capi porque tengas muchas ganas de saber y lo que pasa y sobretodo de que aparezca Edward, qué EMOCIÓN!!!Muchas gracias por escribir tan genial y compartirlo, espero que tengas un buen fin de semana, muchos besos y cariñitos :D ;)

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  5. Cuando dijiste que tenía pelo rojizo, sentí que era Edward de pequeño!! Y con el niño de doce años me recordaste a uno de mis excompañeros de la primaria que de hecho va en la misma secu que yo, y además es super buena onda, de hecho en personalidad me recuerda a Carlisle :( Y la chica de dieciocho... También pensé que podría haber sido yo, ya que yo soy igual excepto por la piel pálida (soy blanca pero no palida)¿Por qué siempre los que se cenan los vulturi me recuerdan a gente que conozco? :(

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    Respuestas
    1. Si, la verdad es lamentable ya que todos terminan.. bueno... no muy bien.

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