domingo, 31 de julio de 2011

Feliz Cumpleaños Harry Potter ♥

Bien, yo sé que este blog es principalmente de twilight, pero ya que la saga de Harry Potter es también una de mis principales adoraciones, es mi deber mandarle a Harry Potter saludos por su cumpleaños ^^ ya que fue él quien me acompañó durante 10 años (la mitad de mi vida!) y tiene un gran lugar en mi corazón ^^ Así que aquí les dejo un pequeño tributo a mi queridisimo Harry ♥

La piedra filosofal

La camara secreta

El pricionero de Azkavan

El caliz de fuego

La Orden del Fenix

El misterio del príncipe

Las reliquias de la muerte

Y obviamente a JK Rowling, quien también está de cumpleaños hoy! ya que si no fuera por ella no habríamos conocido jamás la maravillosa historia sobre el niño que vivió ^^

miércoles, 27 de julio de 2011

Caminos Separados Cap 19

Capítulo 19

Nuevas experiencias


Permanecí sentada en el techo de la torre observando hasta que sus figuras desaparecieron, incluso después de eso me mantuve congelada en mi posición, tratando de asimilar la realidad. Se habían ido, sólo había sido una breve visita de dos días y ya se habían ido. Eso había significado yo para él, un entretiempo de dos días, una distracción.

Entonces una ola de rabia me invadió y controló cada fibra de mi cuerpo. Había sido tan fácil para él irse, probablemente también le seria fácil olvidarme. Pero no para mí, estaba completamente segura que lo recordaría para siempre y lo que es peor, estaba segura que lo amaría por toda la eternidad, aun si no volvía a verlo.

Entré nuevamente al castillo por la ventana de la torre y bajé corriendo las escaleras. Iba tan absorta en mis pensamientos, que hice caso omiso al ruido que me indicaba que alguien venía caminando en mi dirección, hasta que lo tuve al frente y me detuvo con ambos brazos para evitar que siguiera caminando sobre él.


- Tenemos prisa al parecer- dijo Demetri, mirándome con interés.

- Así es, por qué no me sueltas para que pueda seguir- dije fríamente, intentado soltarme de sus fuerte manos que sostenían mis hombros.

Sus ojos eran calculadores, y su sonrisa traviesa, como si supiera algo que yo no.

- Has estado algo extraña estos días - dijo examinándome con la mirada- podría decir que estas así desde la visita de esos inadaptados, los amigos de Aro.

- No es de tu incumbencia- dije mordazmente.

- ¿Qué hay con ellos?- dijo de pronto más curioso- Hablaste con cada uno en privado. ¿Por qué tenían tanto interés en ti? El tal Edward te miraba de una manera muy extraña ayer cuando llegó, y no creas que me tragué esa excusa de que fuiste con Heidi por la cena de ese día cuando desapareciste, porque ella me dijo que no te vio hasta hoy por la mañana. ¿Qué está sucediendo?- dijo y sus ojos brillaban de interés.

- Métete en tus asuntos Demetri- dije ya molesta con sus preguntas.

- ¿Por qué reaccionas tan mal, hermanita? sólo me preocupo por ti- dijo con falsa inocencia, tomando mi mentón con una de sus manos y moviendo la otra hacia mi espalda acercándome peligrosamente hacia él- es lo que hacemos, cuidamos de la familia- agregó sonriendo.

Aproveché que había dejado libre mis brazos y lo aparté cuando ya empezaba a sentir su aliento en la cara. Se quedó allí parado con una sonrisa en el rostro mientras yo retomaba mi carrera y descendía por las escaleras hasta el primer piso.


Estaba doblemente molesta ahora, primero por la partida de Edward y segundo por el hostigamiento de Demetri, que normalmente ignoraba, pero hoy me había superado. La ira invadía mi cuerpo y mi cordura estaba por abandonarme. Lo único en lo que podía pensar era en sangre.

Caminé con paso firme por las oscuras calles de Volterra hasta un callejón y ahí me quedé, esperando, oliendo y escuchando todo a mí alrededor, mis sentidos se agudizaban preparándose para cazar.

Entonces escuché pasos, un fornido hombre, probablemente pesaba unos 80 kilos, era alto, debía tener unos 18 años, olía bastante bien para mi, la sed me quemaba la garganta. Sentí como la ponzoña invadía mi boca.


Oculta en las sombras, esperé que siguiera avanzando, justo en el momento en que pasó frente a la boca del callejón lo tomé, lo giré y lo azoté contra la pared del callejón en una fracción de segundos.

Separé mis labios para dejar descubiertos mis dientes con un gruñido. El chico apenas había tenido tiempo de reaccionar a lo que había sucedido, pero podía ver el asombro en su cara y luego el pánico.

Era moreno, tenía el cabello corto y negro, al igual que sus ojos. Su piel color bronce parecía muy tersa. Entonces, como un rayo, vino a mi mente la imagen de Jacob, era imposible no notar el parecido. Inmediatamente lo solté y me aparté un par de pasos, el chico estaba perplejo y demasiado asustado como para moverse.

Pero yo estaba incluso más sorprendida, jamás había dudado ante una presa. Nunca me había detenido un segundo a pensar si esas personas tenían familia, amigos o un hogar donde los estuvieran esperando. Pero éste me había hecho dudar, su similitud con Jacob me había perturbado, yo jamás lo habría atacado a él. Podía ser una depredadora, un vampiro, pero él seguía siendo mi mejor amigo, jamás lo habría visto como una presa.

Entonces, antes de que mi voluntad flaqueara, salí corriendo del callejón dejando ahí al chico, perdonándole la vida por primera vez a una presa.


Me interné en los bosques, aun sorprendida de mí misma, nunca me había detenido a pensar cuantas vidas había destruido. Quizás cuantos chicos iguales a Jacob había matado sin reparos. Recordé a Emily, mí querida nodriza, cómo podría yo causarle dolor alguno a ella, si era como mi madre, era quien me había criado. Imaginé el dolor que sufriría si algo le hubiera pasado a Jacob, el dolor que yo misma sentiría si algo le hubiera pasado a él. Entonces me angustió pensar que yo misma causaba ese dolor en las personas, tal ves no a Emily o a Jacob, pero a muchas otras personas, que auque no conociera, seguramente habían sufrido de manera inimaginable por la perdida de sus seres queridos, seres a quien había asesinado solo para saciar mi sed.


¿Pero por qué me ponía a pesar esto justo ahora? En trece años jamás había sentido remordimientos por mis actos y ahora me sentía llena de arrepentimiento y culpa. Malditos vampiros vegetarianos que me habían llenado la cabeza de confusos sentimientos. Sin duda, sus charlas sobre cómo ser más humanos, habían influido en la culpa que me agobiaba en este momento. Qué se supone que iba hacer ahora, aun tenía mucha sed, me había perdido la cena de ayer por huir de Edward.

Entonces me invadió la curiosidad. Estaba claro que en ese momento no podía volver a la ciudad a cazar a algún insignificante humano, por el odioso remordimiento que sentía, pero debía alimentarme de alguna forma.

Me agaché en posición de caza y me quedé muy quieta, atenta a todo mí alrededor, este bosque estaba lleno de animales, podía oírlos corretear de aquí para allá. Podía olerlos, aunque nada me llamaba mucho la atención. Podía distinguir claramente entre los más pequeños y los más grandes, entre aves y ardillas. Cerré los ojos y traté de escuchar más allá, escuché una manada de gamuzas a unos 100 metros, eso debía bastar. Avancé aun agachada, sin emitir un solo ruido con mis movimientos, completamente silenciosa hasta que estuve más cerca. Entonces salté hasta mi presa, la gamuza alcanzó a girar la cabeza en mi dirección percibiendo como mi cuerpo cortaba el aire al pasar, pero antes de que pudiera pensar en moverse, ya estaba sobre ella. Enterré mis dientes en su cuello donde podía sentir el mayor flujo de sangre palpitar bajo la piel.

En cuanto llegué a la vena, la sangre comenzó a salir y llenar mi boca. Tragué una vez e inmediatamente tuve que separarme del animal para escupir el resto de sangre que tenía en la boca. Tenía un sabor increíblemente desagradable. Desabrido, algo amargo. Nada comparado con el dulce sabor de la sangre humana.

Seguí escupiendo mientras trataba de sacarme el mal gusto. Me sentí realmente estúpida por haber creído que podía alimentarme de animales. A quién se le podía haber ocurrido semejante bobería. Miré al animal que yacía en el suelo moribundo, me acerqué y le tomé la cabeza entre mis manos torciéndole el cuello para que muriera de una vez y no quedara agonizando por horas con mi ponzoña.


Entonces me marché hacia el castillo. En cuanto entré en el primer piso, me bastó inhalar una sola vez para sentir el olor de la sangre invadiendo todo el edificio, una esencia completamente distinta a la de la gamuza, un aroma increíblemente delicioso, placentero. Era hora de cenar, sonreí para mi misma, al menos podría beber algo de sangre decente para quitarme el sabor amargo de la boca.

Subí a toda prisa hasta el tercer piso y cuando estaba por abrir la gran puerta de la sala circular, oí los gritos de las personas que había dentro. Ya no podía pensar en ellos como presas, ahora solo veía personas. Recordé al joven que había estado apunto de atacar en el callejón, pensé en Jacob nuevamente.

Entonces me quedé allí parada sin atreverme a entrar, seguían escuchándose algunos gritos de auxilio o de dolor. Me tapé los oídos en un vano intento de acallar las voces, pero era simplemente un inútil reflejo, ya que podía oírlas perfectamente. Sólo pensé en salir de allí para alejar los alaridos de mi cabeza.

Corrí fuera del castillo ya completamente confundida, no sabía qué pensar ni qué hacer, no podía reaccionar así ahora. Me quedé contemplando el cielo completamente nublado, mientras escuchaba unos truenos que indicaban que pronto llovería. Cómo podía ser posible que ahora viera todo desde la perspectiva en que los Cullen lo hacían, o incluso pensé, cómo es posible que recién ahora lo haya visto y no antes.


Caminé nuevamente hacia los bosques de manera inconsciente. Pensando en cómo iba a lidiar con todo este enredo de sensaciones que tenía dentro de mí. Cómo iba a explicarle a Aro, Cayo y Marco que me sentirá repentinamente reacia a acabar con la vida de las personas. Cómo iba a explicarles que, en dos días, los Cullen me habían hecho dudar de lo que había creído fielmente durante los últimos trece años.

Ya no me sentía tan poderosa, de hecho, me sentía completamente vulnerable, tan insegura de mis propios actos, tan confusa y tan miserable. Edward tenía razón, era una asesina, no importaba el propósito, el fin no justificaba los medios. Lo peor era que él me había intentado hacer ver mi error, pero yo me había cegado, y ahora era demasiado tarde, se había ido para siempre.

No quería seguir sintiéndome así, no importaba el precio que tuviera que pagar, no deseaba seguir tomando vidas para un beneficio personal.


Entonces resolví intentarlo de nuevo, esta vez estaba decidida. Miré a mí alrededor una vez y cerré los ojos dejándome guiar por mis sentidos. Al norte, un animal grande, mucho mas grande que la gamuza, muchísimo mas pesado, probablemente un oso. Me acerqué sigilosa. En cierta forma esto era muchísimo mas excitante que las presas que llegaban a nuestras manos sin el mayor esfuerzo, eso no podía llamarse cazar. Tal vez podría acostumbrarme a esto. Miré entre los arbustos al animal que había percibido, efectivamente era un oso, estaba inclinado junto a una lagunilla en medio del bosque. Los truenos sonaban cada vez más fuertes sobre mí, entonces me lancé sobre él con un feroz gruñido. Éste era muchísimo mas fuerte que la débil gamuza, giró con violencia y trató de atacarme con sus zarpas, pero mi piel era inmune a sus garras y mi fuerza me permitió controlarlo de inmediato, mientras él rugía con furia. Preparándome mentalmente para el desagradable sabor, enterré mis dientes en su piel que se abría fácilmente ante mis filosos colmillos. Para mi sorpresa, el sabor era bastante mejor que el esperado, no se comparaba con la sangre humana, pero era más parecida a ésta que la sangre del herbívoro, probablemente por su alimentación. Con mayor interés bebí su sangre saciando la sed que había estado acumulando.

Cuando ya no quedaba sangre en él lo solté y me limpié las finas gotas que habían resbalado por mi mentón. Me sentía muy satisfecha conmigo misma.

De pronto me erguí alerta por la presencia de alguien más en aquel bosque.


- Nunca es demasiado tarde o pronto para ser quien queremos ser, no hay límite de tiempo, puedes empezar cuando quieras -dijo tranquilamente una aterciopelada voz.

Me giré para verlo encaramado sobre un árbol observándome con intensidad.

- ¿Edward?- dije sin poder creerlo- ¿Qué haces aquí?

- ¿Has amado alguna vez a alguien hasta llegar a sentir que ya no existes? ¿Hasta el punto en el que ya no te importa lo que pase? ¿Hasta el punto en el que sólo estar con él es suficiente, cuando te mira casi puedes sentir que tu corazón vuelve a latir? Yo sí...No habrás creído que te podías deshacer de mí tan fácilmente- dijo regalándome una sonrisa torcida que me habría quitado la respiración, de haberla necesitado.


Con un gran trueno la lluvia comenzó a caer con violencia entre las hojas de los árboles, las gotas resbalaron por mi cara y mojaron mis cabellos ondulados, que caían por mi espalda y sobre mis hombros. Las múltiples capas de tul de mi largo vestido color esmeralda oscuro, se fueron mojando paulatinamente. La gruesa capa color morado me cubrió la espalda de la lluvia, pero el resto de mí estuvo empapado en un par de segundos mientras me mantenía de pie observándolo, la belleza del bosque quedaba opacada con su perfección.

Edward bajó del árbol con un ágil salto y caminó hacia mí lentamente, mientras la lluvia mojaba también su cara, sus dorados cabellos y se quedaba momentáneamente sobre las espesas pestañas que enmarcaban sus brillantes ojos de topacio.


- Creí que te habías marchado… para siempre- dije cuando se encontraba a unos escasos metros de mí.

- Bella, jamás me iría de nuevo, no ahora que te encontré, te lo dije- respondió acercándose aun más.


Me miró fijamente a los ojos justo como solía hacerlo hace tantos años atrás, cuando sentía que podía ver mi alma a través de ellos, si es que yo aun tenía alma.

No pude esperar que cruzara la distancia que nos separaba, me abalancé hacia él que me abrazó fuertemente contra su pecho, escondí la cara en su cuello e inhalé profundamente la fragancia que emanaba, era increíblemente deliciosa, aun mejor que la sangre humana, era adicta a él. No sabía cómo podía haber pensado que podríamos estar separados.

Lo miré a los ojos dejando salir todo mi amor por él, amor que había tratado de ocultar todo el tiempo. Me sostuvo la mirada un momento, hasta que no aguanté más y lo besé, suave al principio pero cada vez más intenso, su dulce sabor se mezclaba con el agua de lluvia que bañaba su rostro y el mío. Sus manos bajaron por mi espalda y me tomó por la cintura levantándome en el aire y haciéndome girar antes de dejarme nuevamente en el suelo sin parar de besarme. Mis manos recorrieron su rostro memorizando cada parte, acaricié sus cabellos y lo apreté más junto a mí. Separó sus labios de mi boca sólo para besar bajo mi lóbulo, la línea de mi mandíbula y todo mi cuello. No pude evitar que un suspiro se escapara de mis labios.

Edward desamarró la carpa que aun cubría mi espalda y la dejó caer al piso, me abrazó alrededor de la cintura nuevamente y me apretó a él mientras volvía a besarme con pasión desbordada. Con sus manos recorrió mis brazos hasta llegar a mis manos, entrelazando nuestros dedos, guiándolas alrededor de su cuello para que también lo abrazara. Pero mis manos no se quedaron ahí, sino que bajaron hasta su pecho para abrir su camisa sin el mayor esfuerzo, ignorando los botones, y recorrer su perfecto torso desnudo.

Él me tomó en un ágil movimiento y me recostó sobre las húmedas hojas que cubrían el piso del bosque y se inclinó sobre mí mientras yo terminaba de quitarle la camisa de sus brazos. Recorrió con una mano toda la extensión de mi cuerpo hasta mi muslo levantándolo ligeramente, mi respiración se agitó notablemente por sus caricias, podía sentir descargas eléctricas cada vez que Edward me tocaba, pero aun deseaba sentir más de él. Subió sus manos hasta mi pecho, mientras besaba mi cuello, pude sentir su respiración sobre mi piel y me estremecí.

Me miró a los ojos un par de segundos que se me hicieron eternos, podía ver la pasión en sus ojos, me contemplaba como si fuera a desaparecer en cualquier minuto.


- Te amo Edward- dije en un susurro.

- Tú eres mi vida ahora- contestó.


Ansiaba que sus manos siguieran recorriendo todo mi cuerpo, mi piel lo añoraba y mis manos no dejaron de tocar ni un centímetro de su piel, realmente mi memoria no le había hecho justicia, su cuerpo era increíblemente perfecto, sus abdominales marcados, sus fuertes brazos, su espalda, todo en él era digno de admiración.

Sus labios eran cada vez más insistentes sobre los míos, su lengua recorría mi boca con intensidad, mientras sus manos continuaron acariciando mi cuerpo provocando estragos en mi mente.

Mis desordenados cabellos extendidos por el suelo se mezclaban con las hojas. Mi vestido estaba encaramado hasta el inicio de mis piernas, que estaban entrelazadas con las de Edward. Su cadera presionada contra la mía. El fuego en mi interior iba en aumentó al igual que nuestra pasión.

Rodeé su cadera con mis piernas y él recorrió ambas con sus fuertes manos, lo presioné más contra mí y un leve gruñido se escapó de su garganta haciéndome enloquecer.


- Bella me estas volviendo loco- dijo con su voz alterada por los jadeos que se escapaban de su boca.

- ¿Quieres que me detenga? – pregunté sabiendo la respuesta.

- Preferiría morir antes que permitir que te detengas- dijo mirándome profundamente.

- Entonces tómame, porque soy solo tuya- dije impulsada por el deseo.


Edward me miró sorprendido por mis palabras, pero no me hizo esperar, se deshizo de mi vestido en un par de segundos. Mi piel desnuda quedó en contacto directo con el suelo húmedo producto de la lluvia, pero no me importó.

Edward observó embelesado mi cuerpo por un par de segundos y luego besó cada parte de mi piel haciéndome perder la cabeza.

Yo por mi parte lo ayudé a quitarse el pantalón con impaciencia. Al fin podía tenerlo ante mí sin obstáculos a mi vista. El deseo que me invadía cobró vida propia.

Por su mirada pude ver que algo similar le ocurría a él.

Sé recostó sobre mi y mis piernas lo rodearon instintivamente. Edward eliminó toda distancia entre nuestros cuerpos, provocando que un gran gemido escapara por mi garganta.

Las sensaciones en todo el cuerpo estaban enormemente intensificadas por los agudos sentidos de vampiros que ahora teníamos.

Cualquier placer humano era cien veces mejor ahora que nuestros cuerpos habían cambiado para ser mas sensibles ante cualquier estimulo.

La fría lluvia era increíblemente agradable sobre nuestros cuerpos que ardían de pasión, mientras nuestros movimientos se intensificaban, nuestras respiraciones se agitaban y nuestros gemidos subían de volumen.

No existía en el mundo entero un placer mayor a este, no podía ni siquiera compararse con el placer de beber sangre humana, incluso me parecía algo fácil de renunciar cuando tenia Edward sobre mi.

De pronto y en un ágil movimiento, Edward me giró dejándome sentada a horcajadas sobre él. Con sus manos en mis caderas guió nuestros movimientos, mi espalda se arqueó con la intensidad de las sensaciones que me invadían. No podía detener los gemidos que Edward me provocaba y su nombre se escapaba continuamente se mi boca.

Edward tenía la cabeza levemente inclinada hacia atrás, sus ojos cerrados y el ceño ligeramente fruncido mientras se mordía el labio inferior, se veía increíblemente sensual. Las gotas de lluvia decoraban su pecho y las hojas mojadas se adherían a sus costados.

Me incliné hacia él y me abrazó al mismo tiempo que atrapaba mi boca con la suya y me besaba. Estuvimos así durante horas.

Sentía su respiración en mi rostro cada vez mas agitada y nuestra piel en llamas se friccionaba dándome descargas eléctricas en cada rose. Edward recorría con sus manos mi espalda, bajando hasta mi cintura, delineando mis caderas y siguiendo por mis piernas. Mientras que con su boca besó mi cuello, mis hombros y volvió a besar mi boca mordiendo mi labio con un gruñido.

Edward aceleró el ritmo de nuestros movimientos haciendo que nuestro gemidos aumentaran ampliamente y cuando creí que ya no podría soportar mas placer, ambos tocamos el cielo mientras mi nombre salía por sus labios.


*Nota de la autora: en este capítulo hay citas de "Benjamin button" y "El diario de Noah"

sábado, 23 de julio de 2011

COMIC CON 2011 :)

Chicas! aquí les dejo algunas fotitos muuy lindas de nuestros queridos Robert, Kristen y Taylor en San Diego ^^Bueno, hay que decir que el cabello de Rob es todo un desastre xD
pero por suerte volverá a crecer y fuera de eso todos se ven increíbles :D


Kristen no puede estar sin abrazar a Robert ♥ son un amor ^^ y Taylor me encanta en esta foto se ve tan bien ♥o♥

Kristen muy sencilla pero tan linda como siempre ^^

Gorgeous ♥ I just love her

Y después dicen que Kristen no sonríe ¬¬

jaja el pelo de Rob me da mucha risa xD

Esta foto me encantaaa simplemente no pueden dejar de mirarse a los ojos, aunque sea por un par de segundos ♥ Robsten forever!

Y una vez más captamos a Rob mirando a Kristen con cada de ♥.♥

Esto fue muuy gracioso, le preguntaron a Kristen si realmente molestaba usar lentes de contacto o si Robert se quejaba simplemente xq era un bebe grande xD Kristen respondió que era realmente molesto! que no podían ver muy bien y que era más complicado cuando hacían escenas juntos y ambos tenían que usarlos, xq hasta les costaba encontrarse el uno al otro jaja obviamente exagerando xD vean el video aquí

Momento robsten!♥ me gustaría saber qué tanto se susurraban al oído el par de tortolitos 1313

Robert hermoosoo! ♥ en esta foto se puede apreciar sus enorme pestañas!

No hay nada mejor que ver reír a Robert ^^

Finalmente aquí una foto de el resto del cast: Taylor, Robert, Kristen, Ashley, Nikki y Lizzie :D

Bueno, la conferencia fue muy entretenida (por lo que vi en los videos obviamente) me reí muucho con todos sus comentarios, espero que ustedes también tengan la oportunidad de verlos, Bill Condon mostró 2 adelantos de Breaking Dawn uno de Jacob y su manada y otro de la luna de miel, lamentablemente este último la chica no lo grabó! solamente se puede escuchar y se ve todo negro :( no hay ningun registro de él! tendremos que esperar hasta noviembree!

Las preguntas de los fans fueron muuy graciosas! hubo un momento muy lindo donde preguntó una chica con un enorme vientre de embarazada y un vaso de jugo rojo con bombilla, se veía adorable! (las que captaron a lo que me refería me entenderán)

bueno aquí les dejo una parte muuy graciosa, pero les advierto que las que aun no leer los libros mejor no lo vean porque kristen habla sobre cosas que aun no salen. link

Fin del reporte por hoy! que tengan un gran fin de semana! Kisses & Bites

Caminos Separados Cap 18

Capítulo 18

La partida


Estábamos aun recostados en el sillón, luego de aquel beso de ensueño, su cuerpo sobre el mío descansaba tranquilamente, su cabeza reposaba sobre mi pecho, mientras mis manos acariciaban distraídamente sus cabellos.


- Es extraño no oír el sonido de tu corazón- comentó de pronto.

- También yo lo extraño a veces- dije con una sonrisa de nostalgia en mi rostro.

- Voy a extrañar el maravilloso color de tus ojos- dijo sin mirarme.


Yo me había acostumbrado al color carmesí. Pero supuse que para él debían ser igual de extraños, a como habían sido para mí, sus ojos dorados.


- Y yo ya extraño los tuyos verdes- dije coincidiendo con él- ¿Por qué son de ese color tus ojos?

- Por nuestra alimentación- dijo encogiéndose de hombros.

- Extrañaba tanto tu mirada que no me importa el color que tenga- dije y era cierto.

- También yo, pero más que cualquier cosa, extrañaba estar así contigo- dijo.

Sabía perfectamente a lo que se refería, poder estar juntos sin presiones, sin tener que seguir un protocolo.

- La última vez que pudimos estar así fue la noches antes de que te marcharas- dije temiendo que él lo hubiera olvidado, ya que, esa había sido la noche mas importante de mi vida.

- Lo sé -dijo- Recuerdo aquella noche mejor que algunos años de mi vida –agregó levantando el rostro para mirarme y se acercó para besarme tiernamente en la frente, luego en la punta de la nariz y finalmente dejó un suave beso en mis labios. Sonreí junto a su boca.

- No sabes cuánto me hiciste falta- dije mirando sus ojos topacio, a los que empezaba a acostumbrarme.

- Creo que es justo que ahora tú me cuentes tu historia, cómo llegaste a ser una más de los Vulturi- preguntó mirándome con curiosidad y pude notar el tono reprobatorio que utilizó al referirse a los Vulturi, mi familia.

- Bueno, mis padres me enviaron a Italia para que estudiara artes. Visité la mayoría de los museos y castillos de la ciudad, hasta que un día vine a hacer el recorrido y me topé con Heidi- conté resumidamente evitando a propósito hablar sobre el tiempo en el que él no había estado conmigo.

- Oh- dijo él comprendiendo.

- Pude haber muerto en un par de segundos, pero Aro me tocó y le llamó la atención que no pudiera ver nada en mi mente, entonces pensó que tenía algún potencial y se apiadó de mí, convirtiéndome- vi su cara de asombro- no eres la única persona que no puede leer mis pensamientos- le aclaré- se supone que tengo una especie de escudo mental, pero no es un poder muy activo, aunque por lo menos me sirve para mantener mi privacidad.

- ¿Hace cuanto tiempo te convirtieron?

- Hace trece años- dije haciendo un rápido cálculo mental y pude ver la sorpresa en sus ojos.

- ¿Nunca has pensado en dejarlos? -preguntó refiriéndose a Aro, Cayo y Marco.

- No, claro que no. No sería nada sin ellos -dije mirándolo con asombro por la pregunta.

- Serías humana si no fuera por ellos -dijo levemente molesto.

- Pues podría decir lo mismo de Carlisle- dije

- No es lo mismo, yo estaría muerto sin Carlisle- rectificó- además, yo si intenté dejarlo, pero dentro de las opciones de vida que tengo, la que me ofrece Carlisle es la que me hace sentir más humano de todas. Es la misma opción que te propuse ayer. Aun sigue en pie.

- Edward no puedo dejarlos, me han enseñado todo lo que sé, soy parte de ellos, creí que lo entendías- dije incorporándome en el sillón y mirándolo de frente.

- Pero son asesinos Bella, matan sin remordimientos- dijo de manera despectiva.

- ¡Cómo puedes decir eso!- dije sorprendida de que nos estuviera juzgando por como nos alimentábamos- ¡sobretodo tú! Que no duraste en tu extraña dieta ni dos años.

- Pero fue un error Bella.

- Es nuestra naturaleza, es lo que somos Edward, vampiros, bebemos sangre para vivir, somos depredadores, es el ciclo de la vida- dije tratando de que viera que el error era renegar de su especie. Era lo que Aro me había enseñado.

- ¿Pero cómo puedes estar orgullosa de ir matando personas inocentes por puro gusto?- dijo completamente sorprendido.

- Lo hago para alimentarme Edward, no por placer!- contesté completamente molesta por sus prejuicios. No me había dado cuenta en qué momento nos habíamos puesto de pie, pero en aquel instante ambos discutíamos frente a frente en medio de la sala.

- Es que ellos te lavaron el cerebro para que pienses como el resto de los Vulturi- dijo- ¿no lo entiendes?

- ¡Nadie me ha lavado el cerebro! Eres un hipócrita, cómo puedes juzgarme si estuviste años matando a gente!!

- Pero Carlisle me abrió los ojos- dijo como si fuera obvio.

- Pues para mi desgracia, no fue Carlisle quien me convirtió, fue Aro, y él ha sido quien me ha cuidado y me ha hecho quien soy ahora, una Vulturi. Si no puedes aceptar que yo sea una chupa-sangre asesina, será mejor que te vayas con tu familia Edward.

- Bella, lo siento mucho, no quise ofenderte a ti, es sólo que no puedo creer que apruebes su forma de vida- dijo suavizando el tono de voz considerablemente.

- Pues debes recordar ahora, que cuando hablas sobre los Vulturi, estás hablando de mí también - dije mordazmente.

- Me doy cuenta- dijo notablemente decepcionado- sólo espero que recapacites.


Me miró un par de segundos como si no me reconociera y luego salió abatido de la habitación, mientras yo lo observaba sintiendo como el dolor volvía a reinar en mi pecho como si jamás se hubiera ido.

Me quedé parada mirando la puerta por la que había salido Edward, recordando mis pensamientos de esa misma mañana. No estaba destinado que estuviéramos juntos, nuestros caminos nos separaban constantemente. Nuestras sendas se cruzaban momentáneamente pero, sólo para luego volver a su dirección habitual, una bien alejada de la otra. Lo malo es que ya me había permitido, inconscientemente, tener esperanzas que sólo hacían nuestra separación más dolorosa.


Entonces alguien tocó la puerta pero, por el sonido de las pisadas y el olor, pude descifrar de inmediato que no se trataba de Edward, sino que del Señor Cullen, su padre para fines prácticos.


- Disculpa- dijo cordialmente al entrar- no era mi intención molestarte Bella, pero no pude evitar oír la discusión que tenías con Edward, no es que pudieran pasar desapercibidos…Me preguntaba si podíamos tener una breve charla, si no te importa.

- Por supuesto Señor Cullen- contesté.

- Por favor, sólo llámame Carlisle- dijo tratándome como si fuéramos amigos. Era imposible no comparar la calidez de los Cullen con la frialdad con la que los Vulturi nos relacionábamos.

- No vine aquí a hablarte sobre Edward, no creo que haya nada que yo pueda decirte sobre él que tu no sepas ya. En cambio, quisiera hablarte un poco sobre mí, si es que eso no te parece muy aburrido, claro- dijo con una sonrisa amistosa.

- Para nada Carlisle- dije. Cualquier cosa que me hiciera olvidar momentáneamente a Edward me sería de ayuda a hora.


- Bueno, yo nací en Londres mas o menos en 1640- dijo entrecerrando los ojos en un esfuerzo por recordar- fui criado en un tiempo de persecución religiosa, mi padre era un pastor anglicano que lideró numerosas revueltas en contra de las brujas, los hombres lobo y los vampiros, en ese tiempo. Me puso a mí a cargo de uno de los grupos de caza. Para mi desgracia encontré un nido de vampiros en una cloaca de la ciudad, lo que me significó una mordedura de vampiro que acabó con mi vida. Estuve solo en mi periodo de transformación. Me escondí en un sótano, temiendo que si mi padre sabía que me había atacado un vampiro, me mataría. No sabía muy bien qué era lo que me pasaba, no tuve a nadie a mi lado para que me explicara cómo funcionaba todo. Cuando comprendí que me había convertido en un vampiro, intenté acabar yo mismo con mi vida innumerables veces, me tiré de altos riscos, he incluso traté de ahogarme en el océano, pero nada funcionaba, estaba condenado de por vida. Resignado a la inmortalidad, vagué solo por mucho tiempo, hasta que me uní a los Vulturi.


- ¿Tu fuiste un Vulturi?- pregunté sorprendida. No me imaginaba al vegetariano de Carlisle viviendo como uno de nosotros.

- Sé que te sorprende, pero es cierto, estuve alrededor de diez años viviendo con tus maestros. Pero esa no era la vida que yo quería, sabía que había una manera en que podía ayudar a las personas en vez de matarlas, jamás bebí una gota de sangre, ya que descubrí que había una alternativa, no tenía que ser como todos los demás, tenía la opción de elegir mi camino, un camino que me permitía llegar a ser quien yo quería. Logré desarrollar una inmunidad a la sangre humana y de esa manera pude estudiar medicina. Me decidí a dejar a Aro, Cayo y Marco para perseguir mis ideales, para vivir de una manera que me hacía sentir lleno de vida- dijo sonriendo.


Era impresionante ver como le apasionaba su forma de vida, su trabajo, realmente era feliz con lo que hacía.


- Ellos creyeron que estaba loco, que era un capricho que se me pasaría pronto y que volvería en algún tiempo cuando me diera cuenta del error que cometía, pero no fue así. Esa fue la decisión más importante de mi vida y de la que jamás me arrepentiría. Pero me sentía completamente solo, luego de haber tenido la compañía de los Vulturis, era triste continuar sin nadie más. Me habría quedado, si ellos se hubieran abierto a la nueva posibilidad que yo les planteaba, pero no fue así. Me vi obligado a seguir mi solitario camino por muchos años, por lo que incluso me había planteado convertir a alguien, pero no me atrevía a arrebatarle la vida a cualquier persona, además del hecho de que apenas recordaba mi transformación y jamás había realizado una. Cuando conocí a Edward, pensé que si hubiera tenido un hijo me habría gustado que fuera como él. Le tomé mucho cariño, cuando enfermó hice todo lo posible por salvarlo, pero era demasiado tarde, entonces lo convertí, como recordaba que lo habían hecho conmigo, no sabía si daría resultado, en un momento pensé que había muerto, pero funcionó- dijo mirándome con precaución, como si se sintiera culpable de que si hubiera funcionado.


- A pesar del sufrimiento por el que estaba pasando, él se vio interesado en mi propuesta de vida. Le enseñé a controlarse como yo lo había hecho. Luego, un par de años después encontré a Esme, y ella también quiso seguir mi camino. Fue maravilloso ver como más personas se interesaban en mi propuesta, que funcionaba no sólo para mí, sino que ellos se sentían satisfechos también con los resultados -entonces me miró con intensidad y me habló de frente- Bella no te encierres en tus creencias, debes ver más allá. Hay otras formas de vida, y más oportunidades que las que los Vulturi te ofrecen. Yo te ofrezco una manera más humana de vivir -era un discurso bastante persuasivo, ya veía por qué Edward lo profesaba tan fielmente- En este momento nos estamos mudando a Forks, un pequeño pueblo de Norteamérica donde tenemos una residencia. Está nublado la mayoría del tiempo, por lo que podemos salir de día sin mayores complicaciones. Sé que Edward desea, más que nada, tenerte a su lado luego de tanto tiempo. Bella, eres cordialmente bienvenida en nuestra familia- finalizó mirándome expectante.


Me quedé callada mientras asimilaba sus palabras. Su historia, tenía muchas diferencias con la historia que Aro me había contado sobre él, donde especificaba que debido a su falta de poderes no había querido unirlo a su clan.

Claramente para Aro era un golpe bajo que Carlisle lo hubiera dejado y una humillación ver que hubiera tenido tanto éxito en su extraña forma de vida.

Por un momento me imaginé yéndome con ellos, viviendo con Edward por toda la eternidad, pero aparté ese pensamiento de inmediato.

Aro jamás me perdonaría si yo le dejaba también, y más aun, si lo dejaba para unirme a Carlisle y su clan de vegetarianos. Incluso si yo así lo quisiera, veía bastante improbable que él permitiera que esto le sucediera dos veces, no era una opción.


- Lo siento Carlisle, no puedo hacerle eso a Aro. El es mi familia ahora, no puedo abandonarlo de esta manera- dije y él me miró desilusionado.

- Bella, entiendo tu posición, pero no limites tu vida por ellos, recuerda que serás tu la que tendrás que vivir con las dediciones que tomes- me aconsejó sabiamente. Pero yo sabía que en realidad no tenía opción, yo no podía elegir, por que Aro jamás me lo permitiría, después de todo era él quien daba las órdenes, yo sólo acataba.

- Así es como tiene que ser- dije y mi voz sonó más decidida de lo que yo lo estaba en realidad.

- Está bien, respeto tu decisión, sólo quiero que sepas que en el caso de que cambies de parecer, mi propuesta sigue en pie- dijo algo abatido y luego se puso de pie- fue realmente un gusto haberte conocido Bella, espero que nos volvamos a encontrar, más pronto que tarde- continuó, dedicándome una tierna sonrisa.

- También fue un gusto para mí haberte conocido Carlisle- dije sinceramente. Y lo observé salir de la habitación con tristeza.


¿Cómo podía sentirlo tan cercano si apenas lo conocía? Era extraño el sentimiento de familiaridad que emanaba, Carlisle era una gran persona, al hablar con él directamente comprendí por qué todos se referían a él con tanto afecto. Realmente lo iba a extrañar si no volvía a verlo.

Eso era probablemente lo que ocurriría, se iría con toda su familia y jamás los volvería a ver, a ninguno de ellos, ni siquiera a Edward. Aunque después de como le había gritado hace un rato, probablemente a él no le quedaban muchas ganas de volverme a ver.

No podía creer que por un minuto hubiera pensado que podría estar con Edward otra vez, eso era algo imposible al parecer.


Subí corriendo las escaleras y al pasar por el tercer piso pude oír a Aro muy sorprendido por la pronta partida de la familia Cullen.


- ¡¿Que se van?!- dijo elevando la voz- ¿Tan pronto?

- Lo siento Aro, pero sólo pasamos a saludar, ya lo sabías, vamos de camino a nuestra nueva residencia en América- dijo Carlisle sorprendido por su reacción.

- Si por supuesto, pero creí que al menos se quedarían un par de días más – dijo molesto.

- No estaba en nuestros planes, lamento haberte hecho creer eso, pero no es como si no nos volviéramos a ver, Aro- dijo Carlisle amistosamente, para calmar el ambiente.

- Claro, tenemos toda la eternidad- dijo Aro cambiando a un tono igualmente amistoso, pero solo superficialmente, ya que, podía percibir la molestia en su voz.


No quise seguir escuchando, seguí subiendo las escaleras a toda velocidad, hasta que llegué a la torre más alta. Aun no asimilaba completamente que Edward se marcharía nuevamente, apenas acababa de reencontrarlo y ya se iba. Por un momento pensé que habría sido mejor que jamás hubiera regresado. Seguir creyéndolo muerto, después de todo, igual no podría estar con él. Pero borré esa idea de inmediato al recordar el dolor que me producía pensar en su falsa muerte. Era mucho mas sano asumir la verdad, él no estaba muerto, simplemente ya no podíamos estar juntos. Era doloroso, claro que si, pero era mejor que creer una mentira. Así eran las cosas ahora, el viviría con su familia y yo con la mía, en continentes distintos, completamente separados, aunque se llevara una parte de mí con él.

A estas alturas no creía que pudiera soportar algún otro dolor, luego de sufrir la perdida de todas las maneras posibles, me costaba creer que aun siguiera en pie. Primero la partida de Edward a Kansas nuestra terrible separación, luego su muerte que por poco me mata también, luego asumir que jamás estaría con él en el cielo, que jamás nos reuniríamos. Y cuando al fin, y contra toda lógica, nos reencontramos, debía sufrir su partida nuevamente, nuestra separación definitiva.


Me encaramé en la ventana y me subí al techo de la torre, me quedé ahí observando como los Cullen salían del palacio. A pesar de la altura a la que me encontraba, pude reconocer a cada uno sin problemas, la despampanante cabellera rubia de Rosalie, el elegante andar de Carlisle, la esbelta figura de Esme, y por supuesto, el desgarbado caminar de Edward y su dorada cabellera, lo habría reconocido aun si no tuviera la vista de un vampiro.

Se volteó un momento y miró en mi dirección dejándome congelada, como si hubiera sabido que yo me encontraba aquí, tal vez me había oído subir. Me miró por un par de segundos antes de voltear y seguir caminando junto a su familia, yéndose para no volver.


* Nota dela utora: en este capítulo hay citas de crepúsculo (libro)

martes, 19 de julio de 2011

Calendario de publicación

Chicas! finalmente estoy de vacaciones :D pero como cualquier estudiante, aun tengo muchas cosas que hacer, entre otras cosas, preparar mis exámenes =/
Así que para que no piensen que dejaré la historia abandonada y al mismo tiempo para poder organizarme mejor, hice esta calendario de publicaciones. De esta forma ustedes también podrán saber cuando voy a estar subiendo capitulo ^^ Espero que tengan paciencia, aun queda bastante de esta historia ^^
Quiero dar las gracias a todas mis seguidoras y fieles lectoras :D agradezco cada uno de sus comentarios! besos a todas ♥

Caminos Separados Cap 17

Capítulo 17

La Historia de Edward


Esme me dejó en la habitación y no sabía que pensar, su historia cambiaba mucho las cosas, sólo sabía que debía hablar con él, necesitaba saber todo lo que había pasado directamente de sus labios. Salí de la biblioteca y fui hasta la habitación redonda donde estaba Aro, Cayo y Marco sentados tranquilamente en sus tronos, como de costumbre.


- Maestros - dije realizando una breve reverencia.

- Isabella- dijo Aro encantado de verme.

- Creí haberte oído decir ayer, que irías a traer el próximo tour con Heidi, sin embargo, no volviste con ella para cenar- dijo Cayo en tono acusatorio.

- Espero me disculpen, pero no tenía sed- dije.

- Por supuesto, no hay problema- dijo despreocupadamente Aro- Lo que es una lástima es que no te hayas podido quedar a charlar con mi querido amigo Carlisle y su familia, Edward parecía muy interesado en ti- agregó con una mirada significativa.

- Precisamente, venía a preguntarle dónde se encuentra, necesito hablar con él- dije notando cómo la cara de Aro se iluminaba de alegría.

- Está en la habitación del piano del primer piso- dijo. Por supuesto, dónde más habría estado Edward.


Bajé hasta la primera planta y fui hasta la habitación que Aro me había indicado. Pude escuchar la melancólica melodía que salía de la habitación mucho antes de llegar. Abrí la puerta con cuidado y me quedé un momento viéndolo tocar, era algo que siempre me había fascinado.


-Edward- dije luego de un par de minutos, no había dado señales de haber notado mi presencia.


La música se interrumpió instantáneamente y él se giró para verme, tenía una expresión tan triste que supe que, de haber podido, habría estado llorando.


- Bella -dijo con la voz cargada de dolor.

- Yo…estuve hablando con Esme- dije sin saber cómo empezar.

- ¿Esme habló contigo? ¿Y sobre qué?- preguntó confuso.

- Ella te quiere mucho – dije al fin.

- Ha sido como una madre para mí- comentó y su expresión se entristeció aun más, deduje que estaba recordando a su verdadera madre. Aunque hubiera cambiado, aun podía leer las expresiones de su rostro como hacía tantos años atrás.

- ¿Por qué no me dijiste que fuiste a buscarme?- pregunté entonces yendo al grano.

- Porque no logré encontrarte, así que no creí que eso contaba- dijo algo molesto con sigo mismo.

- Si quieres que pueda entenderte, deberías contarme toda la historia -dije y me senté en uno de los sillones. Él se acercó lentamente mirándome cuidadosamente, había algo en su mirada de frustración que no logré entender. Se sentó junto a mí en el sillón y comenzó.


- Conocí a Carlisle en el hospital de Kansas, creo haberte hablado de él en alguna carta. Él es realmente grandioso, una persona increíblemente bondadosa, ha luchado contra su naturaleza con todas sus fuerzas para lograr hacer lo que le gusta y poder ayudar a las personas. Me hice muy cercano a él, creo que vio en mí al hijo que nunca tuvo y yo vi en él, a pesar de su corta edad, al padre que no conocí. Me cuidó cuando me contagié de la gripe y trató por todos los medios de salvarme, pero ya no había nada por hacer. Me había tomado mucho cariño, llevaba mucho tiempo sólo como vampiro, por eso fue que cuando estaba a punto de morir, tomó la decisión de convertirme para así “salvarme” de mi muerte.

Trató de enseñarme su modo de vida, pero no era fácil luchar contra el instinto. Me frustraba no poder volver a mi antigua vida, cuál era el punto de vivir eternamente si no podía estar contigo, no tenía sentido alguno, pero me esforcé mucho en los hábitos alimenticios que él me estaba enseñando. Tenía la esperanza de que, si lograba controlarme lo suficiente, talvez podría volver a verte alguna vez, pero el tiempo pasaba y cada día me angustiaba más que estuvieras sufriendo por mi culpa.

Carlisle me enseñó a controlarme para que no atacara a las personas, pero aun así me dijo que ni con todo el control del mundo podría acercarme a ti, estaba prohibido, por el reglamento del anonimato, y por el hecho de que aun me faltaban años de práctica para lograr el completo control de mi sed. Entonces no aguanté más, me harté y me fui a Chicago a buscarte, a pesar de que sabía que le causaría mucho dolor a él y a Esme, que había llegado hacía muy poco pero aun así me tenía un enorme cariño. Pero cuando llegué a Chicago, me enteré de que te habías ido.


- ¿Cómo te enteraste? ¿Hablaste con alguien?- pregunté.

- No, yo…mm puedo leer los pensamientos- dijo mirando el piso sin saber cómo yo reaccionaría, y eso me dejó en shock.

- ¿Puedes leer los pensamientos como Aro?

- No igual que él, yo solamente puedo saber lo que la gente está pensando en el momento, pero no necesito tocar a las personas para hacerlo.

- ¿Puedes saber lo que estoy pensado ahora?

- No, y no entiendo por qué, es muy extraño, jamás me había pasado antes. No entiendo qué pasa, pero es muy frustrante no saber lo que estás pensando en este momento, no saber lo que estás sintiendo.

- Ah – dije aliviada pero algo molesta.


Nuevamente era la única rara excepción para los dones de alguien, al igual que con Aro. Nada funcionaba bien en mí y como aun no lograba entender el funcionamiento de mi supuesto don, yo simplemente me sentía averiada. No era que quisiera que me quitaran esa privacidad, pero me sentía muy extraña de ser esa única excepción, yo y mi inútil escudo mental.


- ¿Qué hiciste luego de no encontrarme en Chicago?- pregunté evitando su comentario sobre mis sentimientos, no era algo en lo quisiera pensar ahora.

- Intenté rastrearte, pero se me da pésimo. Al no poder localizarte yo enloquecí. Por un tiempo olvidé quién era y me dejé manipular por mis instintos, me convertí en un monstruo Bella – me miró avergonzado- Y cuando me di cuenta de ello, comprendí que no podía acercarme a ti, fui consiente de lo peligroso que podía llegar a ser. Entonces me odié a mi mismo por la clase de aberración que era, no quería seguir siéndolo, así que me aferré a la única oportunidad que tenía de ser algo menos repulsivo. Volví con Carlisle y Esme. Era algo muy doloroso ver día a día como se amaban profundamente y saber que yo no podría volver a estar con la única persona que amaba. A veces anhelaba poder morir, al menos sería una buena razón para estar separados. Pero saber que estabas por allí en algún lugar y que no podía estar contigo era tan doloroso me sentía como muerto en vida.


Nuevamente tuve la extraña sensación de que alguien más estuviera contando mi historia. Tuve que apartar la mirada, pero antes de hacerlo, pude ver al Edward de mi antigua vida y eso me perturbó.


- No tenía cómo saber lo que te había pasado, creía que estabas perfectamente segura en algún lugar, no imagino qué circunstancias te llevaron convertirte en lo que eres ahora, pero de haberlo sabido, habría venido a buscarte hace años atrás. Lo único que me separaba de ti era el peligro que significaba mi nueva condición.

No ha habido un solo día en que no haya pensado en ti y en todo el daño que te causé, no sabes cómo me ha mortificado saber que soy el causante de todo el dolor que sufriste, me odio por haber causado tanto dolor, a ti, a mi madre…Es perfectamente comprensible que me odies más que a nada en el mundo por lo que te hice pasar, estas en todo tu derecho. Solo necesitaba que supieras, que en todo este tiempo no he dejado de amarte, y probablemente te siga amando, aun si tu ya no lo haces, por el resto de la eternidad.


Me quedé helada ante esa confesión, lo miré a los ojos nuevamente y allí estaba, mi Edward, al que yo recordaba, el que me amaba incondicionalmente.

Él llevó su mano hasta mi mejilla, su tacto me dio una corriente eléctrica que me recorrió por completo, la acarició tiernamente, evaluando mi reacción, yo no me moví, estaba congelada ante su contacto. Entonces bajó su mano hasta mi cuello y se acerco lentamente, pude sentir su calido aliento y fue entonces cuando reaccioné.


- No, por favor, no lo hagas- dije apenas en un susurro. El se detuvo a centímetros de mi boca.

- ¿Por qué? -inquirió. Su aliento acariciaba mi rostro, haciendo que la cabeza me diera vueltas.

- Porque cuando te vayas otra vez, ya va a ser suficientemente doloroso sin esto- aclaré. Retrocedió unos centímetros para examinar mi rostro.

- Ayer cuando te hablé estabas tan distante, necesito saber por qué. ¿Acaso ya es demasiado tarde? ¿Quizá te he hecho demasiado daño? Si tus sentimientos han cambiado, dímelo. Mis afectos y mis deseos no han cambiado, pero una sola palabra tuya bastara para silenciarme para siempre. Sin embargo, si tus sentimientos siguen siendo los mismos, debo decir que has embrujado mi cuerpo y mi alma y que te amo, te amo, te amo, jamás volveré a dejarte, ya nada podrá sepárame de ti.

Lo miré fijamente a los ojos antes de responder.

- Lo que siento por ti no cambiará nunca. Claro que te amo, jamás dejé de hacerlo- dije siendo completamente sincera.

- Eso es todo lo que necesitaba escuchar- dijo.


Entonces me besó. Sus labios eran mucho más suaves de lo que yo recordaba, su aliento aun más delicioso y el hecho de que ahora yo tenía una sensibilidad considerablemente mayor, lo hacía todo increíblemente mejor. Sentí que al fin podía respirar después de 15 años, al fin me sentía completa. Su boca se movía en sincronía con la mía, ansiosa. Su lengua recorría mi boca y me causaba sensaciones indescriptibles, todo era mucho más intenso que los besos que yo recordaba. No sabía si esto se debía a lo que éramos ahora o a que yo tenía una muy mala memoria sobre mis vivencias humanas.

Su mano bajó por mi espalda hasta mi cintura y me atrajo hacia él con fuerza, yo rodeé su cuello con mis brazos y acaricié sus cabellos como deseaba hacerlo desde el momento en que lo vi, tal vez con un poco más de brusquedad de la que debí, pero no dio señales de que le hubiera molestado. Se inclinó sobre mí en el sillón, podía sentir cada curva de su cuerpo junto al mío, separó sus labios de mi boca un par de segundos sólo para pronunciar mi nombre en un susurro antes de volver a besarme con aun más pasión que antes.


*Nota de la autora: en este capítulo hay citas de luna nueva (libro) y "orgullo y prejucio"
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