martes, 30 de agosto de 2011

Snow White ♥

Chicas! unas fotitos algo antiguas pero me encantan! Blanca nieves al puro estilo de Kristen Stewart ♥


y aquí algunas del elenco de Snow White & the HuntsMan


Que tengan una excelente semana! besos para todas! ♥

lunes, 29 de agosto de 2011

Caminos Separados Cap 26

Capítulo 26

Crece el clan


La llegada del neófito le daba más tiempo a Edward para seguir con nuestro plan. Los Cullen no tenían opción de dejar Escocia mientras el recién llegado no fuera capas de controlarse. Durante el resto de la semana nos vimos regularmente, Edward me traía noticias sobre el neófito, el cual demoró alrededor de tres días en transformarse y tenía a todos los Cullen vueltos locos.


- Es increíblemente hiperactivo, está probándose a si mismo constantemente- me contó Edward una madrugada a la semana siguiente.

Estábamos en el claro, tendidos sobre la hierba mirándonos a los ojos, luego de haber cazado toda la noche.

- Creo que a todos nos pasa- dije recordando mis primeros meses de vampiro, donde no obedecía prácticamente ninguna regla.

- Si, lo había olvidado porque con Rosalie fue totalmente distinto, ella era extremadamente controlada, no se comportaba como vampiro y jamás probó sangre humana.

- No a todos se le hace tan fácil- dije más para mi misma.

- Si, la verdad es que a Emmett le ha costado bastante adaptarse a la sangre animal, nos ha traído algunos problemas -dijo haciendo una mueca- No podemos dejarlo solo ni un momento porque se escapa y corre más rápido que yo, lo que dificulta bastante atraparlo.

- ¿Pero realmente está interesado en seguir sus costumbres?

- Lo hace por Rosalie, haría cualquier cosa por complacerla, de hecho ella es la única que logra controlarlo. Es como un niño, un niño enamorado- dijo riendo al final.

- Yo también estoy haciendo un gran esfuerzo.

- Lo se- dijo girándose hacia mi y acariciando mi mejilla con sus tiernas manos.


En la última semana había tenido algunas recaídas, pero finalmente había encontrado una forma de evitar lo más posible la sangre humana sin levantar las sospechas del resto de los Vulturi. Cuando Heidi traía a los turistas al palacio, yo simulaba beber sangre de ellos pero en realidad mordía los cuerpos que ya estaban vacíos, y como todos estaban pendientes de sus propias victimas, no prestaban atención a quien estaba atacando yo. Hasta el momento me había funcionado bien, nadie me había descubierto.

Sentía gran simpatía por el neófito, lo que era muy extraño en mí, pero ya que estábamos pasando por lo mismo y sufriendo recaídas similares, lo comprendía bastante bien y tenía muchas ganas de conocerlo.


- Ya está amaneciendo- dijo Edward con pesar luego de mirar el cielo.

- No quiero volver- dije abrazándolo.

- Nos veremos pronto, descuida- dijo besando mi pelo.


Lo miré a los ojos y me acerqué más a su rostro para besarlo lentamente, saboreando cada sensación que me hacía sentir, grabando en mi piel su tacto y preparándome para separarme de él durante los próximos tres días, si solo me quedaban estos poco segundos iba a aprovecharlos, quería recordarlo muy bien mientras no estuviera conmigo, así que le dediqué tiempo a aquel beso, rozando con mi lengua sus labios y tratando de fundirme con él.

Me acarició el pelo con ternura y recorrió mi cuerpo con sus manos lenta y delicadamente mientas yo enredaba las mías en su cabello. Me pegué a él lo que más pude, sintiendo cada parte de su cuerpo contra el mío.

Cuando nos separamos nuestras respiraciones estaban aceleradas, sus ojos ardían al mirarme y ahora tenía menos ganas de irme que antes, pero no teníamos opción. Nos levantamos y nos separamos como cada madrugada, tomando cada uno el camino que le correspondía. Pero era bueno saber que esta separación no era definitiva, volveríamos a vernos.


Las semanas pasaron sin problemas, de día yo era una Vulturi más, intentaba que mi felicidad no fuera tan evidente para que nadie notara el cambio en mí. Era indiferente con el resto de la guardia y respetuosa con Aro, Cayo y Marco, cumplía mi labor en el palacio y actuaba fríamente como lo había hecho siempre. De noche en cambio, cuando estaba con él, podía ser yo nuevamente, una Isabella mucho más parecida a la que era antes de ser convertida. Alguien que era amada y era capaz de amar, alguien que sentía compasión y empatía. Alguien que estaba construyendo su propia felicidad y que estaba tomando sus propias decisiones y no las que mandaran sus superiores.


Una vez más me encontraba en el claro a la hora del crepúsculo, aguardando al hombre que hacía que mis noches fueran tan o más iluminados que mis días. Hacia cinco días que no nos veíamos y estaba muy impaciente. Edward llegó corriendo a mi lado y me tomó en brazos de improviso, me giró en el aire, se veía más feliz que nunca, me besó y rió con alegría.


- ¿Qué es lo que te sucede?- pregunté sorprendida, riendo con él.

- Es un milagro Bella- dijo besándome los labios.

- ¿Qué cosa es un milagro?

- Estamos salvados, ordena tus cosas porque pronto te iras del castillo- dijo con una enorme sonrisa en su rostro.

No pude evitar sonreír ante la idea, pero no entendía qué era lo que había cambiado nuestra situación tan repentinamente.

- ¿Qué es lo que ha pasado?- pregunté nuevamente tratando de entender.

- Dos extraños llegaron hoy a nuestra casa- respondió dejándome aun más confundida que antes.

- ¿Dos extraños?

- Si, dos vampiros se han unido al clan- no pude ocultar mi sorpresa.

- ¿Y por qué? ¿Quiénes son?- dije algo pasmada.

- Es una pareja con habilidades especiales, la mujer puede ver el futuro, y él puede controlar las emociones a su alrededor.

- Eso es asombroso -coincidí con él- pero cómo llegaron a ustedes.

- Ella nos encontró, nos había estado buscando desde que nos vio en sus visiones- dijo sonriendo- me dijo que me veía contigo, juntos, felices- agregó emocionado, sus ojos brillaban de alegría, pero a mi todo esto me parecía muy extraño.

- ¿Pero qué significa?

- Bella, ¿que no lo ves? somos 8 ahora, podemos hacerles frente.

- ¿A quiénes?- pregunté nuevamente desorientada.

- A los Vulturis- respondió, yo me quedé en silencio pensando que no lo había escuchado bien, pero luego de un momento me di cuenta que hablaba en serio.

- ¡Te volviste loco! no podemos enfrentarlos- dije sobresaltada.

- El hombre, Jasper, tiene mucha experiencia en combates y además tiene su poder, podría manejarlos fácilmente, Alice tiene premoniciones, yo puedo leer las mentes, ¡tenemos la ventaja! además tenemos a Emmett, es el vampiro más fuerte que he visto y no solo por ser neófito.

- ¡Edward te das cuenta de lo arriesgado que es esto! No creí que sería de esta forma que solucionaríamos las cosas-dije negando con la cabeza.


No podía creer que era yo la que estaba dando el discurso pacifista, pero me aterraba la idea de imaginar a mi familia enfrentándose a los Vulturi, mi familia, esto era nuevo. No me había dado cuanta en que momento había empezado a pensar en los Vulturis como “ellos” y en los Cullen como “nosotros”. Pero ellos serían mi familia, y no era un buen primer paso hacia mi familia hacerlos enfrentar una batalla que no terminaría nada bien.


- Bella todos están dispuestos, hablaremos con los Vuturis primero, si no ceden por las buenas tendrán que ceder por las malas. Piensa en quienes pelearan contra nosotros, Demetri, Félix, Heidi, las esposas, incluso si pelearan Aro, Cayo y Marco, ¡aun así los superamos en numero!

- Esto es demasiado arriesgado, además ¿por qué los recién llegados aceptarían arriesgar sus vidas por alguien a quien no conocen?

- Es que tú no la conoces a ella, pero ella es como si nos conociera a todos desde hace mucho tiempo, incluso a ti, dice que serán grandes amigas.

- Esto si que es raro- dije algo mareada por el exceso de información.

- Lo sé, yo también pensé que era muy extraño en un principio. Pero Carlisle confía en ellos y yo también. Estaban buscando una nueva forma de vida cuando nos vio en sus visiones. Quieren unirse a nosotros.

- ¿También quieren alimentarse de sangre animal?- eso si que me parecía más raro aun- ¿seguro que no es un trampa?- pregunté insegura de si podíamos confiar en dos vampiros extraños que acaban de conocer.

- Bella, puedo leer todos sus pensamientos, son honestos. Yo creo que todo esto ha pasado por algo, nunca estuvimos en mejor posición frente a los Vulturis, tenemos todo a nuestro favor.

-Y que, ¿planean atacar ahora?- pregunté asustada de que fuera demasiado tarde para hacerlo entrar en razón.

- No, claro que no, vamos a planearlo muy bien primero. Alice está buscando en sus visiones algo más que pueda sernos de ayuda.

- ¿Y ya le contaste todo nuestro plan?- inquirí desconfiadamente.

- No tienes de que preocuparte. Ven conmigo- dijo tomándome de la mano y llevándome con él.

- ¿A dónde vamos?

- A Escocia, aun tenemos toda la noche.


Corrimos todo el camino en silencio, Edward jamás soltó mi mano, yo estaba siendo atacada por una oleada de nervios, hacía casi dos meses que no veía a los Cullen y ahora había tres integrantes más, dos de los cuales no me inspiraban confianza, ¿Por qué una pareja de dotados vampiros iba a unirse a un clan de vegetarianos? Era mucho más lógico pensar que Aro había enviado a la pareja a espirarnos, y el hecho de llegar junto con Edward ante ellos, confirmaría cualquier rumor o sospecha que hubieran tenido. Ese pensamiento sólo me hizo sostener la mano de Edward con más ahínco.


Ya en terrenos escoceses Edward me habló al odio.

- Bella, Alice nos vio venir, viene hacia nosotros ahora, no vayas a asustarte- dijo con una sonrisa- ella puede ser bastante perturbadora en un principio- agregó, yo lo miré con escepticismo, como si algo pudiera asustarme a mi.

Miré hacia todos lados y tal como él dijo, un par de segundos después la vi, era muy pequeña y corría hacia nosotros con la gracia de una bailarina, todos los vampiros tenían movimientos delicados, pero había algo en su andar que la hacía parecer como si estuviera bailando más que corriendo.

- Bella- dijo la chica, probablemente de mi misma edad, con corto cabello negro, nariz respingada, grandes ojos de color ámbar, que llamaron mi atención, y una gran sonrisa en la cara- que alegría conocerte al fin.

- Ella es Alice- presentó Edward.

- Mary Alice Brandon- se presentó ella y luego me dio un efusivo abrazo- es increíble poder verte en persona al fin, mis visiones no te hicieron justicia – dijo guiñándome un ojo y soltando una aguda risa.

- Gracias, creo.

- Él es Jasper Whitlock- dijo señalando al joven, de rubio cabello, que la acompañaba, quien estaba de pie un poco más apartado, con los brazos tras su espalda- es mi prometido- agregó con un leve suspiro.


Se miraban de un forma tan intensa que tuve la necesidad de estar en cualquier otro sitio, pero luego sentí que el ambiente estaba muy relajado y que no había ya nada de que preocuparse. Le sonreí cordialmente y él me saludó con un asentimiento de la cabeza.

Seguimos caminando en silencio, Alice iba de la mano de Jasper dando saltitos de vez en cuando o girando en el lugar. Jasper, al contrario de ella, fue todo el trayecto caminando con paso relajado y completamente calmado, sin embargo, se podía apreciar que él disfrutaba con la espontaneidad de su prometida.

Luego de un momento, entre los frondosos árboles distinguí unas luminosas ventanas en una acogedora casa, pude ver que la puerta principal se habría y alguien salía a nuestro encuentro.


- Así que esta es tu chica- dijo un corpulento hombre de rizado cabello castaño, cuando llegó frente a nosotros, una milésima de segundo después.

- Tu debes ser Emmett McCarthy- dije adivinando.

- De ahora en adelante, Emmett Cullen, al igual que todos aquí, dijo con una gran y calida sonrisa- ¿cierto hermanita?- dijo dándole un codazo a la pequeña Alice, que se movió unos metros por el impacto y lanzó una risa musical.

- Estoy completamente de acuerdo, si es que Carlisle no tiene problemas en adoptarme- dijo con alegría- pero apreciaría que no me sacaras un brazo la próxima vez que quieras decirme algo, “hermano” - dijo exagerando.

- Por qué no entramos todos ahora- dijo Edward -antes de que a Emmett le den ganas de hacer alguna carrera nocturna.

- No te preocupes hermano, no me iría por nada del mundo ahora que al fin estamos todos en casa.

Todos estuvimos de acuerdo y entramos en la morada. Me sentía algo cohibida y eso era nuevo para mí, al menos desde que era vampiro.

Al entrar en el recibidor me sorprendió un abrazo, pero por el aroma supe de inmediato que era Esme.

-Bella, estamos tan felices de que al fin estés con nosotros, aunque sea un corta visita -dijo al separarse de mi, mirándome con tanto cariño que me sentí como una niña pequeña.

- Yo también estoy feliz de volver a verlos- contesté con una tímida sonrisa. Tomándola de las manos y mirándola con gratitud.

- Bienvenida Bella -dijo Carlisle, llegando al recibidor y poniendo sus manos sobre los hombros de Esme- siéntete como en tu casa.


Alice fue a la sala, a sentarse en uno de los sillones entre los brazos de jasper y me hizo señas para que me sentara junto a ella. Era extraño que ella tuviera tanta confianza conmigo como si nos conociéramos hace mucho tiempo, sin embargo bastaba mirarla a la cara para darse cuenta que era sincera, no era ningún espía como yo había pensado, ellos eran simplemente un golpe de buena suerte.

Esme me guió hasta la sala con Edward pegado a mí, y me senté junto a Alice que me tomó de la mano y me dedicó una sonrisa emocionada.

Emmett fue hacia la escalera a recibir a Rosalie, que bajaba desde el segundo piso. Él la tomó por la cintura y la hizo saltar los últimos 3 peldaños dejándola con sumo cuidado en el piso. Ella se veía algo avergonzada por tanta atención, pero sonreía a los ojos del neófito, los que brillaban de alegría al verla.


- Bella - saludó Rosalie con una expresión algo incomoda al verme.

No nos habíamos conocido en el mejor momento. Yo le sonreí para dejar en claro que cualquier malentendido entre nosotras había quedado olvidado, ella asintió.

- Esto va a ser tan entretenido cuando al fin puedas mudarte, ¡seremos como hermanas! Podremos tener fiestas de pijamas todas las noches- empezó a decir Alice.

- Probablemente Bella querrá estas más tiempo con Edward, considerando que no se han visto mucho últimamente- le dijo Jasper tratando de apaciguar su agitación.

- ¿Pero no se van a pasar todo el día pegados como Emmett y Rose o si?- me preguntó algo preocupada.

- No lo se, no creo- dije sin saber muy bien como responder, miré a Edward en busca de ayuda y él parecía muy divertido.

- Por supuesto que no- dijo ella más segura incluso que yo misma- pero descuida, se que quieres tener privacidad y lo respeto totalmente -dijo- apenas llevo cuatro días aquí, pero con esos dos- dijo señalando Emmett, que estaba besando el cuello de Rosalie- ya he aprendido bastante.

- Eso te pasa por meter la nariz donde no te incumbe- dijo Emmett con burla.

- Créeme Emmett, que si pudiera controlar mis visiones suprimiría cualquiera de ustedes dos- dijo ella sacándole la lengua- he visto cosas que me dejarán marcada de porvida- agregó con dramatismo.

- Tal vez deberías tomar notas- dijo Emmett alzando las cejas con una sonrisa traviesa. Rosalie lo golpeó en el brazo y oculto la cara entre sus manos avergonzada mientras todos en la sala reían.

Mire a mi alrededor, la escena era simplemente perfecta, la acogedora casa con la tenue iluminación, el aroma del bosque inundando la sala, cuatro parejas sin preocupaciones, todo en paz.

- Estoy completamente feliz de que tenerlos aquí- dijo Carlisle luego de un momento, mirándonos detenidamente a Jasper, Alice y a mí- al fin toda la familia está reunida- agregó con una gran sonrisa.


Miré toda la estancia apreciando cada detalle. A pesar de todas las comodidades que teníamos en el castillo, jamás lo había sentido como un hogar, no tenía la calidez que se sentía allí, me sentí completamente a gusto, en casa.


viernes, 26 de agosto de 2011

Caminos Separados Cap 25

Capítulo 25

La espera


El viaje de vuelta a Italia fue una tortura, estaba tan ansiosa por volver a ver a Edward, que los minutos se me hacían eternos, sentía que había pasado tanto tiempo desde que nos habíamos visto la última vez, cuando en realidad, habían pasado sólo dos días.

Miraba por la ventanilla a intervalos de dos minutos y parecía que el paisaje no había cambiado en nada, simplemente veía nubes y mar por todas partes.

Una vez que llegamos a Italia, corrimos en dirección al castillo y tuve que utilizar todo mi autocontrol para no romper la formación en la que usualmente nos movíamos. En 15 minutos ya estábamos fuera del castillo. Debido a que el invierno estaba acabando ya no contábamos con los días nublados de siempre, por lo que teníamos que movernos sigilosamente.

Una vez dentro, fuimos directo al salón circular, donde nos esperaba Aro, Cayo y Marco junto a sus esposas.


- ¡Ya están aquí!- dijo Aro en cuanto abrimos las puertas de la gran sala- Maravilloso.

- ¿Cómo resultó todo?- preguntó Cayo.

- Exitoso- respondí.

- Excelente- dijo Marco.

- Pero querida, qué le has hecho al vestido- dijo Aro poniendo cara de disgusto como yo supuse que pasaría.

- Contratiempos- respondí.

- Es una pena, era único ese vestido.

- Amo, si me permite señalar, debo decir que el ejército de Maria estaba muy bien entrenado- dijo Demetri interrumpiendo nuestra charla, tan aguafiestas como siempre.

- Lo que sin embargo, no fue una complicación en el momento de derrotarlos- apuntó Félix.

- Fue sencillo- dijo Heidi con aire aburrido y algo molesta de que Aro no hubiera notado los daños de su ropa.

- Entonces no nos interesa cuán entrenados hayan estado, ¿no te parece Demetri?

- Pero el que los entrenó no fue eliminado, yo creo...

- Demetri- dijo Aro haciéndolo callar.

- Lo lamento maestro- contestó molesto pero aun así inclinó la cabeza derrotado.

- Heidi querida, quieres llevarme un par de humanos nuestra habitación, ustedes pueden alimentarse por su cuenta cuando lo deseen- dijo haciéndome sonreír involuntariamente, esto pasaba en raras ocasiones- quiero celebrar la victoria en privado- agregó dirigiendo una mirada a su esposa que estaba sentada a sus pies acariciándole la mano.

- Por supuesto amo- Respondió Heidi sonriendo ampliamente, yo sabía por qué.

- Bien, pueden retirarse – nos dijo haciendo un ademán con la mano.


Todos hicimos una reverencia y dejamos la habitación para dirigirnos cada uno a nuestros respectivos aposentos. Cuando llegué a mi pieza me metí en la ducha de inmediato y dejé que el agua limpiara lo que había dejado la batalla, luego me puse un vestido rosado pálido y me cubrí con mi usual capa oscura lo más rápido que pude.

Salí del castillo sin toparme con nadie en el camino, por fortuna. El cielo estaba oscureciendo así que no tuve que esconderme mientras corría hacia el bosque en el que Edward había quedado de esperarme, ya casi podía ver sus dorados y relucientes ojos mirándome, su cabello despeinado por la carrera y esa sonrisa que me dejaba noqueada.

Sonreí como una tonta al recordar su rostro y apuré el paso, por lo que en pocos segundos ya estaba en medio del claro donde debíamos reunirnos, caminé por la orilla de un riachuelo que pasaba por ahí y luego me dejé caer en medio de la hierba que crecía desmesurada, acaricié el pasto bajo mis manos. Me sentía tan feliz de volver estar con él que no podía disimularlo, seguí jugando con el borde de mi vestido distraídamente mientras apreciaba cada detalle de aquel lugar, habían flores silvestres de color lila por todo el suelo, los árboles de alrededor eran altos y frondosos de múltiples variedades de verde y algunos tenían flores blancas en forma de estrellas, recordándome la llegada de la primavera. Podía escuchar el ruido que hacían algunos animalillos como ardillas, estaba sedienta, pero esperaría a Edward para que cazáramos juntos por primera vez.


El cielo se tornó de un azul oscuro e intenso y se llenó de brillantes puntos de luz volviéndolo una obra de arte. Estaba tan impaciente por verlo que luego de unos 20 larguísimos minutos, estuve tentada de ir a su encuentro en dirección a Escocia, pero luego me calmaba a mi misma recordándome que él llegaría pronto.

Necesitaba desesperadamente tenerlo frente a mi y que me hiciera sentir humana como solo él podía hacerlo, necesitaba olvidar el monstruo en el que me había convertido hace horas atrás, el monstruo que tenía que ser cuando no estaba con él, quería sentirme de nuevo en casa. Edward tenía fe en que yo lograría convertirme en alguien más civilizado como su nueva familia, y yo también quería creer eso, pero me aterraba la idea de que Edward se diera por vencido conmigo, ya que, después de todo, no era una tarea fácil.


Varias horas después, estaba al borde del colapso por la ausencia de Edward, no sabía que pensar, primero sólo me convencía que estaba exagerando por alterarme tanto, y me juraba a mi misma que en cualquier minuto aparecería sigilosamente entre lo árboles, pero a cada minuto me volvía más loca, sentía ganas de llorar y no sabía bien por qué, ¿Es que Edward se había aburrido de esto tan pronto? ¿Se había dado cuenta que yo era un caso perdido? A lo mejor había abandonado las esperanzas de poder sacarme algún día del castillo, pero de ser así, no habría sido digno decírmelo directamente a la cara en vez de abandonarme sin un nota, un mensaje o algo que no me hiciera quedarme esperándolo por el resto de mi vida inmortal. Entonces me invadió el coraje, toda mi vida con Edward se resumía en esperarlo, siempre terminaba abandonándome ante cualquier circunstancia y yo me quedaba esperándolo por toda mi existencia.

Me sentía tan impotente y no sabía contra quién descargar mi ira, había confiado una vez más en Edward y él me había defraudado, porqué no era capaz de aprender de mis errores. Edward era algo tan imposible en mi vida, era como correr tras algo inalcanzable, y cada vez que me sentía mas cerca, aumentando mis esperanzas, se alejaba más y más, pero yo jamás me detendría, seguiría corriendo a pesar de que mis pies ya no dieras más y de que todos mis intentos por llegar hasta él fueran en vano.


Estaba hiperventilada, llorando sin lágrimas en medio del prado, que antes me había parecido tan hermoso y ahora me parecía completamente vacío, solitario y triste. Entonces, luego de la ira y la tristeza, vino el temor. ¿Qué pasaría si Aro se hubiera enterado de lo nuestro y se hubiera encargado de él mientras toda la guardia estaba fuera del continente? ¿Se habría vengado de toda la familia o solo de Edward? Pensé en ir a Escocia a buscarlos hasta dar con ellos, pero ¿Qué pasaría si Aro enviaba a Demetri a seguir mi rastro y sin quererlo les revelaba su paradero? No sabía qué pensar, pero luego de ese último pensamiento, casi prefería que me hubiera abandonado porque ¿cuantas veces iba a ser capaz de soportar la muerte de Edward? No podía arriesgarme a enfrentar a Aro y preguntarle si ya sabía lo nuestro, porque en el caso de que no fuera así, arruinaría todo.

No había nada que yo pudiera hacer, simplemente volver a guardar todos mis sueños, esperanzas y, por sobre todo, el amor por Edward en el baúl dentro de mi pecho y tratar de olvidar la ultima semana.


Completamente destrozada dejé el prado y me fui caminando muy lentamente hasta el castillo, teniendo siempre la mínima esperanza de que Edward apareciera, esa maldita esperanza que, al parecer, era igual o más inmortal que yo misma.

Entré en el castillo y subí como sonámbula hacia mi habitación, mi cuerpo se movía por su cuenta y en mi mente sólo repasaba una y otra vez las posibles razones para que Edward no hubiera llegado. En el pasillo me encontré con Heidi, que venía abrazada de dos jóvenes hombres visiblemente borrachos, que de no ser por ella, probablemente no podrían caminar. Uno era alto y musculoso, tenía el cabello corto y rubio, apenas abría los ojos pero se notaban de un celeste muy pálido, su piel era rosada y su boca muy roja. El otro hombre tenía el cabello rizado de un negro azabache y barba rala, sus ojos eran de un brillante verde claro, este tenía la piel trigueña.


- Oye primor ¿acaso eres millonaria? ¡Esta casa es enorme! ¡Si hasta parece un castillo!- le decía el moreno al oído apenas pronunciando las palabras mientras el otro le daba besos en el cuello.

- Eso se debe a que es un castillo- dijo Heidi sin prestarles mucha atención mientras los conducía a su pieza- ¿Bella, quieres que te traiga alguno?- preguntó en cuanto me vio.

- Ya cené, gracias- mentí cortante- y descuida, no le diré nada a Aro.

- Gracias- dijo suspirando y guiñándome un ojo- yo limpiaré todo.

- Pero nena, por qué no vienes, si yo alcanzo para las dos- dijo el hombre rubio cuando reparó en mi presencia.

- Eso lo veremos, yo creo que van a estar bastante ocupados sólo conmigo- dijo Heidi divertida haciéndolos sonreír como dos idiotas.

- ¡Viva Volterra! donde la diversión no termina, y las mujeres son las más bellas- gritó el de ojos celestes con un patético alarido antes de que Heidi le diera un golpe para hacerlo callar.


Me fui por la otra escalera asqueada por la escena, Heidi cada vez que podía traía hombres al castillo para su satisfacción personal, cosa que a Aro le parecía repulsivo. Seguí por mi camino olvidando inmediatamente lo que acababa de pasar, sólo podía pensar en Edward, no me interesaba ni Aro, ni Heidi, ni sus aventurillas.

Entré en mi pieza y cerré la puerta, me recosté sobre la cama que estaba ahí solo para decorar, giré sobre mí quedando boca arriba mirando las cortinas de color burdeo que caían por los lados de mi cama, miré hacia la pared donde un enorme ventanal me mostró el cielo que se veía ahora de un azul mas claro, ya no se divisaban las estrellas. Me arrastré por la cama hasta un borde y me dejé caer lentamente al suelo dejando únicamente la cabeza y los brazos apoyados sobre la litera.


¿Qué iba a hacer ahora, que mi única esperanza de vida se había esfumado? Tendría que seguir con la rutina como en los últimos 13 años. Sin cambios, siempre igual, sin crecer o envejecer, sin poder morir, como las estatuas que tantas veces había visto en los museos, año tras año, siempre igual.

Sentí un golpeteo en la ventana, suave, casi imperceptible como una gota al golpear con el vidrio, y pensé que empezaría a llover, sólo eso me hacía falta para acentuar mi depresión. Sentí de nuevo el sutil golpe en el ventanal pero no era constante como la lluvia y además era producido por un objeto más consistente que una gota de agua, pero no tan duro como una piedra.

Me levanté desanimada y caminé hacia la ventana donde había sentido el golpe, miré hacia fuera y vi el cielo de un color lila, los jardines de un verde oscuro y en medio del laberinto de pinos vi a Edward de pie como una aparición, y justo como una aparición se desvaneció una milésima de segundo después de haberlo visto.


Me quedé congelada en el ventanal, cuestionándome si la imagen había sido, o no, producto de mi imaginación. Entonces reparé en el objeto que había causado el ruido en mi ventana, justo sobre el alfeizar de esta habían dos pequeñas semillas que daba uno de los árboles del jardín, una de ellas estaba atada a un papel cuidadosamente doblado. Abrí la ventana y recogí el papel, mirando en todas direcciones con la esperanza de ver hacia donde había ido Edward, si es que realmente había estado aquí. Pero la respuesta la obtuve en cuanto desdoblé el papel, donde con una pulcra letra decía “en el bosque” firmado por una gran y estilizada letra “E”.

Doblé la nota y la guardé en el bolsillo de mi capa antes de salir corriendo de mi pieza y bajar las escaleras del castillo a toda prisa hasta encontrarme por fin en los jardines del palacio entre pinos y rosales. Rogando que Aro no me necesitara hasta más avanzado el día. Salí por la puerta escondida en el fondo del jardín, puerta que únicamente yo usaba, y no me detuve hasta encontrarme en medio del bosque, a unos cuantos pasos del claro en el que me había pasado toda la noche.

Avancé la distancia que me faltaba, Edward estaba allí, parado en medio del claro, de espaldas a mí. Se giró en cuanto me escuchó llegar, y antes de que pudiera decir nada, ya lo tenía frente a mí tomando mis manos entre las suyas, ambos nos quedamos en silencio simplemente mirándonos a los ojos.


- ¿Que haces aquí?

- Necesitaba verte- dijo con cara de dolor, el dolor que yo había sentido cada minuto cuando no estuve con él.

- Si Aro descubre que no estoy en el palacio todo se va a arruinar- dije preocupada, pero luego pensé que tal vez a él ya no le interesaba el plan, tal vez sólo había venido a decírmelo- si es que el plan sigue en pie- agregué luego de mi razonamiento y no pude mirarlo más a los ojos.

- Bella, el plan sigue en pie si tu aun confías en él y si aun confías en mi- dijo tomando mi rostro entre sus manos, su piel en contacto con la mía me hizo tiritar- Lamento no haber llegado, en serio.

- Te esperé- dije levantando la mirada- pensé que no ibas a llegar, bueno, de hecho no llegaste…

- Bella si me das un minuto, te lo explicaré todo.

- Te escucho- dije mirándolo con interés.

- Surgió algo de improvisto, y tuve que quedarme en Escocia con Carlisle para ayudar a solucionarlo.

- ¿Alo de improvisto?- pregunté pensando que era una excusa muy pobre.

- Créeme que si no hubiera sido realmente importante no me habría quedado allá, fue algo que nadie esperaba que ocurriera.

- ¿Y qué fue eso?- pregunté ahora mas intrigada.


- Lo que sucedió es que Rosalie salio ayer de caza por los alrededores de nuestra casa, Carlisle y Esme estaban cazando en Inglaterra, y como yo no quise ir con ella, fue sola. Se hallaba al otro extremo de Escocia cuando se encontró con un humano que estaba siendo atacado por un gran oso pardo- seguía escuchando atentamente sin saber bien a donde llegaría todo esto- El oso lo dejó prácticamente muerto, Rosalie le sacó al animal de encima, pero no podía dejarlo morir allí en medio del bosque, estaba desesperada y aterrada por el destino del joven…es que creo que ella se enamoró de él- dijo mirándome con la compasión reflejada en sus ojos, compasión que sentía por Rosalie ya que probablemente sabía todo lo que ella sentía.

- ¿Qué hizo?


- Corrió con él, temiendo que muriera en sus brazos en cualquier momento, pude oír sus pensamientos cuando estuvo más cerca de la casa, así que salí a su encuentro, estaba completamente alterada, no podíamos dejarlo morir. Lo llevamos a la casa y traté de curar sus heridas, pero se encontraba en muy mal estado, le planteé la idea de convertirlo, pero ninguno de los dos lo ha hecho jamás y a Rosalie le aterraba la idea de no poder controlarse, además de que jamás a estado a favor de convertir a las personas, sobre todo si tienen alguna otra opción, pero no sabíamos si el tipo tendría otra oportunidad de vivir.

Traté de calmar a Rose y le dije que iría buscar a Carlisle lo mas rápido que pudiera, mientras ella cuidaba del humano. Salí tan rápido como pude temiendo a cada minuto que fuera demasiado tarde. Una vez que lo encontré volvimos a la casa donde el humano agonizaba. Carlisle habló con Rosalie y le explicó que no había forma de salvarlo debido a la gravedad de sus lesiones, a pesar de que hicimos todos lo que pudimos al respecto. Entonces para nuestro total asombro, Rosalie le pidió que lo convirtiera- abrí mis ojos desmesuradamente ante la sorpresa.


- ¿Lo convirtieron?- pregunté sorprendida.

- Así es, en este momento se esta transformando, por eso no pude llegar antes.

- ¿Y como está Rose?

- Se siente fatal, no se ha separado de él ni un solo minuto y sólo le pide disculpas por lo que le está haciendo pasar- contestó con cara de lastima- jamás la había visto así, lo que siente por él es muy fuerte- sabía perfectamente a lo que se refería, en ese momento comprendí a Rosalie a pesar de que ella no era de mi agrado.

- ¿Y averiguaron algo sobre él?- pregunté por curiosidad.

- Si, tenía 19 años y vivía solo en Escocia, su nombre es Emmet, Emmet McCarty.


*Nota de la autora: primero agradecer a todas mis lectoras, tanto las antiguas como las que se han ido incorporando en el camino! aun quedan algunos capis antes de que acabe esta hisroria, así que no se desesperen! :) un beso para todas y cada una! ♥

domingo, 21 de agosto de 2011

Caminos Separados Cap 24


Capítulo 24

Trabajo sucio


Tomamos el avión que nos llevaría directo a Norteamérica, era más rápido que ir a pie, pero algo aburrido. Además del hecho de que no tenía cómo evadir los insoportables hostigamientos de Demetri. Ir de día nos complicaba bastante las cosas, ya que el lugar al que íbamos era muy soleado y era extraño ir tan tapados para evitar que el sol hiciera contacto con nuestra piel. No queríamos llamar la atención, y aparecer en medio de Luisiana como diamantes brillantes lamentablemente llamaría demasiado la atención. Sin embargo y para nuestra conveniencia, gracias al ejército de Maria el lugar era muy poco habitado, lo que nos permitió recorrerlo sin mayores dificultades.


Demetri nos guió rápidamente, siguiendo los rastros de Maria, a un pueblito en medio de los pantanosos alrededores de Nueva Orleans. Hasta que dimos con ellos, el lugar estaba vacío, excepto por un par de lagartos que nos observaron ocultos entre la vegetación, los vampiros estaban refugiados en una casa situada sobre palafitos. Como él había dicho, encontrarlos sólo nos llevó un par de horas.


No tuvimos tiempo de hacer una introducción muy convencional ya que en el momento en que nos escucharon llegar salieron a nuestro encuentro. Eran 10, 7 hombre, 3 mujeres. Parecía que no tenían ni idea de quienes éramos. Tenían caras divertidas, como si fuera un juego más, que estaban seguros de ganar. Me desagradaban tanto los neófitos, sobretodo los que ignoraban nuestra existencia, eran como niños malcriados que creen que pueden hacer lo que quieren.


Estaban en líneas de combate, alguien los había instruido bien esta vez, no se veían como los ejércitos que anteriormente había visto. Miré a mi derecha, Félix sonreía, también yo sonreí. Heidi miraba con interés a uno de los neófitos, quién estaba completamente hipnotizado por ella, al igual que otros 3. Heidi era una buena carnada incluso para vampiros.


-¿Así que nos estaban esperando?- pregunté levantando una ceja- No importa cuanto se esfuercen- dije sonriendo con fingida compasión- no nos vencerán- agregué con seguridad.

- El territorio es nuestro, bonita- dijo el que parecía estar al mando, me miró de una forma repugnante.

- Iluso, no nos interesa tu territorio- dijo Demetri y el neófito se vio completamente confundido.

- ¿Entonces a qué han venido?- preguntó

- Asunto de los Vulturis, no espero que lo entiendas- dije sin siquiera mirarlo- ¿Dónde esta María?-pregunté con mi atención puesta en la casa a su espalda.

- No está aquí- dijo secamente el hombre. Yo miré a Demetri a mi izquierda.

- La encontraremos en cuanto terminemos aquí, descuida- dijo este mirándome y yo asentí. Luego de ese gesto, Demetri se lanzó a los neófitos seguido por Félix. Ambos atacaron la primera fila, Heidi y yo fuimos por la segunda.


Un corpulento hombre se me tiró encima pero lo esquivé con un rápido movimiento, se giró enseguida y trató de aplastarme con sus enormes brazos, tuve que agacharme y rodearlo para atacarlo por el costado, me deshice de uno de sus molestos brazos, y luego una de sus piernas, no fue difícil, se desprendían con suma facilidad con la aplicación adecuada de fuerza y una buena técnica. Pero antes de poder deshacerme del resto de sus extremidades sentí como otro se aproximaba por mi derecha así que me giré para enfrentarlo, me golpeó en un costado y sentí que algo se me rompía, eso lo pagaría muy caro. Desvié otro golpe con mi mano y le di una patada derribándolo, me lancé sobre él y comencé a desmembrarlo.


Una vez que terminé con él miré hacia el lado y vi que Heidi estaba teniendo problemas con dos tipos, me aparte a un lado y arranqué un árbol que estaba sumergido en el fango lo arrojé sobre los neófitos y ambos cayeron al húmedo suelo, Heidi lo esquivó por poco. Luego tomó a uno por la espalda y yo le torcí el cuello hasta que lo rompí por completo, pero antes de que pudiera preverlo, sentí unos brazos rodearme y lanzarme por el aire, caí a unos metros del lugar del enfrentamiento en medio del pantanoso suelo, mi ropa quedo completamente sucia, pero fuera de eso no había más daños. Aro sería el que más lo sentiría, el vestido era uno de los que me había obsequiado.


Me paré al instante y corrí hasta donde seguía transcurriendo la pelea, me enfrenté al mismo que me acababa de lanzar y lo derribé en seguida, pero rodó sobre mi dejándome sumergida bajo el agua, me habría decapitado con sus propias manos de no ser por Félix y Demetri que lo tomaron, cada uno por un brazo, y lo transformaron en polvo. Me levanté muy molesta apartando con una mano las gotas de agua que caía por toda mi cara y vi como Félix le prendía fuego a los restos de vampiro que estaban esparcidos por el fango. Todos estábamos mojados y con la ropa sucia, mal escenario para una lucha.


Las pequeñas hogueras se veían sobrenaturales en medio del pantano y rodeadas por agua. Pero no había nadie, aparte de nosotros, para apreciarlas. El lugar estaba completamente vacío.


- María – dije cuando terminamos de reunir brazos y otras extremidades esparcidas por el lugar.

Demetri se tomó un segundo, respiró profundamente captando todos los aromas a su alrrededor antes de responder.

- Al noroeste, vamos.


Nos movimos al instante, siempre en sincronía, yo al centro flanqueada por Félix y Demetri, justo entre ambos un poco mas atrás iba Heidi, formando un rombo perfectamente simétrico.

Gracias al sol y a la rápida carrera, mi pelo y ropa se secó casi al instante. Corrimos hasta Baton Rouge teniendo siempre cuidado de pasara por los lugares deshabitados, pero fue sólo para notar el rastro que había dejado María al pasar por allí, ya que ella ya se había ido, así que seguimos en la búsqueda pasando por Lafayette y Lake Charles, cada vez más cerca de ella, era irritante que siguiera tratando de huir de nosotros cuando todos sabíamos como iba a acabar esto.

Seguimos corriendo tras de ella por Marshall y luego más hacia el sur de Texas, pero fue en el limite con México cuando la alcanzamos. Demetri la pasó por la derecha y le cerró el paso justo antes de que se sumergiera en el río Pecos.


- Creí que ya habían arreglado cuentas con los chicos- dijo sonriendo nerviosa.


Su cabello negro ondulado enmarcaba su rostro de tez morena, sus ojos eran de un rojo brillante. Iba descalza, llevaba un corsé blanco y una falda larga del mismo tono con bordados, sobre sus brazos traía un chal de colores tierra que le daba un aspecto muy pintoresco.


- Así fue, pero no te bastará con desligarte de tu ejército esta vez, María- dije avanzando hacia ella.


Su cara reflejaba el miedo que sentía, y era completamente lógico, nadie escapaba de los Vulturis. En un momento de distracción me vi reflejada en ella, pensé en qué me pasaría a mí si tratara de huir del castillo para irme con Edward.


- Debo reconocerte que los entrenaste mejor esta vez- dijo Demetri- ¿el crédito es tuyo o de alguien más?

- No les interesa- respondió- ya no está aquí de todas maneras.

- Así que fue uno de los desertores- meditó- deberían morir simplemente por cobardes.


Por el semblante de María pude ver la angustia y el temor de que Demetri pudiera buscarlos, alguno de esos le importaba más que el resto, eso se notaba.


- Aro ya dio su opinión al respecto- dije yo y lo miré con reproche.

- Como sea, tu no tendrás su suerte- dijo dedicándole una sonrisa totalmente cínica.


María miraba a su alrededor buscando alguna salida, pero ya no tenía escapatoria del destino que le esperaba, la muerte, o lo que fuera que nos pasara a nosotros los vampiros. Demetri se acercó lentamente y la tomó por la espalda, ella no trató de resistirse, era inevitable y aun así, sus ojos reflejaban el pánico que sentía.


-Es una lastima que las cosas hayan llegado a este punto, ¿no crees María?- le susurró Demetri al oído, mientas con una mano le acariciaba el cuello.

Ella trató de de apartar la cara pero él la sujetó con más fuerza sonriendo.

- Félix- dije y me aparté junto con Heidi para dejarlo hacer su trabajo, no era necesario seguir torturándola.


El vampiro se paró frente a ella y la tomó por el cuello, un estruendoso sonido llenó el ambiente cuando acabó con ella. Luego prendió fuego al cuerpo y se apartó dejando a la vista lo que quedaba de María, las llamas despedían un fuerte y dulce olor. Para mí, el olor de una batalla ganada.


- El trabajo ya está hecho, vamos, quiero volver a casa- dije antes de girarme y comenzar a caminar.


miércoles, 17 de agosto de 2011

Caminos Separados Cap 23

Capitulo 23

Eligiendo el camino


Mientras Heidi traía a los forasteros que Aro le había pedido, yo fui a mi habitación a tratar de calmarme. Hoy no podía negarme a cenar con ellos, Aro ya me lo había advertido, no sabía como iba a reaccionar cuando oliera la sangre humana, o peor, no sabía que pasaría cuando la probara. Sin Edward a mi lado, iba a ser mucho más difícil pensar en toda esta nueva ideología, y no pensar como lo había hecho toda mi vida. Corrección, toda mi vida desde que era un vampiro, antes yo era igual que cualquier persona común y corriente.


Recordé vagamente como era ser humana, frágil, indefensa, todo lo contrario a lo que era ahora. Recordé el día que llegué a este castillo. Las imágenes estaban borrosas, pero aun estaban ahí, sólo que jamás pensaba en eso. Recordé lo horrible que fue ver a todos los vampiros atacando a la gente a mí alrededor, mientras los oía gritar y suplicar por sus vidas, como intentaban inútilmente escapar de la inminente muerte que les esperaba.


Una sensación extraña me invadió el cuerpo, nauseas, casi podría decir que un escalofrío me recorría por completo, pero eso era completamente imposible. Me compadecí de los foráneos que Heidi encontrara por la ciudad, sabía que no se podrían resistir a su belleza, y no imaginarían nunca lo que les espera. Pero una vez que hayan pescado el anzuelo no habrá forma de salvarse, yo lo sabía bien.


Mientras daba vueltas por la habitación cual león enjaulado, el olor me llegó de improviso, no necesitaba ser avisada, era demasiado evidente que ya estaban aquí. Pero aun así Heidi dio dos suaves golpes en mi puerta antes de abrir y asomarse sin esperar respuesta.


- La cena esta servida- dijo antes de salir, nuevamente sin esperar respuesta de mi parte.


Me debatí entre ir o quedarme en mi habitación como una adolescente castigada. Pero eso enfadaría a Aro, no le gustaba que lo hicieran esperar, así que dejé de torturarme mentalmente y partí.


En el salón estaba un grupo de unas 10 personas, se veían como un rebaño de ovejas asustadas. Traté de no prestarles demasiada atención, si no había manera de evitar lo que se vendría prefería verlos de la forma menos humana posible. No quería fijarme en cuantos niños había allí o cuanta parejas, cuantos eran jóvenes y cuantos eran ya adultos. Por muy cruel que ahora me parecía, debía alimentarme, mañana tendría un arduo día y necesitaría la fuerza que solo la sangre humana seria capaza de darme, solo esperaba poder con la situación.


Sentí a alguien aproximarse por detrás mió, pero sabía perfectamente de quién se trataba.

- La de celeste es mía- susurró Demetri en mi oído, antes de que pudiera apartarme.

- Como tú quieras- dije sin prestarle atención.


Estaba algo impaciente, quería que todo terminara ya. Entonces, precedidos por sus esposas, entraron Aro, Cayo y Marco desde el salón que estaba tras las largas cortinas rojas que colgaban tras los tres tronos. Caminaron relajados como si no percibieran lo tenso que estaba el ambiente. Prácticamente yo sentía que era una más del montón de turistas por lo nerviosa que estaba, rogaba que nadie notara la clara diferencia que había en mi comportamiento comparado a como era yo usualmente a la hora de comer.

Y luego de que todo me pareciera extremadamente lento en la espera, de un momento a otro, todo me pareció demasiado acelerado. Félix cerró las enormes puertas del salón y todos se abalanzaron sobre las presas. Yo me quedé paralizada, al igual que aquel fatídico día hace tantos años atrás, observando todo a mí alrededor.


Aro estaba mordiendo el cuello de una joven y hermosísima mujer, Cayo estaba atacando a un niño de unos 12 años, Marco mordía la muñeca de otra mujer de unos 35. Heidi estaba sentada a horcajadas sobre un fornido hombre mientras le mordía el cuello. Félix estaba atacando a un hombre que intentaba en vano oponer resistencia, a él siempre le gustaban los retos. Demetri estaba en lo suyo con una joven de unos 18 años, delgada, con pálida piel y cabello castaño oscuro similar al mío, llevaba un vestido celeste ajustado en la cintura que caía hasta las rodillas y tacones del mismo color. Por su cuello escurría una gota de sangre que terminaba en el borde de su escote. Tenía los ojos cerrados, pero imaginé que estos podría ser de un color chocolate profundo como los que yo tenía cuando era humana, sin embargo, nunca lo sabría ya que la mujer jamás los volvería a abrir. Talvez imaginé eso simplemente por la sensación de dejavu que me proporcionaba la escena ante mis ojos, probablemente ese habría sido mi final. El resto de la gente gritaba y corría por toda la habitación pero rápidamente eran atrapados por el resto de los vampiros.


De pronto, un golpe a la altura de las piernas me sacó bruscamente de mis pensamientos.

- Señora ayúdeme por favor- dijo un aterrorizado niño de unos 6 años, aforrándose de mi vestido y escondiendo la cara en él.


Lo miré sorprendida y cuando él me devolvió la mirada con unos ojos azules, se separó de inmediato asustado por el color de los míos. Rompió a llorar desconsoladamente y miró atrás a un par de cuerpos inertes que yacían en el suelo. Supuse que eran sus padres ya que el pequeño tenía el cabello rojizo al igual que la mujer, y rizado al igual que el hombre que estaba junto a ella. Sin pensarlo lo tomé por lo hombros y lo abracé para que no mirara la horripilante imagen que había detrás de él. Me arrodillé mientras lo arrullaba para tratar de calmarlo, su cara estaba en mi hombro y mi boca quedó justo a la altura de su cuello, olía delicioso.


Sentí su acelerado corazón golpetear su pecho y la sangre que este bombeaba por todo su cuerpo, luego su respiración se fue calmando mientras yo le daba suaves palmaditas en su espada, parecía que se había quedado dormido o tal vez se había desmayado por el impacto. El olor era increíblemente potente, me tenía mareada, entonces sin pensarlo deslicé mis labios por su cuello y suavemente perforé su tersa piel con mis afilados dientes, la sangre entró de inmediato a mi boca, tibia, dulce y me gustó más de lo que esperaba. El niño no hizo ni el menor de los movimientos. Parecía que seguía dormido, pero pasado un momento, yo sabía que ya no era así.


Cuando terminé con el pequeño los demás ya habían matado al resto de los turistas. Aro, Cayo y Marco parecían felices y satisfechos, yo me sentía fatal y aun no podía soltar el cuerpo del pequeño niño que tenía entré mis brazos.

- Félix encárgate de los cuerpos - dijo Aro sin siquiera mirarlo y salió seguido por Cayo, Marco y las esposas de los dos primeros.

- Yo te ayudo - dije tratando de sonar despreocupada y tomé los cuerpos de los padres del pequeño niño, Félix se encogió de hombros y comenzó a hacer lo mismo con el resto de los cuerpos

- Yo estaré en mi habitación- dijo Heidi marchándose.

- ¿Quieres que te haga compañía?- dijo Demetri con tono sugerente mientras caminaba detrás de ella.

- Olvídalo Demetri, tengo mejores opciones- contestó ella mirándolo con desprecio y lanzando una carcajada antes de perderse de vista.


Bajamos hasta uno de los pisos subterráneos donde no había más que una gran caldera en el centro de la habitación. Félix encendió el fuego y comenzó a lanzar los cuerpos uno a uno a las ardientes llamas. Yo aun tenía al pequeño y sus padres en brazos y mis manos estaban fuertemente aferradas a ellos mientras observaba, como había hecho muchas veces antes, cómo los cuerpos eran consumidos por el fuego.


- Puedes irte, yo termino con esto- dije mirando el fuego. No fue una sugerencia.

- De acuerdo, nos vemos luego- dijo Félix y se marchó sin cuestionar nada. A veces no era muy astuto, pero me alegraba de ello ahora.


Esperé a que ya no se oyeran los pasos de Félix y cerré la rejilla de la caldera. Subí las escaleras hasta un piso intermedio, me detuve a escuchar, no había nadie cerca. Luego, en vez de seguir en dirección al castillo, doblé hacia el lado contrario, a unas escaleras que ascendían hasta los jardines posteriores del castillo. Seguí sin detenerme por un laberinto de pinos que cruzaba todo el patio hasta el muro del fondo. Mirando constantemente alrededor, algo paranoica, a pesar de que podía oír perfectamente que me encontraba sola. Cuando llegué al final abrí una pequeña puerta que había en la muralla, estaba casi completamente cubierta por las enredaderas que tapizaban el resto del muro. Salí por ella a un terreno vacío, sabía que más allá estaba el cementerio así que aceleré el paso, antes de que alguien me viera cargando tres cadáveres.


En un par se segundos pude ver una pared por la que sobresalían cruces y mausoleos. Salté sin dificultad el muro, me encontraba en el fondo del cementerio general. Donde estaban los sepulcros más antiguos y los menos visitados.

El cielo no estaba completamente oscuro, pero sabía que nadie me vería ahí, así que busqué un lugar que pareciera adecuado y comencé a cavar, con mis propias manos, en la húmeda tierra. No tardé mucho en tener una fosa apropiada para un sepulcro. Entonces deposite los tres cuerpos con mucho cuidado, los padres y su pequeño hijo en medio. Los observé un momento, se veían tan tranquilos, nadie imaginaría el horrible final que habían tenido, en el que yo misma había participado. Miré por última vez al pequeño de rojizos cabellos.


- Lo siento- dije en voz baja y comencé a cubrirlos con la tierra.


Me quedé toda la noche junto a su sepulcro, en silencio, pensando en todas las formas en que esto se podría haber evitado, pero cada una era menos posible que la anterior. Me torturé pensando en lo feliz que habría sido sus vidas si nos se hubieran topado, sin siquiera saberlo, con una tropa de vampiros sanguinarios.

¿Cómo era posible que antes, nada de esto me hubiera importado? ¿En que momento me había vuelto tan insensible? No tenía respuestas para ninguna de mis interrogantes, pero si tenía algo claro, sin importar cuanto me costara, debía parar con esto. Llegué a esa conclusión cuando el cielo comenzaba a aclarar, el sol saldría en un par de minutos. Me levanté del suelo y comencé la marcha de regreso hacia el castillo, debía partir a Luisiana.


*Nota de la autora: Primero debo decir que me costó mucho tener que escribir este capítulo, no fue nada agradable la verdad, pero asi es como tenía que ser =/ sé que este cap es cortito (el próximo también va a ser cortito) pero luego vienen otros más largos! paciencia que aun viene lo mejor! :D No olviden comentar! son mi inspiración ^^ Kisses&Bites ♥

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